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Fútbol

Messi y la pesadilla de jugar al fútbol por encima de los 3.000 metros

El argentino se enfrenta hoy a Bolivia con el reto de superar el “mal de altura" y meter su primer gol en La Paz, pero ¿cómo afecta a un futbolista de élite jugar en estas circunstancias?

Messi se enfrenta hoy al reto de superar el "mal de altura" en La Paz
Messi se enfrenta hoy al reto de superar el "mal de altura" en La PazArchivoLa Razon

La selección argentina se medirá hoy a Bolivia en la segunda jornada de las eliminatorias rumbo al Mundial de Qatar 2022. Su capitán, Lionel Messi, se enfrenta a un duro reto en la altura de La Paz, situada a 3.625 metros sobre el nivel del mar. El astro argentino, que ya sufre en sus carnes la falta de oxígeno, jamás ha conseguido marcar un gol en la capital boliviana.

La prohibición de la FIFA

Pero Messi no es el primero. Muchos futbolistas han sufrido a lo largo de la historia la angustia de jugar por encima de los 3.000 metros. Los efectos sobre su rendimiento y su salud son tales que el Comité Ejecutivo de la FIFA acordó en 2007 la prohibición de jugar partidos internacionales a más de 2.500 metros de altura sobre el nivel del mar.

Esta medida afectaba, sobre todo, a la selección boliviana, que disputa muchos de sus encuentros internacionales en La Paz (3.600 metros) e, incluso, a Ecuador, cuya capital, Quito, está a 2.850 metros.

Por razones médicas y para proteger la salud de los jugadores, el Ejecutivo resolvió que, en el futuro, no se deberán disputar partidos internacionales a una altura superior a los 2.500 metros”, subrayaba el 27 de mayo de 2007 la FIFA en un comunicado.

El entonces presidente, el suizo Joseph Blatter, explicaba en una conferencia de prensa que, aunque esta medida causaría polémica en Sudamérica, se adoptaba de acuerdo a los informes médicos. “Tenemos que pensar en la salud de los jugadores”, sentenció.

Poco después, la misma FIFA, y tras recibir muchas críticas de distintos colectivos del fútbol sudamericano, decidió elevar el veto de 2500 a 3000 metros, lo que habilitaba a ciudades como Bogotá en Colombia, o Quito en Ecuador, pero mantenía vetadas a La Paz y Cuzco. La selección colombiana amenazó con boicotear las eliminatorias de clasificación para el Mundial de 2010 a menos que la FIFA reconsiderará su decisión. En solo unos meses, la presión de los afectados acabaría con el veto de jugar los partidos a cierta altitud.

Pero esta no era la única vez que se intentaba algo similar. El 11 de diciembre de 1995, en la reunión del Comité Ejecutivo de la FIFA en París, con ocasión del sorteo de las eliminatorias, la Comisión Médica del organismo modificó de manera sorpresiva su criterio inicial de restringir partidos en la altura. «No es deseable que se disputen partidos de fútbol en estadios situados en una altura superior a los 3.000 metros», dictaminó. Igual que en 2007, las presiones llevaron a la FIFA a reconsiderar su decisión en la reunión del Comité Ejecutivo del 31 de mayo de 1996.

¿Qué le ocurre al organismo de un futbolista en la altura?

Pese a no prosperar la medida en ninguno de los intentos, la altitud sigue generando controversia y son muchos los futbolistas y técnicos que consideran “inhumano” jugar así y aseguran que genera una gran desventaja con los profesionales acostumbrados a estas condiciones.

Cuando se superan los 3.000 metros se produce lo que se llama “mal de altura”. El aire escasea como consecuencia de la baja presión de la atmósfera y, todo lo que parece normal, allí no lo es. Cualquier persona no adaptada a las alturas puede manifestar síntomas tales como jaquecas, mareos, vahídos, insuficiencias respiratorias, vómitos, pinchazos, pérdidas de consciencia y un sinfín de molestias que les impide realizar vida normal. Y esto se agrava para un deportista que debe hacer un gran esfuerzo físico.

Las carreras intensas, los saltos, remates, cambios de ritmo y dirección, consumen en el deportista ciertos “combustibles” que son cruciales: fosfocreatina (molécula que almacena energía en el músculo), glucógeno (azúcar depositada en el músculo) y glucosa (azúcar en la sangre). Con esta intensidad y, al no haber oxígeno, la glucosa se descompone y produce ácido láctico. Una alta acumulación de este ácido se traduce en fatiga y puede tener efectos muy negativos en cuanto a rendimiento.

A nivel del mar, el futbolista se recupera al estar parado, caminando, trotando o corriendo moderadamente: el sistema aeróbico recupera la fosfocreatina y elimina el ácido láctico, permitiendo la recuperación del deportista para hacer nuevos esfuerzos. Pero esto se dificulta en la altura, donde el oxígeno no abunda.

El deportista pierde en estas condiciones un alto porcentaje de la capacidad de su sistema aeróbico: tiene menos explosión, fuerza de remate, velocidad o potencia. Asimismo, el ácido láctico le produce agitación, pesadez muscular y pérdida de coordinación motriz, lo que hace que no sean precisos en sus movimientos o en sus pases. Además, el aire actúa sobre el movimiento del balón un 25% menos en la altura por lo que la pelota es más impredecible, más rápida y los chutes son más imprecisos.

En algunos casos incluso, el jugador puede perder noción de factores espaciales, temporales y de fuerza, visión, y tomar decisiones más incorrectas que lo normal. En lo psicológico, pueden volverse menos tolerantes y realizar más faltas.

Los expertos, según el estudio médico realizado por la FIFA, aseguran que estos efectos pueden comenzar a sentirse tan sólo a los cinco minutos de juego.

Viagra: ¿Solución milagrosa?

Ante este cúmulo de dificultades se recomienda que los equipos viajen unos días antes para adaptarse aunque otros han optado por soluciones más excéntricas. En los preparativos antes de viajar a Bolivia, algunos equipos complementan su dieta con ácido fólico y con ensayos en cámaras hiperbáricas, espacios controlados por equipos médicos donde se comprueba el rendimiento de los jugadores en diferentes condiciones de presión atmosférica. Pero sin duda la solución más imaginativa es la puesta en marcha por algunos equipos argentinos y brasileños: la viagra.

Según algunos expertos, “la viagra es un vasodilatador y eso ayuda a la erección porque aumenta la circulación de la sangre, sin embargo no es exclusivo de los órganos genitales. La vasodilatación se puede producir en otras partes del cuerpo. De esta forma aumenta el flujo sanguíneo y la oxigenación y, por ende, aumentaría el rendimiento del deportista”.

Lo cierto es que, a día día de hoy, ninguna solución milagrosa ha logrado acabar con la pesadilla de jugar al fútbol a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar.