El derbi
Real Madrid-Atlético (2-0): El campeón ha llegado
El equipo de Zidane es superior a los de Simeone y demuestra que está listo para competir. Acaba la semana más dura con un éxito rotundo
Puede que la última derrota contra el Shakhtar fuese el suelo, el punto de inflexión de este Madrid, como el que se mira en el espejo y se pregunta qué está haciendo, dónde ha dejado lo que era. Desde entonces ha jugado los tres partidos más decisivos de la temporada. Porque contra el Sevilla encontró la seriedad defensiva con la que mandó en LaLiga pasada, porque contra el Borussia, en Champions, volvió a demostrar su capacidad para moverse en ambientes angustiosos y porque, por fin, contra el Atlético demostró la constancia que le faltaba para mantener la concentración, la seguridad atrás y el dominio de todos los momentos del partidos.
Cuando mandas y cuando no mandas con la pelota, pero sí en las sensaciones. Nunca dejó que el Atlético fuese peligroso. Los de Simeone llegaban al derbi, a su partido, en su mejor momento y lo terminaron con derrota y sin dejar ninguna huella de su nuevo fútbol, de Luis Suárez o de su legendaria capacidad defensiva. Era un partido para que el conjunto rojiblanco diese un golpe a la Liga que más que definitivo podía ser significativo, pero fue un encuentro en el que el Real Madrid dejó su firma y eso hace que el resto de competidores puedan sentir el frío de un temor que comienza: el campeón ha llegado, prepárense.
El equipo de Zidane ha recuperado la confianza que se le había esfumado en los torpes tropiezos pasados. Eso ya es historia. Contra el Atlético mostró su mando desde el principio: presionó arriba todo el partido cuando había que hacerlo, se resguardó cuando tocaba y casi siempre mandó en el centro del campo, donde Modric y más Kroos, repartieron fútbol y sacrifico para dar controlar casi todo el encuentro a su antojo. El alemán era un festival de pases y cambios de sentido que mareaban al Atlético. Simeone empezó con cinco defensas y cuando vio que no tocaba la pelota, cambió a cuatro hombres en el centro del campo. Eso, sin embargo, liberó algo a Benzema para que el equipo blanco siguiera hilando.
Como Vinicius pierde un poco en el orden, porque le gusta correr y los partidos más deslavazados, con más huecos, el equipo volvió a decantarse hacia la derecha. Allí, el mensaje de Zidane fue claro: Lucas Vázquez se merecía seguir jugando, aunque volviese Carvajal. Quitarle de los partidos redondos que está haciendo era un mensaje equivocado. Lucas jugó todo el partido. Primero de extremo, después de lateral (cuando Carvajal fue sustituido tras dejar su huella con ese chutazo para el gol). Y Lucas cumplió todo el rato.
Es una banda con carácter ésa y lo aprovechó el Madrid. De ese lado nació el córner que remató increíblemente solo Casemiro. El gol confirmó la tendencia del partido. El Madrid domaba el partido, el Atlético tenía algún momento con Joao Felix, pero siempre lejos del área. Era un partido competido, pero sin excesivas ocasiones y en el que siempre el peso lo llevó el conjunto blanco, muy cómodo con la pelota en campo contrario, sin arriesgar y esperando el mometo.
Lo vio mal Simeone: su equipo no había tenído profundidad, Luis Suárez, que se toma estos partidos como un asunto de vida o muerte, se aburrió sin dar ni una noticia. En el descanso hizo tres cambios el entrenador argentino y lo cierto es que el Atlético ganó algo de vida. Al menos ya tenía algo más la pelota y podía respirar y dejar de perseguir a los jugadores blancos y a la pelota. No llegaba, pero al menos daba la impresión de dar la cara contra el Real Madrid.
Pero no fue suficiente. El Madrid sabía replegarse bien: ahora es un equipo que sabe jugar muy juntito y no dar ni un espacio al rival. Ha recuperado la esencia que le llevó al éxito y la nueva vida de Modric y Kroos le da luces largas a la hora de jugar al fútbol.
Si Simeone tenía alguna ilusión de cambiar la dinámica del partido, se quedó con las ganas cuando un despeje tras una falta, lo paró con el pecho Carvajal, lejos del área y con ayuda de Oblak lo clavó en la portería.
Aunque el Atlético llegó más desde entonces, ya el marcador era un peso excesivo. El equipo de Zidane se relajó y eso lo aprovecharon los rojiblancos para conocer como éra Courtois, su antiguo compañero. Cada vez que llegaron, respondió como suele hacerlo el belga.
Acabó el partido sin recibir un gol el Madrid. Ni uno en los tres últimos choques. Serio, dominador y listo.
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