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Opinión

La eterna normalidad de Kroos y Modric

Luka Modric y Toni Kroos, durante un partido ante el Inter de Milán
Luka Modric y Toni Kroos, durante un partido ante el Inter de MilánMartin MeissnerAgencia AP

Uno se cree que es joven y al día siguiente exige a sus compañeros de trabajo ir a una terraza al aire libre para hacer la comida de Navidad. De lugares cerrados, nada, que los aerosoles son los verdaderamente peligrosos. Y por poco no les pide una PCR negativa previa para tomar las cervezas típicas antes de la Nochebuena.

Es la nueva normalidad, la del fútbol en silencio, que no permite la afición en las gradas y a cambio te deja escuchar cómo Simeone le grita una y otra vez a Joao Félix que no se despiste en la marca a Modric. Harto acabó el portugués de las correcciones defensivas de su técnico y de perseguir sombras en el centro del campo durante el derbi madrileño. Modric y Kroos reinaron en el Estadio Alfredo di Stéfano como en los tiempos de las tres Champions consecutivas.

Su normalidad no es nueva ni vieja, es eterna y dentro de veinte años, cuando los jóvenes alucinen con la estrella de turno en el Real Madrid, los viejos les diremos que no saben lo que dicen porque no han visto jugar a estos dos. Como hacen ahora los mayores cuando te hablan de Pirri y aquellas camisetas blancas impolutas sin publicidad. Resulta que Toni y Luka estaban acabados, desgastados, sin hambre... pero cuando se ponen, como dice Zidane, se puede ir con ellos al fin del mundo.

Eso lo tiene clarísimo el técnico francés, que cuando se enreda con el castellano y no encuentra el adjetivo adecuado tira por el camino más corto. «Son magníficos, están... de puta madre», dijo sobre sus centrocampistas. Mi nivel B1 de francés no me da para saber cómo se dice esto en francés, pero esta semana llamaré a mi amiga Mariola para que me ilumine.