Juegos Olímpicos

Espíritu olímpico

El atleta ario que enfureció a Hitler por ayudar a un negro a ganar el oro

El 27 de abril de 1913 nacía Luz Long, todo un símbolo de espíritu olímpico por su apoyo y amistad con el atleta afroamericano Jesse Owens.

Long y Owens
Long y OwensArchivoLa Razon

El 27 de abril de 1913 nacía Carl Ludwig Long, más conocido como Luz Long, un atleta alemán, medallista olímpico en los Juegos de Berlín de 1936 y el primer condecorado con la Medalla Pierre de Coubertin, a título póstumo, por su deportividad en esos Juegos. Y es que el atleta se ha convertido en todo un símbolo del espíritu olímpico. Ganador de la medalla de plata en los Juegos de Berlín 1936, siempre será recordado por su apoyo a su rival Jesse Owens, que acabaría logrando la medalla de oro gracias a la ayuda de Long.

El régimen nazi utilizó los Juegos Olímpicos de Berlín como propaganda, intentando demostrar la superioridad de la raza aria. Para ello, el Tercer Reich tenía grandes esperanzas en sus deportistas, incluyendo a Long, medalla de bronce en el Campeonato Europeo de Atletismo celebrado en Turín dos años antes en salto de longitud, con 7,25 m. Además de ser el segundo mejor del mundo en esta especialidad (sólo superado por Owens), era blanco, rubio, de ojos azules y alto (1,84 m). Es decir, era el ejemplo de atleta ario que habría de imponerse a razas catalogadas como inferiores por Hitler.

La estrella de los JJ.OO. de Berlín de 1936, además de Hitler, fue sin duda James Cleveland Owens, al que todos llamaban “Jesse”. Un negro de Ohio triunfaba en medio de los fastos nazis y ante el mismísimo Adolf Hitler.

Antes de la final de salto de longitud, el alemán Lutz Long fue llamado ante el Fuhrer y recibió indicaciones claras de que, por el bien de la nación, no sólo debería ganar a Owens, sino que debía abstenerse de todo contacto con é y limitarse a derrotarle y dejar clara su absoluta superioridad y la de la raza aria. Los ojos de todo el partido nacional-socialista, de Hitler y de toda Alemania estaban puestos en él. Nada más lejos de lo que ocurriría después.

Ejemplo de dignidad

La clasificación para la final de esta prueba comenzó el 4 de agosto con un récord olímpico de Long, mientras que Owens, que acababa de ganar la medalla de oro en los 100 m lisos, hizo nulo en sus dos primeros intentos, quedándole sólo una oportunidad para no ser eliminado. A pesar de ser su rival, en ese momento Long se acercó a Owens y le aconsejó que calculase el salto desde varios centímetros antes de la tabla de batida, evitando así realizar un tercer nulo que le hubiese valido la eliminación, dado que él solía saltar bastante más de los 7,15 m requeridos para avanzar. Owens, haciéndole caso, no arriesgó tanto como en sus dos primeros intentos y se clasificó sin problemas.

En la final, celebrada al día siguiente, Long hizo una marca personal de 7,87 m, siendo superado por los 8,06 m de Owens, que batía así el récord olímpico y se llevaba la medalla de oro. Lutz Long fue el primero en felicitar al campeón y el abrazo entre ellos pasaría a la historia.

Lo que hizo Luz Long aquella tarde es todo un ejemplo de dignidad pero además acompañó al despreciado Owens durante toda la competición y sembraron una amistad que traspasó los límites del deporte.

El enfado de Hitler

El estadio quedó en silencio. Hitler se levantó y se marchó para evitar tener que darle la mano y felicitar a un hombre de color. Luz Long, ante la mirada atónita del palco, se acercó a Jesse y se fundieron en un abrazo.

Terminados los Juegos, Long siguió compitiendo, siendo tercero en los Europeos de Atletismo celebrados en París dos años más tarde, con una marca de 7,56 m. Después de retirarse del deporte definitivamente trabajó como abogado hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial.

Aunque los deportistas de élite alemanes contaban con el privilegio de no tener que ir al frente, Long se alistó y luchó en la división Hermann Göring. Fue herido durante la invasión aliada de Sicilia y finalmente falleció el 13 de julio de 1943 en un hospital británico.

Amigos hasta la muerte

Ambos atletas mantuvieron el contacto hasta la muerte del germano. Una vez terminada la guerra, Owens viajó a Alemania para conocer a la familia de su amigo. El estadounidense diría de él en una entrevista: “Se podrían fundir todas las medallas y copas que gané, y no valdrían nada frente a la amistad de 24 quilates que hice con Luz Long en aquel momento.” En su última carta, Long escribió a Owens y le pidió que se pusiera en contacto con su hijo después de la guerra y le hablara de su padre y así lo hizo. Owens viajó a Alemania para encontrar a Kai Long, que se ve con Owens en el documental de 1966 Jesse Owens regresa a Berlín, donde él está en la conversación con Owens en el Estadio Olímpico de Berlín. Más tarde el afroamericano sería el padrino de Kai Long en su boda.

En su honor, una calle cerca del estadio de la ciudad natal del alemán y otra al Estadio Olímpico de Múnich llevan su nombre y en recompensa por su espíritu deportivo más allá de lo que era lo esperado y hasta ordenado por su gobierno, Long recibió la medalla Pierre de Coubertin de manera póstuma.

La historia de Long y Owens son de la que engrandecen al deporte y siempre será recordada como símbolo del espíritu que debe regir cualquier competición deportiva y máximo exponente del respeto al rival.