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Una generación forjada a través de las derrotas de la selección

“Eliminados”, el libro de Fernando Costilla retrata a un grupo de amigos que cada cuatro años se reúnen para ver caer a España una y otra vez. Hasta el gol de Iniesta

Portada de "Eliminados"
Portada de "Eliminados"Alianza Editorial

Hay toda una generación de españoles que midió su adolescencia y su primera juventud en las decepciones que le proporcionaba la selección. Cada cuatro años, puntual a la cita, se marchaba en los cuartos de final o por penaltis Cuando no coincidían las dos cosas. A esa generación pertenece Fernando Costilla, el autor de “Eliminados” (Alianza de Novelas), y también los protagonistas de la historia. Un grupo de amigos que se unen cada cuatro años para ver a España caer una y otra vez.

El fútbol es la excusa para sirve de fondo para que Fernando Costilla elabore un retrato generacional por el que aparece el tráfico de vídeos vhs entre amigos que hacían más llevadera la adolescencia. Canciones de siempre, como “Branquias bajo el agua”, que había que buscar de manera analógica en el cassette. O bares clásicos, algunos ya desaparecidos por culpa de la pandemia como el Garaje Hermético. Un relato que reúne a cuatro amigos que podría ser cualquier grupo de colegas nacidos en los primeros 70. De los que sufrían con Julio Salinas y de los que renegaban del Naranjito, aquella frustración infantil tan difícil de digerir. De los que disfrutaron como nadie de ese gol de Iniesta que le daba a España un Mundial, eso que pensaban que nunca iban a ver ganar a su selección.

Una generación que arrastraba frustraciones eternas, como la que generaba Francia, con la que España perdió en la Eurocopa del 84 y de nuevo en la de 2000. Fantasmas eternos que reviven cuando las dos selecciones se cruzan de nuevo en el Mundial de 2006, ese en el que algún periódico decía que había que jubilar a Zidane y fue Zidane y nos mandó a casa. Frustraciones que pasan de un deporte a otro, como sucede con los italianos. “¿Te acuerdas de Dino Meneghin?”. Todos se acuerdan.

Costilla no hace un repaso histórico de los Mundiales, sino un retrato emocional. Todo el mundo sabe qué hacía cuando llegaban esas derrotas a las que nunca confiamos en darle la vuelta aunque la ilusión se renovaba en cada comienzo de campeonato. Cada cuatro años los amigos vuelven a ser adolescentes emocionados por la posibilidad de un éxito que nunca llega. Sólo derrotas que forjan el carácter y que permiten que se disfrute más de la victoria cuando llega. El triunfo inesperado sabe mejor. Para esa generación y para las anteriores, que tuvieron que sufrir que España incluso no se clasificara para esos torneos.