Gimnasia
Larry Nassar o cuando la justicia llega tarde con el depredador
Tras decenios abusando sexualmente de niñas, Larry Nassar fue condenado por primera vez el 18 de enero de 2018. Sus tres juicios conllevaron casi doscientos años de cárcel
El pabellón construido para las competiciones de gimnasia de los Juegos de 2016 en el Autódromo Nelson Piquet de Barra da Tijuca, al oeste de Río de Janeiro, presenció la mayor gesta olímpica de este deporte desde los tiempos de Nadia Comaneci. Simone Biles, una bomba de músculos venida desde Ohio, se colgaba cuatro de los seis oros posibles (concurso general por equipos e individual, salto y suelo), uno más que la diosa rumana en Montreal 76. Eso fue a mediados de agosto, sin que nadie imaginase que apenas un mes después, la federación estadounidense -la omnipotente USA Gymnastics- estallase en añicos tras destaparse un pavoroso caso de abusos sexuales.
La manga ancha con entrenadores sospechosos de comportamientos inapropiados era un secreto a voces desde finales de los noventa y los más avisados sonrieron con sarcasmo cuando, en 2007, USA Gymnastics endureció los requisitos éticos para trabajar con menores. En juicios posteriores, se supo que los empleados de la federación recibían la orden de descartar de forma rutinaria cualquier denuncia de abuso que no procediera directamente de la víctima o de sus padres. Técnicos como Mark Schiefelbein, James Bell o William McCabe, finalmente convictos con duras penas, siguieron en sus respectivos puestos cuando las sospechas eran abrumadoras. Del último, el propietario de un gimnasio privado dijo que «debería estar encerrado en una jaula antes de que alguien sea violado”. Continuó entrenando siete años más.
El osteópata y profesor de la Universidad de Michigan Larry Nassar era una institución en la gimnasia estadounidense. Llevaba tres decenios ligado a la federación en funciones híbridas entre el entrenamiento y la atención médica. Un año antes de los Juegos de Río, cuando ya había alcanzado el estatus de gurú, fue despedido sin más explicaciones que “la preocupación de las deportistas”, que habían amenazado con un plante olímpico. La realidad fue que Sarah Jantzi, entrenadora de la miembro del equipo olímpico Maggie Nichols, denunció con detalle a USA Gymnastics los abusos de Nassar, que introducía su dedo en la vagina y ano de las chicas con la excusa de examinarlas.
La espoleta se programó a un año vista para que estallase al regreso de Río, donde las estadounidenses, lideradas por Biles, encabezaron el medallero. En septiembre de 2016, a Larry Nassar lo arrestaron por tenencia de pornografía infantil, dos meses después lo acusó la Fiscalía de Michigan de agresión sexual continuada sobre un niño entre 1998, cuando tenía seis años, y 2005… y a partir de ahí llegó una cascada de denuncias de más de doscientas chicas que declaraban haber sido víctimas del depredador.
Finalmente, se montaron tres casos penales contra Nassar con un centenar de acusaciones formales, de las que el médico se declaró culpable en sólo diez casos, además de admitir su afición a la pornografía infantil, de la que era coleccionista y difusor. La Corte Estatal de Michigan lo condenó a cuarenta años de cárcel y, en meses posteriores, recibió otras dos sentencias a cumplir consecutivamente en una prisión federal por un mínimo de sesenta años y sin posibilidad de remisión por motivo alguno. El abusador morirá en la penitenciaria de alta seguridad de Tucson (Arizona) en la que está internado.
Los procesos civiles contra USA Gymnastics y el Comité Olímpico Estadounidense continúan su curso y expertos juristas prevén que las indemnizaciones acordadas a las víctimas, por su negligente vigilancia, llevarán a la bancarrota a estas dos instituciones. En septiembre pasado, Simone Biles declaró en uno de los juicios para acusarlas de «haber permitido los abusos» con «pleno conocimiento» de los mismos y desear que «ninguna chica vuelva a pasar por este infierno».
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