Mundial de Atletismo

Todos detrás de los Estados Unidos en Eugene

El triplete de los locales en la prueba reina de la velocidad reconcilió a los estadounidenses con los cien metros, una prueba en la que no dominan desde principios de este siglo

El estadounidense Fred Kerley cruza la meta para ganar la final de 100m masculinos en el Mundial de Eugene
El estadounidense Fred Kerley cruza la meta para ganar la final de 100m masculinos en el Mundial de EugeneAlberto EstevezAgencia EFE

Maurice Greene en el quinquenio 1997-2001, ambos inclusive, y Justin Gatlin en 2004 y 2005, aunque su recurso al dopaje pone todos sus resultados en solfa, fueron los últimos velocistas estadounidenses que pudieron coronarse sobre el trono de la prueba reina, al unificar el título universal con el oro olímpico, pero es que antes que ellos ya se habían sucedido las consagraciones del británico Linford Christie (Barcelona 92) y del canadiense Donovan Bailey (Atlanta 96) para suceder a Carl Lewis, cuya última victoria en el hectómetro fue hace más de tres decenios años en Tokio. Fue la última vez, hasta la madrugada del sábado al domingo, en la que un país copó el podio de los 100 metros lisos en un evento mundial.

La final de la velocidad pura en el III Campeonato Mundial de la IAAF, celebrado en el mismo Estadio Olímpico tokiota en el que Marcel Jacobs humilló el año pasado a los velocistas estadounidenses, está considerada la mejor de la historia. Resulta llamativo que, además del triplete estadounidense, los cronos presentan grandes coincidencias. Carl Lewis ganó con la misma marca con la que Fred Kerley triunfo anteanoche en Eugene (9,86, que entonces supuso récord del mundo); Leroy Burrell fue plata con su mejor registro de siempre, idéntico 9,88 que Marvin Bracy; y Dennis Mitchell, tercero en la capital japonesa, tampoco corrió nunca más rápido que ese día, en el que paró el reloj en 9,91, dos centésimas más lento que Trayvon Brommel.

Los siguientes tres clasificados en Tokio, sin embargo, lograron mejores tiempos que el jamaicano Oblique Seville (9,97), que se quedó en Oregón con la triste medalla de chocolate. Su compatriota Raymond Stewart fue sexto con 9,96, récord nacional en ese 1991, mientras que Christie y el namibio Frankie Fredericks lo antecedieron gracias a sus respectivas plusmarcas europea (9,92) y africana (9.95). Seis atletas, o sea, se apiñaron en nueve décimas por debajo de los diez segundos y batiendo todos sus registros personales de siempre. Kerley, Bracy y Brommel perpetúan así la tradición estadounidense en los Mundiales, pero se acusa un retroceso de treinta años en los valores cronométricos.

Es cierto que el Mundial de Tokio fue especialmente pródigo en grandes marcas. Los 8,95 metros que Mike Powell saltó en longitud, por ejemplo, siguen siendo el récord del mundo y sus dos acompañantes en otro podio copado por los estadounidenses, Lewis (8,91) y Larry Miricks (8,42), se fueron más lejos que los 8,36 con los que Jianan Wang se acaba de proclamar campeón del mundo en el Hayward Field.

El primer Mundial de la historia, el celebrado en Helsinki en 1983, también vio a los tres representantes de los EE UU subirse al podio de los 100, ya que ganó Lewis por delante del vigente recordman del mundo, Calvin Smith, y Emmit King. Y aunque ese triplete no se dé con frecuencia, sí que conviene resaltar el gran mérito de los velocistas yanquis que, pese a sus fracasos olímpicos, venían de ganar el oro y la plata en los dos últimos campeonatos del mundo: Gatlin, Coleman y el jamaicano Bolt en su despedida en Londres 17; Coleman, Gatlin y el canadiense De Grasse en Doha 19.

Lejos del récord de Bolt

Usain Bolt lleva un lustro alejado del tartán y todavía no se aprecia quién podría acercarse a sus marcas. El «Relámpago» estableció el actual récord del mundo (9,58) hace ya trece años en Berlín y posee cuatro de las siete marcas mejores de todos los tiempos. Pero es que hace ya un decenio que nadie amenaza los 9,69 de Tyson Gay (2009) y Asafa Powell (2012), ni tampoco al 9,75 de Gatlin en 2015. Los velocistas en activo más rápidos son Coleman y Kerley, gracias a un 9,76 que no pudieron reeditar en la final de Eugene. Si nadie lo supera de aquí a los Juegos de París, lo que ahora mismo parece improbable, el récord de Bolt superará los casi quince años de vigencia que tuvo el de Jim Hines (9,95 entre octubre de 1968 y julio de 1983), el más longevo de la historia de los 100 metros.

De cara al próximo fin de semana, el sprint de las barras y estrellas tiene pendiente otra tarea urgente: mantener el título del 4x100 que lograron hace dos años en Qatar y que fue sólo el tercero en las diez ediciones mundialistas celebradas en el siglo XXI, tras París 2003 y Osaka 2007. Jamaica ganó los cuatro que disputó con Bolt y Reino Unido la sucedió en Londres 2017 en un siglo que también vio triunfar a Sudáfrica (Edmonton 2001) y Francia (Helsinki 2005). En la presente centuria, pues 2000 (oro olímpico en Sídney para Mo Greene y compañía) fue el último año del primer milenio, el título olímpico del relevo corto lo han ganado Reino Unido (Atenas), Trinidad y Tobago (Pekín), Jamaica (Londres y Río) e Italia (Tokio).

Los cuatro finalistas de la prueba individual con el refuerzo, si fuera necesario, de Kyree King (9,96) y Elijah Hall-Thompson (9,90) configuran una armada imbatible desde el punto de vista de cronométrico. Pero los técnicos aseguran que en cada uno de los tres pasos del testigo puede perderse medio segundo y que, en ocasiones, vale más alinear a un relevista un poco más lento pero que engrase mejor las postas. Esta política choca con el espíritu radicalmente individualista del equipo estadounidense, que garantiza las plazas en la final a los cuatro primeros clasificados en los 100 metros de los trials. La historia está plagada de triunfos de selecciones con cuatro atletas por encima de los diez segundos en la prueba individual.