Vuelta a España 25
Gaudu sonríe y Turner tiembla y se emociona en la Vuelta a España
El ciclista francés es el nuevo líder de la carrera y el británico se impone en la llegada a Voiron
A David Gaudu le hacía más ilusión vestirse de rojo que a Vingegaard mantenerlo. Y en su país, en la llegada a Voiron –última parada antes de llegar a España– el francés se viste de rojo para demostrar que su victoria del lunes en Ceres es algo más que un triunfo. Es el aviso de que Vingegaard tiene un rival con el que no contaba.
Para él es un orgullo, para Vingegaard el maillot de líder era una molestia innecesaria. Un desgaste y una pérdida de tiempo que el danés no se quiere permitir. En tiempos en los que todo está medido los minutos de podio, de controles y de atención a los medios prefiere ahorrárselos. Gaudu, no. Para Gaudu es una necesidad recordar que está de vuelta para disputar las generales.
El liderato de Gaudu es, además, un premio para la localidad de Voiron, que se volcó con la carrera. Disfrazado de España gracias a la asociación francoespañola del pueblo que ofrecía paella, sangría y pastas además de mucho colorido.
«Cuando he subido al podio ha sido una sensación increíble. No pude hacer un gran Giro, no fui al Tour porque no estaba en forma y ahora estar aquí y ser líder es impresionante», asegura el francés.
Pero su emoción no era más grande que la emoción del sorprendente ganador, Ben Turner. La llegada, otra vez, era para Pedersen y otra vez el danés se quedó lejos de la victoria. Planckaert, el lanzador del Alpecin, hizo un trabajo extraordinario para Philipsen despejándole una llegada que no era la más adecuada para él, pero el belga fue segundo. Se le adelantó Ben Turner en la meta. El corredor del Ineos se dejó la vida en la subida y las lágrimas en la meta.
Aún estaba emocionado cuando atendió a los medios en rueda de prensa. Es su segunda victoria de la temporada después de la que consiguió en la Vuelta a Polonia, de la que apenas le ha dado tiempo a recuperarse.
Con la catedral de San Bruno al fondo como escenario ideal para la llegada, el británico impuso su desgarbada figura sobre la de Philipsen. Extremadamente delgado a pesar de su 1,94 de altura, se adaptó mejor a la rampa final que el belga, que quedó atrapado por detrás de su lanzador.
Casi tembloroso todavía, Turner aseguraba que la pasada ha sido una de las semanas «más locas» de su vida. «Volé desde Polonia directamente», cuenta. Apenas tuvo un día de descanso antes de afrontar la Vuelta, lo que hace más inesperado aún su triunfo. «Estoy digiriendo el sentimiento todavía», confesaba.
Ganaba, además, después de atravesar los Alpes. Casi cortaban los ciclistas entre todos los colosos alpinos para ascender solamente a Montgenevre y a Lautarets, la versión corta y amable del Galibier donde Juan Ayuso labró su desgracia en el UAE. Fue subiendo esas rampas donde le acusaron de no entregarse los suficiente para su líder, Tadej Pogacar, en el pasado Tour. Y donde decidió que quizá su lugar estaba más fuera que dentro del equipo de los Emiratos.
Ahora, mientras intenta reacomodarse en el equipo, disfruta del maillot blanco que le distingue como el mejor joven de la carrera. No se le ha visto todavía demasiado en las llegadas, pero tampoco se ha distanciado de los mejores. El español espera el momento de hacerse notar y de que llegue su momento de felicidad. El que hoy disfrutan David Gaudu y Ben Turner.