Clásica de Jaén

Pogacar se exhibe en los caminos de tierra de Machado

Se impone en la Clásica de Jaén después de atacar en el tramo de "sterrato" que lleva el nombre del poeta

Pogacar levanta los brazos en la meta de Baeza
Pogacar levanta los brazos en la meta de Baeza Clásica Jaén Paraíso Interior / Sprint Cycling

A Tadej Pogacar le dan igual las cuestas, los adoquines o los caminos de tierra. Todos son terrenos en los que se puede atacar. No le gusta al esloveno moverse entre la masa del pelotón. Prefiere manejarse en solitario, a su aire. Y cuanto más tiempo, mejor.

Por eso no dudó en lanzar su primer ataque cuando aún quedaban 44 kilómetros para el final. Un aviso de lo que vendría dos kilómetros después, cuando los corredores atravesaban el tramo de tierra bautizado como Antonio Machado. Un parcial que no tenía nombre y que recibió el del poeta por votación popular. Muy cerca del aula donde impartió clases que se conserva en la antigua Universidad de Baeza estaba la meta.

Hasta allí, con un tramo adoquinado en descenso que comenzaba a 500 metros del final, tenía más prisas que nadie por llegar Pogacar. Nada le detenía en su particular contrarreloj en la que fue atrapando hombres por el camino. El último, Sergio Samitier, que había sobrevivido desde la fuga inicial junto a Xabier Mikel Azparren, al que soltó cuando todavía quedaban 36 kilómetros por delante.

No tardó en tomar ventaja Tadej, el ganador de los Tours de 2020 y de 2021. Una ventaja que le servía para afrontar sin nervios pequeños inconvenientes como el pinchazo que sufrió a falta de ocho kilómetros para el final cuando atravesaba el último tramo de tierra. Avisó por radio al coche de su equipo. paró a la derecha del camino y esperó con tranquilidad a que le cambiaran la bicicleta. La ventaja disminuyó, pero no puso en peligro su victoria en la segunda edición de la Clásica de Jaén.

Los caminos de tierra son uno de los grandes atractivos de la carrera jiennense, impulsada por el seleccionador español, Pascual Momparler. Eran siete los tramos de «sterrato» por los que pasaba la carrera. Siete oportunidades para romperla, siete riegos que añadir a los habituales. Pero nada impide a Pogacar cumplir con el destino trazado. Por más que fuera su debut en esta temporada.

Pero el esloveno no concibe salir a entrenarse cuando se pone un dorsal. O participar para preparar otra carrera. Él quiere ganar siempre. Sabe lo que quiere y también lo que esperan de él. Y lo que esperaba la organización, que ha peleado por que estuviera en la salida, es que diera brillo a la Clásica.

No hay mejor manera de dar lustre a la carrera que inscribir su nombre en el trofeo, la aceituna de oro que se lleva el ganador. Había aspirantes, pero no había ningún favorito más que estuviera a su altura. Y levantó los brazos en la meta de Baeza sin que nadie le molestara. Por detrás viajaba Turner, del Ineos, junto a Wellens, compañero de Pogacar en el UAE, que entraron segundo y tercero a 49 segundos. Por detrás de ellos, otro corredor del UAE, Hirschi, ocupaba la cuarta plaza.

Una actuación que pone contento al esloveno. «Estoy muy satisfecho con la carrera y, sobre todo, con la actuación del equipo y con el tercer puesto de Wellens y con el cuarto de Hirschi», decía. Un hombre feliz.