Ciclismo
Una contrarreloj para terminar la Vuelta 2024
La carrera española se olvida del tradicional paseo final y acaba con una etapa contra el crono por las calles de Madrid
El Cuitu Negru es la continuación del puerto de Pajares, lo más parecido a la subida al infierno, con rampas de hasta el 24 por ciento que la única vez que aparecieron en la Vuelta hicieron vomitar al eritreo Daniel Teklehaimanot. No había vuelto a subirse desde entonces, pero la Vuelta lo recupera para la edición de 2024. Una carrera que apenas explora territorios nuevos. Prefiere esta vez profundizar en terrenos conocidos, como los Lagos de Covadonga, que se ascienden por primera vez después de un día de descanso, o los Ancares, aunque esta vez se suben por una vertiente desconocida.
Son nueve las subidas en alto que tendrán que afrontar los ciclistas en una carrera que comienza el 17 de agosto en Lisboa y termina el 8 de septiembre en Madrid. Una edición que cierra un círculo perfecto, comienza con una contrarreloj y finaliza con otra. No todas esas subidas son de la máxima categoría, la Vuelta no renuncia a su personalidad de carrera nerviosa y movida con algunos finales explosivos en puertos de tercera, como sucede en los finales de la sexta etapa en Yunquera y de la octava en Cazorla. Esos son los otros dos finales novedosos en subida de la Vuelta para la edición de 2024. Son ocho las etapas puras de montaña que tendrán que afrontar los corredores y cinco más de media montaña.
Los ciclistas podrán disfrutar de una falsa sensación de paz en las primeras tres etapas, que discurren por territorio portugués. Pero nada más pisar suelo español a la entrada por Extremadura tendrán que ascender al Pico Villuercas. Ya se ascendió en 2021, en lo que fue el primer final en alto de la historia de la carrera en Extremadura.
La Vuelta recupera dos territorios que han tenido mucha presencia en los últimos años, pero que estuvieron ausentes en 2023, Andalucía y Galicia. Ese es el principal trastorno para los ciclistas, que tendrán que viajar entre Granada y Ponteareas en el primer día de descanso. La llegada a la capital granadina es, en esta ocasión, más tranquila de lo habitual, sin subir a Sierra Nevada ni a ninguna de sus variantes antes del mayor desplazamiento de los últimos años.
El terreno en Galicia está marcado por la subida a Manzaneda, estación de esquí a la que ya se ascendió en 2011. Después ya llega el paso a los Ancares, que en 2024 recibe a la Vuelta por la cara leonesa. Este puerto se ha subido en dos ocasiones, en 2012 y en 2014, con victorias de Purito Rodríguez y de Alberto Contador. Esas dos ediciones acabaron con victoria del ciclista madrileño. Aunque en 2012 parecía incapaz de superar a Purito. Tuvo que aprovechar los efectos del día de descanso y el camino hacia Fuente Dé.
Las etapas asturianas se parten en dos por la segunda jornada de descanso. Los ciclistas tendrán tiempo para recuperarse después del ascenso al Cuitu Negru y antes de afrontar la clásica subida a los Lagos de Covadonga. Fueron una revolución cuando se ascendieron por primera vez en 1983, cuando se hacía el juego de palabras con el lago Enol y los lagos de Hinault. Aunque fue Marino Lejarreta el primer vencedor. Después de unos años en los que los favoritos parecieron desentenderse de la lucha por la etapa, en las últimas ocasiones en que se ascendió recuperó el carácter decisivo de sus primeras veces.
Asturias queda todavía lejos del final, que esta vez espera mantener la incertidumbre hasta el final. Las subidas a Moncalvillo, en La Rioja, y al Picón Blanco preceden a la etapa de Madrid, que para este año se ha olvidado del tradicional paseo por las calles de la capital para terminar con una contrarreloj individual que comienza en el distrito Telefónica y termina para finalizar con el habitual recorrido por el Pasaje de la Luz.
Son sólo 34 los kilómetros contrarreloj que recorrerá la Vuelta, pero serán decisivos. Los 12 de Lisboa y los 22 de Madrid. Una modalidad que hace mucho que no explora en Madrid, aunque sí la ha utilizado cuando la carrera ha finalizado en Santiago de Compostela.
La última vez que la Vuelta finalizó en una contrarreloj en Madrid fue en el año 2002, cuando Aitor González arrebató el triunfo a Óscar Sevilla. Entonces el escenario elegido fue el Santiago Bernabéu. Era el año del centenario del Real Madrid y fue el homenaje que le hizo la Vuelta.
Un final contra el reloj evita escenas como la del año pasado en la que el Jumbo Visma pudo elegir al ganador entre sus tres mejores corredores. Para el recuerdo queda la definición del Tour en 1988, aquella mítica remontada de Greg LeMond ante Laurent Fignon. Le recuperó 50 segundos y sumó ocho más de ventaja final. Con ese espíritu afronta la Vuelta el final para 2024. Eso sí, después de haber subido al infierno.
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