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Real Madrid

El Madrid se olvida de marcar y pierde en Rusia (1-0)

Nikola Vlasic (c) de PFC CSKA anota un gol ante el Real Madrid CF, en el estadio Luzhniki, en Moscú (Rusia). EFE/Sergei Ilnitsky
Nikola Vlasic (c) de PFC CSKA anota un gol ante el Real Madrid CF, en el estadio Luzhniki, en Moscú (Rusia). EFE/Sergei Ilnitskylarazon

No hay manera. No hubo apenas posibilidades contra el Sevilla; faltaron oportunidades en la segunda parte contra el Atlético y tres palos lo impidieron en Rusia. Tres partidos consecutivos lleva el Madrid sin marcar. Puede ser un accidente que está empezando a durar demasiado o un síntoma de que al conjunto blanco le falta puntería. Se pasó setenta minutos del encuentro acosando al CSKA, sobre todo en la segunda mitad, con todos los futbolistas menos Navas en el área rival y Mariano rematando todo lo que le llegaba. Ve un balón y va a por él incluso antes de que su cabeza dé la orden. Es puro instinto animal. Su único remate bueno se fue al palo, como en la primera parte habían ido un tiro lejano de Casemiro y luego un remate de cabeza de Benzema. Tres palos, cero goles y una derrota que abre algunas preguntas sobre si lo que le sucede al equipo de Lopetegui es grave o sólo es algo pasajero que se solucionará con un poco de suerte, con la presencia de Bale o con lo que sea.

Es verdad que durante la segunda parte, con la urgencia de la derrota y con Modric en el campo y Kroos de mediocentro, con Ceballos y Asensio de interiores y con Benzema y Mariano de delanteros, el balón, el campo y el partido fue del conjunto español. Pero no el gol y sin eso, no hay nada que hacer. Aunque le cuesta hacer oportunidades y a veces es demasiado horizontal, el Madrid hizo oportunidades y acosó lo suficiente para llevarse algo más del partido. La derrota no es grave, pero deja al aire algunos problemas que se están repitiendo en los últimos encuentros: un equipo que entra muy tarde en los partidos y que cuando se hace con la situación, necesita tener el balón una exageración de minutos para ser peligroso.

Cuando vio que por el centro, por donde lo intentaba Ceballos, era estrellarse contra un muro, cambió de planes. En la segunda parte, con la entrada de Mariano y la nueva posición de Asensio, hubo más tiros desde lejos y centros al área, un viejo recurso, pero muchas veces útil. Pudo marcar Mariano así y tuvo una al final Varane. Asensio fue quien más lo intentó desde lejos. El joven futbolista empezó como delantero, pero pasó inadvertido y mejoró después, cuando tuvo más contacto con la pelota.

Lo que torció todo, lo que obligó al Madrid a volcarse fue un pase erróneo de Kroos cuando el partido acababa de empezar. Dio un pase a Varane o eso quería hacer él, pero en realidad se lo dio a Vlasic, más listo que nadie, que había arrancado a correr antes de que el alemán tocara la pelota. Varane nunca la tocó y antes de que los equipos pusieran en práctica las órdenes de los entrenadores, el CSKA ya iba con ventaja.

Sin Bale, sin Isco, sin Marcelo, sin Ramos y antes de que acabase la primera parte, sin Carvajal, el Madrid se enfrentó, más que al conjunto ruso y a la hora del partido y a la baja temperatura y al gol en contra, a sí mismo y a su ansiedad. Y eso casi nunca da buenos resultados.

Le costó al Madrid recuperarse del tanto en contra. Hay situaciones tan sorprendentes para las que necesitas un tiempo con el que poder admitirlas y comprenderlas. Por ejemplo, que Kroos falle. El alemán, que suele ser un reloj que no equivoca la hora, estuvo fallón durante el primer tramo del encuentro y mal lo llevó el Madrid, al que le costó hacerse con el partido y echar hacia atrás a los animados rusos. Cuando empezó a jugar bien el centrocampista alemán, el Madrid se hizo con el partido. Antes, el CSKA tuvo veinte minutos de felicidad, al ataque, frente a un rival desdibujado y nada compacto.

Con Modric sentado en el banquillo y Lucas Vázquez en un lado y Ceballos en el otro, el centro del campo no sabía cómo para el fútbol vertical del rival. Los rusos presionaban, obligaban al error y se plantaban en el área sin pensárselo dos veces. Los de Lopetegui lo veían pasar sin enterarse de nada. Duró unos veinte minutos. Después todo volvió a la normalidad: balón para el Madrid, pero el gol, para otro día.