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El hombre de moda

Antoine Griezmann se ha convertido en el nuevo ídolo de los franceses, lejos todavía de los Platini, Zidane o Henry.

Todos los franceses quieren ser hoy como Griezmann. El jugador del Atlético se ha convertido en el ídolo de un país. En la imagen, se hace un selfie con unos aficionados
Todos los franceses quieren ser hoy como Griezmann. El jugador del Atlético se ha convertido en el ídolo de un país. En la imagen, se hace un selfie con unos aficionadoslarazon

Antoine Griezmann se ha convertido en el nuevo ídolo de los franceses, lejos todavía de los Platini, Zidane o Henry.

«Allez les bleus», «allez Antoine», «vive la France». Locura colectiva tras ganar a Alemania y meterse en la final frente a Portugal. El orgullo francés en plena ebullición; el gallo más erguido que nunca y los aficionados idolatrando a un tal Griezmann. El jugador del Atlético de Madrid se ha convertido, a sus 25 años, en la nueva referencia del fútbol galo. Le ha robado plano al mismísimo Pogba, por el que el United de Jose Mourinho está dispuesto a pagar más de 125 millones, merced a sus seis goles, a sus jugadas, a su astucia para jugar entre líneas y a sus asistencias.

En una selección de mucho músculo y poca poesía el rojiblanco marca las diferencias. Tiene pausa, tiene toque, se desmarca con astucia y, además, remata y marca. Qué más puede pedir Deschamps. Todavía, como él mismo reconocía tras tumbar a la máquina alemana, le falta mucho para ser Platini. O Zidane o Henry, pero ha encontrado el camino correcto para ser un jugador de postín, al que el Atlético tendrá que meter en una urna, y mimarlo hasta la saciedad, para que los más poderosos –el PSG es el más interesado– no rompan el idilio que mantiene con Simeone. Porque el técnico argentino ha conseguido que Antoine no mire sólo para la portería rival. Ha aprendido a mirar hacia atrás, a presionar al rival, a asociarse con sus compañeros y a sufrir. Ya no es el jugador de calidad y poco trabajo de la Real. Dos cursos acelerados en el Calderón con el Cholo como profesor le han llevado a la élite.

También ha madurado como persona. Ya no es el chico díscolo que se escapó con unos compañeros de la selección sub’21 y fue castigado un año. Ahora está más centrado y la culpa la tiene su pareja, una bella donostiarra, Erika Choperana, a la que conoció cuando jugaba en la Real, y Mía, una preciosa madrileña, que nació el pasado 8 de abril, y a la que Griezmann dedica sus goles. Por ella se cambió el peinado, ya no luce la cresta de hace unos meses. Y por ella y por los franceses va a intentar que Francia conquiste su tercera Eurocopa ante una Portugal que lo venderá muy caro. Es Antoine el ejemplo de superación, de un jugador que todavía no ha tocado techo, al que se le presenta la primera oportunidad de alcanzar la gloria. Así lo espera él y millones de franceses. Es el hombre de moda.