Fútbol
Medina Cantalejo o ¿el final de los “penaltitos”?
El nuevo jefe de los árbitros quiere que el VAR intervenga lo menos posible. Fue quien vio el cabezazo de Zidane a Materezzi en el Mundial de 2006
Las quejas de los equipos por las actuaciones arbitrales son tan antiguas como el propio fútbol, casi siempre en la búsqueda de justificar fracasos, y la llegada de la tecnología no ha supuesto el fin de la polémica. «Detrás del VAR hay un ser humano que comete errores», decía Velasco Carballo, el humano que dirigía el Comité Técnico de Árbitros, por tanto también el jefe del VAR hasta la semana pasada. Su relevo lo ha tomado Medina Cantalejo, otro mítico ex colegiado, 155 partidos en Primera durante once años, internacional y Mundialista en Alemania 2006, además con mucho protagonismo: dirigió cuatro encuentros (dos de la primera fase: Alemania-Polonia [1-0] y Holanda-Argentina [0-0]; uno de octavos, Italia-Australia [1-0]; y uno de cuartos, Brasil-Francia [0-1]) pero se le recuerda mucho por estar en la final como cuarto árbitro y ser quien vio el famoso e histórico cabezazo de Zidane a Materazzi.
Al colegiado principal, Horacio Elizondo, y a los auxiliares se les escapó la acción, que sucedió lejos de donde estaba el balón, pero no a Medina Cantalejo, que avisó por el intercomunicador para que la estrella de Francia fuera expulsado en el minuto 110. Siempre ha defendido que su experiencia le hizo mantener la atención ahí, que lo demás estaba cubierta por sus compañeros, aunque desde la delegación gala le acusaron de haber actuado de forma irregular y que lo que sucedió realmente es que vio la acción en los videomarcadores del estadio, lo que hubiera sido ilegal en ese momento, como una especie de VAR antes de que existiera el VAR.
Medina Cantalejo es hijo y nieto de árbitros, todos además han estado en la máxima categoría, y apostó por el silbato cuando podía haberlo intentado como futbolista. Se define como «un delantero rápido». También defiende que los errores van a seguir existiendo, que hay que relativizarlos, y su intención es la de que el VAR tenga el protagonismo justo. «Hay que levantar un poco el acelerador. Se habla de ‘’penaltitos’' y no debe ser así. No somos perfectos, pero tenemos que darle más sentido común. Tiene que ser algo muy claro, aun a riesgo de que nos comamos alguno», dijo el día de su presentación.
El lío de las manos
El nuevo jefe del VAR admite que si hay una sensación de desconcierto es porque todavía quedan cosas por mejorar. Y luego está el tema de las manos: «Hay un gris que confunde por la propia redacción de la norma», asegura. Por querer ir acotando todos los casos pitables lo que se ha conseguido es montar un lío mayor entre si ocupa un espacio (¿cómo no va a ocupar un brazo un espacio?), si es antinatural o si está en el suelo. Aunque el lío de verdad los equipos lo ven sólo cuando les pasa algo en contra: entonces llegan las quejas. Ante la misma acción la semana siguiente a favor recurren al típico: si lo han visto en el campo y lo ha ratificado el VAR es que es penalti. Y esto si que no tiene solución.
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