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Fútbol

Ansu Fati, entre Messi y Lamine Yamal

Ansu Fati recuerda en el Mónaco a aquel futbolista que ilusionó a todo el Barcelona tras la salida del argentino

Ansu Fati LR

Es una frase repetida que los trenes pasan y ya no vuelven. Pero lo que no se dice es que habitualmente sí pasan más, aunque no lleven al mismo destino. Ansu Fati lo ha vivido: se subió al mejor tren posible, el del éxito, el que llevaba a la gloria del Barcelona, con el número 10 a la espalda. En un Barcelona post Messi, Ansu Fati, un goleador increíble que marcaba como rutina, era a lo que se agarró la directiva y luego la afición para afrontar la depresión y mirar al futuro. Era ilógico soñar con otro Messi, pero a ver quién consigue explicarse frente a la euforia del fútbol.

No fue Messi, porque no lo podía ser, pero el problema es que ni se acercó, al revés, se fue alejando hasta dar la impresión de que ni siquiera era jugador para el alto nivel. Sucedió que se lesionó y el tren, el mejor, se marchó. Se rompió el menisco interno de su rodilla izquierda, pasó cuatro operaciones y cuando volvió no era el mismo. Se fue al Brighton inglés para tener minutos sin presión, pero las noticias fueron decepcionantes.

Hoy, cinco años después de aquel fugaz esplendor, el tiempo que ha pasado entre Messi y Lamine Yamal, Ansu Fati parece haber encontrado otro tren, distinto, más modesto, pero que le ha devuelto algo que había perdido: la felicidad. En el Mónaco ha vuelto a disfrutar del fútbol.

Cedido por el Barcelona con una opción de compra de 12 millones de euros, el jugador de 22 años se ha convertido en una de las grandes revelaciones de la Ligue 1. Sus números hablan por él: seis goles y sin ser titular. Es el máximo goleador del equipo, pero es el número 19 en minutos jugados. En el club ya consideran que no ha podido haber llegada más importante.

Ansu no disputó ni un minuto en pretemporada, debutó en el quinto partido oficial y desde entonces ha roto todas las previsiones. En su estreno en Champions maquilló una derrota por 4-1 ante el Brujas con un gol, y días después marcó un doblete al Metz, abriendo el marcador apenas 38 segundos después de salir al campo. Su último gran partido llegó ante el Niza, en el derbi de la Costa Azul, donde firmó otros dos goles, de penalti, para rescatar un empate (2-2) que evitó el naufragio del Mónaco.

Ese encuentro, sin embargo, podría marcar un punto de inflexión. A pesar de los goles del español, el conjunto monegasco ha perdido impulso. La contundente derrota europea ante el Brujas y la irregularidad en la Ligue 1 han puesto en entredicho la continuidad del técnico Adi Hütter, el principal valedor del fichaje de Ansu. Según informa «L’Équipe», la dirección deportiva planea su destitución durante el parón de selecciones. Sería un golpe duro para el delantero español.

Hütter ha sido su gran valedor, el que ha visto en él lo que otros no veían. Le prometió paciencia y un plan de trabajo físico personalizado, diseñado para recuperar la confianza y la potencia que había perdido tras cuatro operaciones en la rodilla. El técnico cumplió su palabra: esperó a que el jugador alcanzara el tono adecuado, comprendió lo que le puede dar y lo que no y le ha ido metiendo en el equipo sin prisas, pese a que a él, el club, le está agobiando por los resultados.

Y Ansu Fati ha visto la luz. Es el comienzo, otra vez: no es el tren más lujoso, pero al menos ya ha salido de la estación.