
Opinión
El Atlético en el Mundial de Clubes, puerta grande o enfermería
Para que el milagro en el Mundial de Clubes ocurra hacen falta más Barrios y menos De Paul

Tarde o temprano, la racanearía se paga y en el caso del Atlético puede salir realmente cara. El problema de jugar con resultados ajenos es que, gracias a lo impredecible que es el fútbol, a veces te dan sorpresas. En el Mundial de Clubes, la victoria del Botafogo ante el PSG, ha dejado a los rojiblancos al borde del abismo. Si los de Simeone se pensaban que siendo goleados en el debut, pero ganando a los otros rivales del grupo iban a pasar a octavos, se equivocaban. La falta de competitividad ante los de Luis Enrique, arrastrada ya desde dos meses antes de terminar la Liga, precedió a una victoria menos cómoda de lo que refleja el resultado frente a Seattle. Es cierto que el Atlético dispuso de ocasiones para ampliar su ventaja, pero como la cabra siempre tira al monte, una vez más e independientemente del rival, a falta de media hora el Cholo cambió el sistema a una defensa de cinco, con Llorente como central y Giuliano de lateral para defender un 3-1.
El Atlético cambió su sistema de juego para defender frente al Seattle. Con este panorama, ahora la obligación es ganar al Botafogo por una diferencia de tres goles para pasar a octavos y no hacer el ridículo. Con las sensaciones que transmite el equipo, uno sólo puede agarrarse a la fe, porque fútbol no hay mucho, pero siempre queda la esperanza de que la mejor versión de este equipo se ha visto cuando no tiene nada que perder, cuando el resultado no le permite especular, cuando está obligado a ganar porque defender no le vale de nada. Eso sí, para que el milagro ocurra se necesita mucha valentía desde el banquillo, más Pablo Barrios y menos De Paul, que ha decidido que en este torneo prefiere arrastrarse por el campo.
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