Liga Europa
El Barcelona empata con el Manchester United en un partido de locura (2-2)
El equipo de Xavi, muy nervioso, fue superado durante muchos minutos. Sobrevivió como pudo y al final hasta pudo ganar. Pierde a Pedri, lesionado
El Barcelona sacó un empate contra el Manchester United y se podría decir que gracias, ya que durante muchos minutos fue superado claramente por el conjunto inglés, que le perdonó cuando lo tenía contra las cuerdas y al final incluso terminó pidiendo la hora. Pudo hasta ganar el equipo de Xavi, pero en realidad es una falsa sensación, porque el duelo no se movió por donde quiso. Demostró la fragilidad de un equipo que cuando sale de la Liga no se reconoce. Rashford le destrozó, pero no le remató.
Recordó el Barça a su pasado más reciente. El rival, el Manchester United, le tenía que hacer olvidar que era la Europa League, no la Champions. Era una oportunidad de reivindicarse en las competiciones continentales ante un gran oponente. Intentaron sorprender los dos entrenadores. Xavi apostó por Marcos Alonso de central y Alba de lateral izquierdo. Además, Araujo era el lateral derecho. Todo movido. Ten Hag sí sacó a los jugadores que más o menos se esperaba, pero cambiados de sitio, como por ejemplo Rashford, que jugó más centrado de lo habitual. Empezó bien el Barcelona con esa presión que le caracteriza y teniendo la posesión. Tuvo un par de oportunidades en las botas de Lewandowski. Era un equipo alegre y ofensivo que no duró mucho. Desde el minuto 25 de la primera parte empezó a sufrir un calvario. El Manchester le presionó muy arriba y le hizo cometer muchos errores. Cada dos pases era una pérdida. Ter Stegen tuvo que hacer dos de sus paradas milagrosas ante Weghorst y Rashford, dos mano a mano en los que salió vencedor. Dos goles casi cantados. El juego defectuoso tuvo como mala noticia añadida la lesión muscular de Pedri, que seguro que va a estar unas semanas fuera del verde.
El descanso parecía una bendición para los azulgrana y el gol de Marcos Alonso de córner tendría que haber supuesto otro empujón. La celebración, claro, fue para su padre, recientemente fallecido. Pero no hubo efecto tranquilizador. El Manchester estaba siendo mejor y lo siguió siendo, con esos robos y con la velocidad de Rashford, que en apenas cinco minutos dio la vuelta al resultado. Se anotó el primer gol y generó el segundo después de marcharse de Raphinha como si fuera un niño. Su centro lo marcó Koundé en su propia portería. Fue la culminación a un mal partido del francés, que era un manojo de nervios.
Parecía el Barça a merced del United, que en las botas de Rashford, de nuevo, una auténtica pesadilla, tuvo el tercero claramente. Disfrutaba el conjunto de Ten Hag, con Casemiro mandando en el centro del campo, Bruno Fernandes dirigiendo y el equipo en general más ordenado que su rival. Así ganaba los duelos y robaba una pelota tras otra. Era un equipo desconocido el azulgrana, con errores en los controles, con prisas que hacían presagiar un drama. Pero logró sobrevivir a esos momentos de angustia y desconcierto. La última gran acción del Manchester United fue la enésima escapada de Rashford que terminó en acción polémica, porque el árbitro no señaló nada cuando pareció que Koundé le hacía falta al borde del área (y expulsión). «El árbitro ha influido en los dos partidos», dijo Ten Hag.
Los cambios le dieron cierto dinamismo al equipo del Camp Nou y el partido cambió de dirección. Para los aficionados, fue una delicia por la intensidad y por las alternativas que tuvo. En esos momentos, si el esquema era un 4-3-3 o cuatro centrocampistas daba igual. Tiraron de orgullo más que de táctica los chicos de Xavi y un centro lateral de Raphinha que se envenenó se convirtió en el empate. Quiso rematar Lewandowski, pero no tocó la pelota, aunque sí despistó a De Gea, que hizo la estatua. El brasileño, de los más peligrosos, fue sustituido y se pilló un cabreo de cuidado. No terminó ahí el ataque y en los últimos diez minutos, a empujones tuvo la victoria en un despeje de Casemiro contra su portería que se estrelló en el palo y en el tiro posterior de Ansu que detuvo De Gea. También pidió un penalti por mano de Fred. «Era clarísimo para mí», opinó Xavi.
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