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División con Mourinho, todos con Cristiano

Pitos y aplausos en la agitada última tarde del técnico en el Bernabéu, que se rindió a Ronaldo antes del encuentro

Mourihno en un momento del encuentro
Mourihno en un momento del encuentrolarazon

Mourinho nunca da igual. Amor, odio, pasión, nervios, rechazo, admiración o lo que sea. Su figura no puede pasar inadvertida y su carisma no deja indiferente. Su última tarde en el Bernabéu valdría como experimento sociológico para analizar el fenómeno social que es él mismo y sus circunstancias. Pocas cosas han sido rutinarias en sus tres años de blanco y la despedida estuvo a la altura. Su influencia trasciende de la pizarra y los medios de comunicación para convertirse en una cuestión pasional. Si decidiera liderar un partido político tendría seguidores y detractores igual de convencidos en sus extremos como lo estaban ayer los que aplaudieron y pitaron al técnico.

Cuatro actos tuvo la última tarde con «Mou». El primero el de las pancartas artesanales en el Fondo Sur, que le daban las «gracias por todo» y le decían: «Te queremos». La voz que relataba las alineaciones abrió la fiesta y el pulso entre los que le quieren y los que están hartos. Más pitos que aplausos escuchó el portugués, y aunque durante toda la segunda parte los «Ultras» no dejaron de cantarle sería mentira decir que sólo recibió apoyo desde esa latitud. En todas las partes de la grada había grupos que aplaudían y hasta habían comprado una bufanda en la que junto al nombre del técnico aparecía el famoso «the special one». A cada intento de alabarlo respondía el 60 por ciento de los 55.000 espectadores con pitos, hasta que «Mou» se quedó solo con los convencidos. Fue en el epílogo, en el cuarto acto, cuando tras despedirse sólo saludando a «su» Fondo, tuvo que volver a salir a los diez minutos y allí sí que miró a todos lados, porque los que habían esperado era para aplaudir. Como es habitual cuando alguien carismático se despide del Bernabéu, se llevó la placa que los «Ultras» también entregaron no hace mucho a Fernando Redondo, Raúl o Fernando Hierro.

Essien también tuvo su homenaje para el que él llama su «papi» y corrió 35 metros tras marcar el gol para abrazarse con su progenitor deportivo. Era el minuto 40 y «Mou» no había salido ni una vez a la zona técnica, sólo al comienzo cuando con el partido comenzado 100 fotógrafos seguían en su recuadro y le pidió al árbitro que se fueran. Entonces la afición la tomó con la Prensa, para muchos culpable del desenlace.

El tercer episodio de la trama se centró en su única salida de la protección del banquillo, para preguntarle a Benzema si necesitaba el cambio. Arreciaron al verle entonces los dos veredictos, con mayoría, otra vez, de pitos.

Mientras, el partido transcurría como una voz en off, que se difuminaba cuando «Mou» saltaba a escena. Después nada más, silencio en la sala de prensa y cena por la noche con sus más íntimos colaboradores.

A partir de hoy el futuro, para el que el Santiago Bernabéu no tiene dudas y sí unanimidad: Cristiano es indiscutible para la hinchada que dejó de lado la división para ovacionarlo con la piel de gallina al recoger el premio de uno de los patrocinadores del club. «CR7» le hizo un gesto a su técnico para que saliera con él, pero no tuvo respuesta. La encontró en la grada, que no imagina un Real Madrid sin su estrella para retar al Barcelona de Neymar y Messi.