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Entre el sosiego y la angustia

Claudio Bravo e Iker Casillas.
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Claudio Bravo e Iker Casillas llegan al clásico en un momento deportivo muy diferente. Si el portero del Barcelona no es cuestionado y es indiscutible en Liga, Casillas ha vuelto este 2015 al centro de la polémica.

El primer clásico de la temporada, meses atrás en el estadio Santiago Bernabeu, derribó la imbatibilidad del chileno Claudio Bravo, afianzado en el Barcelona con una titularidad que, sin embargo, aún divide al entorno del Real Madrid respecto a su guardameta y capitán, Iker Casillas.

Fue el 25 de octubre del 2014 cuando sucedió el primer duelo del curso entre los dos gigantes de la Liga. Entonces el Barcelona irrumpió en el recinto blanco invicto. Líder absoluto de la competición. Sin haber encajado gol alguno durante las ocho primeras jornadas de Liga y con el meta chileno asentado como dueño de la portería del equipo de Luis Enrique.

El Real Madrid, aquella tarde, fijó la caducidad de la marca de Bravo con un penalti transformado por Cristiano Ronaldo en el minuto 35 de partido. Claudio Bravo estuvo 754 minutos imbatido como meta azulgrana. Al final del partido encajó tres.

Recuperó ese sábado Iker Casillas la condición de salvador. Una parada imposible, de las de antaño, sostuvo al conjunto de Carlo Ancelotti, que perdía por 0-1 en el momento en el que Leo Messi se topó con el meta internacional español.

Meses después el torneo ha estado plagado de vaivenes para ambos. También la situación del meta español, que a raíz de aquél encuentro ante el Barcelona obtuvo cierto sosiego y la tregua de esa parte de la grada que le cuestiona al mínimo error desde hace más de un año.

Iker Casillas, reafirmado por su entrenador, saltará al Camp Nou como el meta titular del Real Madrid. Aparcará la angustia a la que le vuelve a someter el Bernabeu después de algunas actuaciones vacilantes.

El capitán del Real Madrid jugará en el recinto azulgrana tras más de dos años de ausencia. No se sitúa bajo los palos del Camp Nou desde un 7 de octubre del 2012, donde su equipo empató a dos goles. Después fue condenado a la suplencia. Por el portugués Jose Mourinho, el que le despojó de su condición de indiscutible. Y también por Carlo Ancelotti, que le empleó como el portero de la Copa y la Liga de Campeones en el curso pasado.

Casillas asume que el estadio barcelonista es tierra hostil para él y para su equipo. Y encontrará una animadversión natural. Asumida. Nada que ver con el ambiente enrarecido que cada quince días padece en su propia casa.

Mientras el Real Madrid mantuvo el tipo todo fue bien. Veintidós victorias seguidas e Iker asentado en la portería. El meta blanco se acomodó en la normalidad.

El 2015 ha devuelto a Casillas al disparadero. A la agitación. A la división. Una mala actuación ante el Atlético de Madrid, donde el cuadro blanco salió sonrojado, desempolvó el debate y animó las dudas del capitán, que volvió a distanciarse del sosiego. El choque ante el Schalke, en la Liga de Campeones, dejó en evidencia al portero, apartado de su mejor momento. Su rostro reflejó congojo. Sufre en el campo más que disfruta.

Ancelotti le resguardó de la mirada de la grada en la pasada jornada. Keylor Navas ocupó su lugar. Volverá, sin embargo, en el Camp Nou, donde una buena actuación puede instalarle otra vez en la cumbre. Pero los fallos pueden condenarle de manera irremediable.

Afronta Casillas el clásico con veintidós goles encajados en los veinticuatro partidos de Liga que ha disputado. Por debajo claramente de las cifras que presume Claudio Bravo.

El chileno, inamovible en esta competición aunque relegado en los otros dos torneos, ha jugado todos los choques ligueros. Veintisiete encuentros y solo dieciséis tantos padecidos. Es, claramente, el meta menos batido de toda la Primera División.

No ha sido la portería un asunto a tratar en el equipo azulgrana. Luis Enrique pronto estableció las bases. Al modo que ocurrió el pasado año en el Real Madrid, uno juega la Liga, Bravo. Y otro, también adquisición al inicio del curso, el alemán Marc Andre Ter Stegen. Ambos han cumplido las expectativas y no han dado motivos para cambiar.

Luis Enrique aprovechó la lesión del germano poco antes del arranque del curso para definir el papel de cada uno. Y no le ha ido mal. Claudio Bravo ha dado muestras claras de solvencia. Se ha adaptado a la perfección a los requisitos del juego de su equipo y no se le recuerda error de bulto, sonoro, en lo que va de ejercicio.

Tal y como requiere el juego del Barcelona, el chileno ha presumido de una notable destreza con los pies. Y eso le ha revalorizado en Barcelona.

Por contra, el meta sudamericano ha tenido actuaciones decisivas para su equipo en momentos puntuales. Ha sumado. Y nadie pone en cuestión su condición de titular para la Liga

Claudio Bravo disfrutará de su primer clásico como local. El que jugó como visitante puso fin a un trayecto impecable. Una cuenta pendiente que afronta el chileno, que pretende, como su equipo asentar el liderazgo y el dominio en la competición desde el próximo domingo.