Opinión
España y las hogueras
Acabar como líderes de grupo era un premio excesivo después de un tránsito tan accidentado
El guion de España en la Eurocopa lo ha escrito alguna mente brillante a sueldo de una plataforma digital. En la tarde de San Juan había quien ya había encendido las hogueras cuando Morata dijo aquí estoy yo para lanzar un penalti que acabó como los cuatro anteriores que ha tirado España. Agua. Por pura probabilidad, el siguiente o los siguientes, ya en un cruce directo y quién sabe si en una tanda, habrá que meterlos. Pero volvamos a la hoguera. Morata crucificado, Luis Enrique linchado, el césped hecho un desastre... hasta que Dubravka se convirtió en el mejor jugador español del torneo. Su error sofocó el incendio. Fue un alivio para una selección que hasta ahora ha vivido asfixiada. Lo que sucedió luego fue una liberación.
En algunos momentos el premio llegó a ser excesivo. No ya por la catarata de goles a los eslovacos, si no por lo que acarreaba la victoria y lo que sucedía en el otro partido del grupo. Hubo un rato en que, gracias a Lewandowski, España era líder, el cruce de octavos era Ucrania o la República Checa y la selección marchaba por la parte sencilla del cuadro. Demasiado bonito como para ser verdad después de un tránsito tan accidentado. La primera temporada de la Euro la cerró un gol de Suecia que devolvía a España a la senda chunga y plagada de dificultades en los octavos. La Croacia de Modric en Copenhague el lunes suena a comienzo de canción de Vetusta Morla. Las hogueras tarde o temprano volverán a encenderse.
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