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Morata y los de “saldríamos mejores”

Hay tipos que van a los estadios como si fueran Mladic y su compadre Karadzic camino de Srebrenica

Morata jugando con sus hijos en el césped de La Cartuja
Morata jugando con sus hijos en el césped de La CartujaDavid Ramos / POOLEFE

Y decían que saldríamos mejores. Alguno no debería quitarse hoy la mascarilla para no tener que verle el rostro. Hay tipos que acuden a los estadios de fútbol, ahora que se puede ir porque hace media hora estábamos como estábamos, como si fueran Ratko Mladic y su compadre Radovan Karadzic dirigiéndose a Srebrenica. La grada de animación es un eufemismo más como aquello del crecimiento negativo. Hay que estar muy mal de la cabeza para ponerte la camiseta de la selección de tu país y soltar barbaridades como las que ha denunciado Morata en la Cope. «Entiendo que se me critique porque no he marcado, pero ojalá la gente se pusiera en el lugar de lo que es recibir amenazas, que te digan que se mueran tus hijos... Cada vez que llego a la habitación, dejo mi teléfono en otro sitio. Lo que me molesta es que se lo digan a mi mujer y a mis hijos».

La mezcla de escrache y bullying a Morata y su familia es algo excepcional, pero que revela cómo se toman algunos el fútbol en particular y la vida en general. Lo de mirarse al espejo y asumir responsabilidades da más alergia que un mojito de Pfizer, Astrazeneca y Moderna. Hay que buscar culpables, reclamar dimisiones y que los desafíos los asuman otros. A mi que no me miren y mientras sacudo a todo el que se ponga por delante. Morata ha llamado la atención y no se ha rendido. Si hay un penalti lo volverá a tirar. Y los guardianes de las esencias y los memes volverán a llevarse las manos a la cabeza.