Opinión
Óscar Puente, la Liga y las dos Españas
Lo mismo el arranque del fútbol le sirve al ministro para buscar entretenimiento más allá de hacer el ridículo en X
Lo mismo el comienzo de la Liga sirve a Óscar Puente para buscar entretenimiento más allá de hacer el rídiculo en X. Que el espíritu de las dos Españas florezca hasta en la debacle de los incendios manda cojones que diría el otro. Muchos deberían aprender de los niños. Este verano mientras uno de esos desastres asolaba la sierra de Gredos, Iker Casillas apareció en la piscina de un pueblo, Hoyocasero, vecino al suyo, Navalacruz. Los primeros que se percataron de su presencia fueron unos críos. La mayoría no habían nacido cuando el portero era el mejor del mundo en lo suyo. Casillas era uno más en aquella escena veraniega. Se sentó en la terraza del bar. Bermudas, camisa azul clara y gafas de sol centradas en el teléfono móvil. Uno de los niños llevaba la camiseta de Lamine Yamal con la selección. No se atrevían a dar un paso al frente hasta que lo hizo el del dorsal «19». Todos fueron detrás. Y Casillas asumió su papel. Ser un mito tiene demasiados privilegios, pero pocas responsabilidades y una de ellas es hacer felices a los más pequeños. El portero, lo seguirá siendo toda su vida haga lo que haga, firmó todos los autógrafos que le pidieron. No hubo un puñetero selfie. Y al niño con la camiseta de Lamine Yamal le estampó la firma al lado de la estrella de campeón del mundo. En el reverso, el «19» del jugador del Barça. En el anverso, la firma de Casillas. Hay tanto que aprender.