Opinión

Mbappé es como Neymar: un pelas

El Kylian carismático y seguro de sí mismo que observamos en la cancha y en la prensa se ha revelado un pelele en manos de su culebrera progenitora

Nasser Al Khelaifi, presidente del PSG, y Kylian Mbappé.
Nasser Al Khelaifi, presidente del PSG, y Kylian Mbappé.AFP7 vía Europa PressAFP7 vía Europa Press

Y colorín, colorado, el cuento de Mbappé se ha acabado. Lo que todo el periodismo patrio dábamos por hecho hasta hace un par de semanas, su fichaje por el Real Madrid, no dejó de ser un remedo de la película de Berlanga. Kylian pasó de largo por la capital de España como Mister Marshall por Villar del Río. No es una cagada de la prensa deportiva porque en el balompié, como en la política, la economía o la cultura, las noticias no son una foto fija sino más bien una instantánea móvil. Lo que a día de hoy representa una verdad incontrovertible puede acabar degenerando en mentira cochina 24 horas después si optamos por la descontextualización. El 10 de la selección francesa ya había dado el “sí” al Real Madrid en el ocaso del pasado agosto, precisamente por eso Florentino puso entonces encima de la mesa del PSG un ofertón de 200 millones. El vínculo con el jugador se extendió otoño, invierno y primavera, se agrandó y se fortaleció de tal manera que cualquiera diría que ya era nuevo jugador del Real Madrid. Hablaba con la cúpula merengue cada quince días como mínimo. El marcaje al hombre era constante. Tampoco vino hace diez días a Madrid para irse de copas con Achraf, como nos contaron, sino para mirar casas, en La Moraleja y el Parque Conde de Orgaz exactamente. Verlas, las vio, cosa bien distinta es que esto también formara parte de la repugnante perfomance. Las condiciones salariales, la prima de fichaje y los derechos de imagen estaban pactados y requetepactados. Pero el listísimo Florentino y el eficaz director general, José Ángel Sánchez, se pisparon demasiado tarde de que quien mandaba en Chez Mbappé no era el chaval sino la peligrosa mamá, Fayza Lamari. Una trincona como otra cualquiera a la que la felicidad y el palmarés de su hijo le importan un pepino porque su única prioridad es la mordida que se llevará de la transacción, que en el caso que nos ocupa va a ser un porrón de millones. Aquí empezaron los problemas.

El Kylian carismático y seguro de sí mismo que observamos en la cancha y en la Prensa se ha revelado un pelele en manos de su culebrera progenitora. La ex jugadora de balonmano movió al chaval cual patético títere. Cada gesto del futbolista estaba calculado para ir haciendo subir la cotización del fichaje o la renovación. Cuando daba la sensación de que no se mudaba de París era para poner celosa a la Casa Blanca y que incrementara la oferta; viceversa, cuando volaba a Madrid con Achraf o salía en la tele hablando en un más que aceptable castellano era para que los qataríes se rascasen aún más el bolsillo. Un ejercicio de trilerismo en el que la madre ha demostrado más talento para los business que el mejor club de la historia y que uno de los estados más ricos del mundo. Les ha sacado los ojos: 180 kilos de prima de fichaje, seguramente netos porque todo o parte se abonará vía Qatar, 50 libres de impuestos por temporada y 100% de los derechos de imagen.

Qué razón tenía la garganta profunda de Okdiario en el PSG cuando me juró y perjuró hará cosa de un mes que tanto el père como la mère de Mbappé no querían mudarse de la Ciudad de la Luz. No le creí. Conclusión: han tomado el pelo de mala manera al madridismo. Una traición que no deja resquicio alguno al perdón.

Ha optado por ser un pelas en lugar de un ganador, por degenerar en un vulgar Neymar de la vida. Terminará su carrera tan podrido de dinero como huérfano de títulos. Hay que recordar que el mejor pelotero del planeta no ha conquistado un torneo de postín desde hace cuatro años, exactamente desde esa final del Mundial de Rusia en la que individualmente hizo historia al ser el segundo jugador más joven en marcar tras el Pelé de Suecia 1958. La Ligue 1, la Copa o la Supercopa francesa son basurilla. Algo similar a lo de su ejemplo a seguir, Neymar, que a sus 30 años sólo exhibe en su palmarés una Copa de Europa y un par de ligas de España. Con una particularidad: la Champions de 2015 la ganó solito Messi. El otro lunar de su historial es el gatillazo en un Mundial, el de Brasil 2014, diseñado para que ganasen los anfitriones. Ese metafórico Maracanazo consolidó para siempre la leyenda negra de un juerguista que es tan excepcional en la filigrana como desordenado de cabeza e ineficaz sobre el terreno de juego. Mbappé acabará como él. Ahora sólo le falta la panda de toys que le digan lo bueno, lo guapo y lo alto que es. Con tu pan te lo comas, Judas.