Regates contra los elementos

Con el balón pegado al pie, a Isco le dan igual las circunstancias y los elementos que tenga en contra. Le dan igual el rival, la hora del partido y su importancia. No cree que sea un hándicap que la hierba sea artificial o que haya una vuelta en el Santiago Bernabéu, donde de verdad se decidirá la eliminatoria de dieciseisavos. Si está a gusto, si puede mirar hacia la portería contraria, no va a dejar de jugar y divertirse por mucha pereza que dé el encuentro a casi todos. Contra el Xàtiva, el andaluz fue el mejor de los dos equipos. Cuando tuvo el balón, intentó lo que intenta siempre: llegar a la portería rival. Tiene clase para hacerlo combinando con los compañeros o por sus propios medios. El sábado hizo hasta siete regates, más que nadie en el campo, remató tanto como Benzema y fue el futbolista del Madrid que más pases dio al área. Si el equipo de Carlo Ancelotti no consiguió un resultado mejor, está claro que no fue por su mediapunta.

Desde que se lesionó Khedira, Isco ha recuperado la titularidad, como si no hubiera pasado algunos partidos en el banquillo. De ser el futbolista más destacado se convirtió en prescindible. Ancelotti encontró el traje, el 4-3-3, que mejor le quedaba al equipo, y en él, no entraba Isco. Al andaluz le faltaba trabajo defensivo para un centro del campo con tan pocos hombres. Eso lo hacía mejor Khedira.

Sin el alemán, Ancelotti le dio otra vuelta al sistema para aprovechar las mejores virtudes de Isco y limitar en lo posible sus defectos defensivos. Los dos mediocentros detrás de él (cada día unos distintos) le dan libertad para mirar al frente sin preocuparse con lo que sucede atrás. Está seguro y se siente feliz. En Liga, es el futbolista del Real Madrid que más regates hace y, por tanto, el que más faltas recibe. El sábado, el conjunto de Ancelotti jugó un partido incómodo, a deshora, con frío, en un «terreno de juego que les ha dificultado y donde las dimensiones no les benefician», como aseguró Toni Aparicio, entrenador del Xàtiva. Un día para no arriesgar, para no hacer un regate de más. A no ser que seas Isco.