Dinero

La irrechazable burbuja deportiva de Arabia Saudí

El dinero de las materias primas ha convertido al país en el destino de deportistas en plenitud como es el caso de Jon Rahm. La duda es hasta cuándo va a durar

Jon Rahm se rinde al talonario saudí: abandonará la PGA para unirse a la LIV Golf
Jon Rahm se rinde al talonario saudí: abandonará la PGA para unirse a la LIV GolfEp.

A Cristiano Ronaldo le gusta verse como el pionero. Como siempre necesita retos, el último fue marcharse a jugar la Liga de Arabia Saudí. Y quiere considerarse a sí mismo como el hombre que abrió el camino al resto, quien decidió que bañarse en oro no tenía nada de malo. Se puede decir que Jon Rahm ha sido la confirmación, el movimiento definitivo, el que sitúa a Arabia Saudí como un destino moralmente aceptable, porque económicamente, desde Ronaldo. no hay ninguna duda. Ya no es el paraíso de los veteranos como Benzema, ni el seguro de los jóvenes con dudas como Gabri Veiga, es ya también el lugar en el que acaban o al que se unen las grandes figuras del deporte como Jon Rahm, que había asegurado que no lo iba a hacer.

Con Rahm, Arabia Saudí ha conseguido su objetivo. «Quiere ser un país que cuente más allá de las materias primas, tener influencias en áreas más amables para la sociedad, como es el deporte. No sólo son golf, el Rally Dakar o el padel. También el fútbol, con el objetivo último, que era el Mundial», asegura Pablo Burillo, profesor de Gestión Deportiva en la Universidad Europea.

Lo que hace Arabia Saudí no es nuevo. Un país conocido por su riqueza en materias primas y también por sus atrasos en derechos sociales. Un país que quiere cambiar esa segunda imagen a través del deporte, que es una de las formas más rápidas de llegar a toda la sociedad y a todos los países. «La Unión Soviética y Estados Unidos lo hicieron mucho, también lo hizo China, cuando quería crear una economía diferente», continúa el profesor Burillo. «También lo ha hecho Qatar organizando eventos internacionales que finalizan con el Mundial de fútbol. Es una parte de geopolítica y así también se abren otro tipo de negocios diferentes»

Rahm es el ejemplo de que el dinero, antes de Qatar, ahora de Arabia Saudí, es una tentación demasiado fuerte como para no escucharla. Odiseo, en su larga y accidentada vuelta a Ítaca, pidió a su tripulación que se tapase los oídos con cera y que a él le atasen y, aunque suplicase, no le soltasen mientras pasaban por dónde cantaban las Sirenas. Atado al palo mayor, Odiseo escuchó el canto más hermoso del mundo, el que ningún hombre podía soportar. suplicó quedarse con ellas, pero no lo hizo. Rahm no ha sido tan fuerte o sus diferencias con los circuitos históricos le ha empujado a firmar.

Arabia, ¿un país que se moderniza?

Es uno más, en realidad. En enero se va a disputar la Supercopa de fútbol, con el Real Madrid, Barcelona, Atlético y Osasuna gracias al acuerdo que llegó la Federación, con mediación de Piqué y las protestas que pudo haber hace años, se han atemperado y callado. Cuando en marzo se celebró un Gran Premio de F1, Amnistía Internacional fue muy dura: «Todos estos eventos no son sino parte de una ambiciosa campaña que tiene un nombre: blanqueo deportivo, o lo que es lo mismo, enseñar al mundo un país abierto y reformista cuando en realidad la situación de los derechos humanos es todo lo contrario a modernidad y reformismo», aseguraba. También se levantaron protestas hace un año con el Mundial en Qatar. Se ha cumplido el aniversario y sólo se recuerda la victoria de Argentina, nada de los derechos humanos en el país.

También es verdad que, incluso sin querer, la llegada de deportistas, con sus costumbres, obliga a cambiar cosas. «Cuando tú país se abre a otras culturas, de forma indirecta el país cambia», asegura Burillo. «No es homologable a una democracia europea, pero sí que Arabia Saudí es diferente a hace 20 años y va dando pasos hacia el aperturismo, quizá insuficientes... ¿Hasta que punto cambiará, no lo sé?».

 

Lo que sí que han hecho Qatar y ahora Arabia Saudí es romper monopolios deportivos con mucha historia. El golf es el ejemplo principal, pero cambió también el calendario del Mundial del fútbol, rompiendo las Ligas europeas. De repente, deportes y organizaciones históricas, que creían tener todo controlado se encuentran con un rival temible y además, con otro modo de entender el deporte: «Creo firmemente que el sistema de las Federaciones europeas es el más justo que existe y que sea el rendimiento el que te posicione, no una Liga cerrada», continúa Burillo. «Pero un sistema más cerrado es mucho más estable y puedes planificar a medio largo plazo y tienes estabilidad y poder crear talento», como podrá hacer Rahm.

Es historia (y lo que era prestigio) contra el dinero. Y los deportistas saben que si no coges ahora, se escapa. Acaba Burillo: «El deportista deja la tradición y va hacia nuevos retos movidos de manera lícita por el dinero. Tengo más dudas a largo plazo. Porque esto lo veo como una burbuja, es una estrategia de país, más que una estrategia de deporte y a largo plazo no tiene sentido», dice.