Ciclismo
Joane Somarriba y Dori Ruano: «Nos alojaban en reformatorios»
Las dos dieron brillo al ciclismo español en los años 90 y en los primeros 2000. Tiempos duros para ellas
«Ojalá hubiéramos tenido esto», dice Dori Ruano. Esto es la Vuelta a España femenina. «Hicimos el Giro, hicimos el Tour. Y fíjate lo que hubiera sido para nosotras correr una Vuelta a España. Es un regalo, una satisfacción a todas esas penurias que hemos pasado, a todas esas dificultades que hemos tenido. A las dos nos hubiera encantado», responde Joane Somarriba.
Juntas construyeron el brillante pasado del ciclismo femenino español en los años 90 y en los primeros 2000. Joane, modesta, dice que corrieron el Giro y el Tour. Otras lo corrieron, ella ganó dos veces la carrera italiana y tres la carrera francesa, además de un Mundial contrarreloj en Hamilton en 2003.
Logros que parecen invisibles, borrados de repente de la historia ahora que las grandes carreras masculinas por etapas dan cobertura también a una prueba femenina. Tampoco en su momento se sintieron recompensadas. «Solo servía ganar. No valía nada si hacías tercera o cuarta, no se le daba ningún valor porque no estaba visibilizado. Yo recuerdo las gestas de corredores como Marino Lejarreta en el Giro. Eran héroes sin ganar. Y a nosotras nadie nos veía. Eso era triste», recuerda Joane. «Yo recuerdo el primer Tour que ganaste y pensé “el segundo irá alguien a cubrirlo de España”. Es que no fue nadie. Y el tercero creo que ya fue ETB», añade Dori.
Eran otros tiempos, de ciclismo artesano y amateur. «Teníamos pocos referentes», confiesa Joane (Guernica, Vizcaya, 1972). «Ni referentes ni infraestructuras ni medios. El año pasado yo flipaba en la Vuelta a España, porque en los Tours que ganó Joane íbamos con la mitad de la mitad de la mitad. Que la gente no sabe cómo eran aquellos Tours, cómo los ganó. Hacer 500 kilómetros, comer en la furgoneta si había furgoneta y al día siguiente subir Tourmalet o Alpe d’Huez. Nos alojaban en colegios», puntualiza Dori. Aunque los colegios no eran la peor opción. «Había albergues, refugios. Hemos dormido en reformatorios, en casas de acogida», añade.
«Llegábamos y como había tanto traslado no teníamos tiempo ni de masaje. Eso es lo que le hacía ser un deporte extremadamente duro. Nos metíamos en el coche y hacíamos tiradas de cuatro o cinco horas. O llegábamos al hotel y estaba cerrado el hotel. Nos duchábamos con agua fría. Que seguro que los corredores de épocas anteriores habrán sufrido todo esto, pero había mucha diferencia entre un Tour masculino y el femenino. Era exagerada», afirma Joane. Ella lo sabe bien. Veía la diferencia en casa. Su marido, Ramontxu González Arrieta, era gregario del poderoso Banesto.
«Y dormíamos ocho en una habitación, que a ver quién descansa», rememora Somarriba. «Los franceses te daban una habitación para la auxiliar y para las seis corredoras. Esta señora se merece una película, un documental. Porque yo iba de entrenamiento porque iba luego a la pista, pero esta señora iba a ganar», se lamenta Ruano. Y Joane ganaba.
Aunque todo estuviera en su contra. «A mí me da tanto gusto ver cómo están ahora, que tienen todos los medios, todas las carreras que pueden correr. Ahora he estado con el Laboral Kutxa [es embajadora del equipo] y han estado seis corredoras, tres masajistas, tres mecánicos, bus, todos los medios. Nosotras teníamos un masajista y nos daba masaje a tres un día y al día siguiente a las otras tres. Y mecánicos uno llevaríamos», recuerda Joane. «Con nosotras iban el director, un mecánico y un masajista y a veces el director se tenía que poner a cambiar ruedas porque no daba tiempo», recuerda Dori.
Ni siquiera los contratos daban garantías. «El año que gané el Giro y el Tour tenía el mejor contrato que había firmado y eran contratos que no valían nada. Yo fui a reclamar porque no me pagaron y me dijeron “esto no te sirve para nada”. «Si no te lo querían dar no te lo daban», se queja Dori.
«Nos retiramos en 2005 y a Eugenio [Bermúdez, entonces secretario de la Federación] le dije “nos retiramos Joane y yo y estos tienen una dieta por el Mundial y nosotras llevamos viniendo desde el 95 y no tenemos nada’’», se lamenta Dori. Peor fue dos años antes, en el Mundial de Hamilton. «El cocinero les sacó un chuletón a Valverde y a estos y para nosotras no había. Y le dije “¿y el chuletón nuestro?” Y fue para la cocina y me dijo “para Joane y para ti hay”. “Para Joane y para mí, no. Para todas. Somos un equipo”», dijo. Bajó al vestíbulo del hotel enfadada y desahogó su enfado con la prensa. «No me hicieron ni puto caso». «Eran detalles muy feos», se lamenta Joane. «Es que era de sentido común. Era discriminatorio, lo que decía ella, nos sentíamos como inferiores», asume Dori, ahora embajadora de la Vuelta que tanto envidian.
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