LaLiga Santander

La Liga, una trituradora habitual de entrenadores

La Real Sociedad es el sexto equipo que cambia de entrenador, una cifra habitual por estas fechas. En Inglaterra han echado a tres; en Alemania, a dos

Leo Franco, Lopetegui, Mohamed, Berizzo y Calleja fueron los primeros entrenadores en ser destituidos en La Liga / Gtres
Leo Franco, Lopetegui, Mohamed, Berizzo y Calleja fueron los primeros entrenadores en ser destituidos en La Liga / Gtreslarazon

La Real Sociedad es el sexto equipo que cambia de entrenador, una cifra habitual por estas fechas. En Inglaterra han echado a tres; en Alemania, a dos.

«Los entrenadores estamos solos», dijo Guardiola cuando le preguntaron por el despido de Mourinho en el United. Pero en algunas Ligas están más solos que en otras. Puede que en España, por ejemplo estén más desprotegidos que en Inglaterra o que en Alemania. Ayer se consumó el sexto despido en la Liga Santander: la Real Sociedad dejó de contar con Garitano, su gran apuesta este verano con el fin de dar un salto adelante. Para el técnico era pasar del Leganés a un conjunto con más aspiraciones. Ha durado 178 días y, como los otros cinco técnicos, no llega a enero.

Una de las frases habituales del fútbol español en septiembre, tras un par de malos resultados, es decir que un entrenador no se va a comer el turrón. Porque sucede demasiado a menudo que cuando han pasado dos meses, los proyectos del verano ya no parecen tan buenas ideas. Hay urgencias y la paciencia no siempre parece la mejor receta. O por lo menos, en España se cree en ella menos que en otras culturas futbolísticas. En la Premier, el Fulham echó a Jokanovic; el Southampton despidió a Mark Hughes a principio de diciembre y el United a Mourinho hace unos días. Tres cambios. En Alemania, el Stuttgart dejó de confiar en Tayfun Korkut tras siete jornadas y el Leverkusen acaba de despedir a Heiko Herrlich, pese a ser noveno. Sólo dos cambios.

¿Hay que aguantar o es necesario un impulso para cambiar las dinámicas de los equipos? Nadie tiene la respuesta. ¿Hizo mal el Real Madrid echando a Benítez y fichando en enero de 2016 a Zidane?

Las decisiones dependen de la competición, pero también de las aspiraciones de los equipos. Aunque la impresión es que en España, pero también en Italia, se tiene la idea de que relevar al entrenador va a servir para variar la situación. Y que aguantarlo, sin embargo, es perder el tiempo. El año pasado, antes de Navidad, los equipos de Primera ya habían despedido a siete entrenadores; seis hace dos años; cinco tres temporadas atrás. Es decir, es una constante habitual en nuestro fútbol que antes de Navidad el 30% de los equipos hayan despedido al entrenador. «Pero el tiempo de que sólo caigan los entrenadores ya acabó. Ya está bien de que solo paguemos nosotros. Los jugadores deben saber que, si no hacen las cosas bien, su puesto de trabajo también está en peligro», decía el año pasado Paco Jémez cuando le fichó Las Palmas. Era el tercer entrenador. Descendió.

El Huesca fue el primero en apretar el gatillo esta temporada. El recién ascendido había contratado a Leo Franco tras la salida de Rubi. «La raíz había que cortarla y la vida sigue», decían desde el club oscense para justificar su adiós. Era la jornada 8 y el Huesca era el último. En la jornada 17 sigue siendo el colista y con peor media de puntos por partido que antes.

En el Madrid consideraron que con Lopetegui no se iban a conseguir los objetivos marcados y el recuerdo del cambio con Zidane, además, estuvo presente. La llegada de Solari ha supuesto una variación importante. Con Julen en el banquillo, el Real Madrid había sumado 1,40 puntos por partido. Con el nuevo inquilino del banquillo lleva 2,50. Sólo ha perdido un encuentro de los seis de la Liga.

Berizzo cayó del Athletic cuando el club se instaló en los puestos de descenso. Y Calleja fue despedido del Villarreal después de perder en casa contra el Celta de Cardoso. Antes, el equipo gallego había echado a su gran apuesta, Mohamed, en la jornada 12: «Si supiera que iba a ser juzgado en la cuarta o quinta fecha no hubiera venido», decía, como si no supiese que un entrenador siempre está solo.