Motociclismo

Rojo

Un título al estilo Márquez

El instinto natural de Marc puso emoción a su sexto título mundial, el cuarto de Moto GP en cinco años. No necesitaba arriesgar, pero lo hizo al ver a Dovizioso por detrás y salvó una caída de forma milagrosa.

Marc Marquez (Repsol Honda) celebra el campeonato del mundo tras entrar tercero en Cheste. EFE/ Manuel Bruque
Marc Marquez (Repsol Honda) celebra el campeonato del mundo tras entrar tercero en Cheste. EFE/ Manuel Bruquelarazon

El instinto natural de Marc puso emoción a su sexto título mundial, el cuarto de Moto GP en cinco años. No necesitaba arriesgar, pero lo hizo al ver a Dovizioso por detrás y salvó una caída de forma milagrosa.

¡¡¡Márquez, Márquez, Márquez!!! Ya es de noche en el circuito de Valencia, pero los aficionados no pierden la esperanza. A pesar de que hace mucho que se acabó la carrera, Marc cruza el «paddock» rodeado de una marabunta de brazos que acaban en un teléfono móvil en busca de una foto. Todavía viste el mono con el que salvó la caída que le puso ante el precipicio. «Alguien allí arriba decidió que no me cayera», bromeaba después de convertirse en el piloto más joven en ganar cuatro veces en MotoGP. Una carrera que tenía controlada estuvo a punto de desmoronarse a seis vueltas para el final, aunque no por una imprudencia. Más bien, todo lo contrario. «El error no ha sido por ir pasado de revoluciones, sino por miedo, algo que nunca he tenido. He frenado más tarde y ahí ha estado el problema», analizaba. No quería entrar en conflicto con Zarco y, mucho menos, irse al suelo con él, porque eso significaba que Dovizioso ganara muchas posiciones y él se quedara fuera. Sintió cómo se le iba la rueda delantera. Por suerte para él, la trasera se mantuvo en su sitio. «Lo único que pensé fue no soltar la moto, y ya veríamos dónde parábamos. He puesto el codo y la rodilla. Había pasado lo peor, pero venía la gravilla», explicaba.

El que sí quedó fuera poco después fue Dovizioso, que no tuvo ese ángel para mantenerse en pie. A Márquez le sobra esa magia, aunque detrás de sus derrapadas, sus genialidades y carcajadas hay una persona que sufre, se preocupa y tiene momentos de duda.

Después de la batalla, Márquez desveló lo que no se ve del camino hacia un título del mundo. Hay muchas cosas más allá de los neumáticos, el chasis y la velocidad punta. Después de caerse cinco veces en el fin de semana de Montmeló fue a su peluquera de siempre, que le preguntó si le pasaba algo. Había notado que estaba perdiendo algo de pelo. «¿No me quedaré calvo? Que tengo 24 años», le respondió. No era ése el problema, así que fue al médico a preguntar. «Tienes que relajarte, esto es por el estrés», le confirmó el doctor Chartre. Un toque de atención que le hizo cambiar la perspectiva. Se había olvidado de disfrutar y es básico para tener buenos resultados.

No le hizo falta un «coach» de ésos tan de moda. «Mi psicólogo es mi equipo y la gente que me rodea. Si tienes una atmósfera positiva alrededor, incluso en los días malos, todo mejora», añadía. Respiró hondo se replanteó las cosas y ganó antes y después del parón veraniego. Algo vital en el éxito en un curso cargado de altibajos para todos. Nadie dominaba y era difícil tener continuidad.

Del título, saca muchas lecciones, aunque la más importante es la de «no subestimar nunca a nadie. Tratar a todos por igual». Se refería a Dovizioso, al que, admite, nunca puso en las quinielas. De hecho, cuando el italiano hacía un buen resultado, Marc lo veía como algo positivo por los puntos que no sumaban Rossi o Viñales, los que entonces creía rivales más fuertes. Pero el enemigo era Dovi, al menos en la pista. Fuera, reina el respeto entre ambos. «Estoy triste porque no haya terminado la carrera. Es un piloto y una persona fantástica. He aprendido mucho de Andrea, sobre todo cómo afrontar los fines de semana. Es el mejor en centrarse en lo suyo y olvidarse de los demás».

Marc ha decidido tenerlo como modelo en muchos aspectos, pero ya será el año que viene. En el día en que se decidía todo, el estilo Márquez se impuso a lo que hubiera hecho el italiano. «No me veía haciendo una carrera tan amarrategui. Podía haber aflojado y acabado quinto, pero no es lo mío. Puede ser un error y seguramente no lo vuelva a repetir en el futuro», se excusaba. Marc es lo que es por la fidelidad a su estilo y, aunque con matices, nunca se podrá apartar de él. No quiere afirmar que este año ha estado otra vez por encima de su moto, algo que resulta tan evidente como las 27 caídas que ha sufrido buscando el límite, porque era la única forma de sacar partido al material que tenía. No había una superioridad técnica de Honda, así que había que poner el talento para imponerse en la igualdad.

Atrás quedaron los tiempos en los que sólo podían ganar tres pilotos y un mal día suponía ser mínimo cuarto. Ahora, un día gris te condena al décimo. Entonces, Marc ganaba y, en la versión actual, con muchos candidatos, también lo sigue haciendo. En 2016 tomó pronto una ventaja y pudo ser conservador. Este curso le costó al principio, así que tuvo que remontar. «Tocaba arriesgar, tenía el presentimiento de que se iba a decidir en Valencia y cinco puntos en cualquier lado eran decisivos». Él y Dovizioso se jugaban todo en el precipicio. El problema para el italiano es que nadie es mejor que Marc cuando a su espalda sólo está el vacío.