Tenis

Nadal puede con el tenis y el show de Kyrgios en la segunda ronda de Wimbledon

Nadal, en el partido ante Kyrgios
Nadal, en el partido ante Kyrgioslarazon

Era una segunda ronda de Wimbledon con trampa para Nadal. Una emboscada en toda regla por el nivel tenístico del rival y por el ruido que rodea a Kyrgios cada vez que entra en una pista. No era el típico segundo partido de un «Grand Slam» ante un jugador probablemente de la previa. Se trataba de una prueba que había que superar con buen juego, un saque sólido y la frialdad suficiente para mantenerse alejado de lo que sucede al otro lado de la red. Durante los puntos y también entre ellos.

El australiano no defraudó ni en las extravagancias ni en el tenis. Tuvo arranques de talento brutal y también de los otros. Largas discusiones con el juez de silla, caídas innecesarias al suelo, golpes entre las piernas que no venían a cuento, saques por abajo para sorprender, celebraciones correteando como si hubiera marcado un gol y otras bailando como si fuera un peso pesado de boxeo. A eso se enfrentó Nadal y lo superó con toda la firmeza del mundo para imponerse por 6-3, 3-6, 7-6 y 7-6. No hubo manera de sacar del partido al de Manacor, que explicó después cómo una extensa discusión de su rival con el árbitro le quitó la concentración y le hizo ceder el segundo set. «Es difícil mantenerse alejado de lo que sucede en la pista y reconozco que ahí me desenfoqué. Después no volví a ceder mi servicio, algo de lo que estoy muy satisfecho», narraba Nadal ya en tercera ronda, donde le espera el francés Tsonga.

Otro jugador exuberante en lo físico, como Kyrgios, que pudo igualar el partido a uno para después no ser capaz de imponerse en ninguno de los dos tie breaks. Su habitual caos se impuso a la disciplina de Nadal. Dos jugadores antagónicos hasta para sentarse en la silla en cada descanso. Rafa coloca las botellas, la raqueta y la toalla con precisión milimétrica, mientras el australiano es desordenado tanto ahí como en el plan de cada punto. Tan pronto resta perfecto como deja pasar la bola en el siguiente servicio. Y nunca se sabe si su volea va a ser deliciosa o va a decidir que con 40-0 a favor es el momento de probar un golpe bajo las piernas. Ante tanta inestabilidad es complicado responder, pero Nadal parece que se va adaptando a la hierba. En primera ronda no tuvo que sudar mucho ante Sugita, así que el examen superado ante Kyrgios sí le puede servir para crecer en el pasto.

Arrancó el partido dirigiendo las operaciones con el saque. Casi todo primeros, muy convencido para ponerse rápido 3-0 arriba. Kyrgios empezó algo más frío y tuvo que ceder el primer parcial. El segundo sí lo empezó mandando el australiano y Rafa, a pesar de devolverle el break en contra que tenía, volvió a ceder su servicio y, de paso, el segundo parcial. El sol se iba marchando de la central del All England Club y la cosa amenazaba con alargarse. Había margen en cuanto a visibilidad, pero Nadal no quería sorpresas. Los dos últimos parciales pasaron sin bolas de rotura para nadie. Sólido Kyrgios con el saque y también Nadal, cada uno en su faceta.

El australiano no olvidó su parafernalia, pero tenía ganas de jugar, sí le gustaba el tenis ayer y pensó que podía ganar a Rafa. «No tengo entrenador y no voy lo suficiente al gimnasio, pero salgo y compito con los mejores», reconocía antes de negarse a pedir perdón a Nadal por la bola que le tiró al cuerpo. «¿Por qué disculparme? ¿le golpeé? Le dio con la raqueta y gané el punto», cerraba Nick, en opinión del Rafa, un «potencial ganador de Gran Slam. Cuando quiere competir es de los oponentes más difíciles», cerraba Nadal, feliz de haber superado el ruido y el tenis de su rival.