Ciclismo

Pogacar responde a Vingegaard y comienza la remontada en el Tour

El esloveno ataca en los últimos kilómetros, gana la etapa en el adiós a los Pirineos y se acerca a Vingegaard, nuevo maillot amarillo

Pogacar entra vencedor en la meta de Cauterets
Pogacar entra vencedor en la meta de CauteretsAgencia AP

Sobre la cima de Cauterets, 1.355 metros de altitud por encima de un mar de valles verdes que son los Altos Pirineos, cruza Tadej Pogacar la meta de la sexta etapa de este Tour de Francia que en una semana ya tiene pinta de convertirse en mágico, histórico. Lo hace el esloveno erguido sobre sí mismo, haciendo una reverencia y no se sabe si se la dedica al ciclismo, a lo grandioso del lugar por las montañas recién superadas, no se sabe si se la dedica al Tour de Francia o más bien a sí mismo. Que bien valdría por lo que acaba de hacer. Una gesta de esas que se recordarán siempre.

Resurgir. Cuando el mundo del ciclismo contenía la respiración, casi apenado, cabizbajo por el golpe de mando del miércoles por parte de Vingegaard con el minuto que le había asestado al esloveno, coge él y de la derrota se engrandece y revive. Y sostiene los ataques del poderoso Jumbo, todos buscando desnudarle después de las primeras montañas que lo dejaron moribundo. Animal herido siempre es doblemente peligroso. Y ese fue ayer Pogacar, el que se erige, aguanta en el Tourmalet, mantiene el paso y da la estocada en Cauterets. Y Vingegaard que no puede seguirle. Y el minuto que tomó en la primera ración pirenaica el danés se vio ayer reducido a 25 segundos.

Es ahora lo que les separa a ambos después del derroche de espectáculo que han dado en los Pirineos. Un día derrotado uno, al siguiente el otro. Y así todo. Dos corredorazos para la historia que la suerte les ha puesto en la misma época para hacerlos más grandes y mejores precisamente así, cuando uno se enfrenta al otro. Ayer Pogacar volvía a ser el niño de la sonrisa fácil, los gestos bromeando a cámara al bajar del Tourmalet. Allí se enfrentó al primer envite, cuando el Jumbo aceleró en el final de la Mongie. «Queríamos probar a ver cómo se sentía», admitió después Vingegaard.

El danés que hasta hace poco enlataba sardinas mandó por delante a su hombre más potente, el ciclista más impresionante del panorama. Wout Van Aert desde el kilómetro cero arrancó y diseñó la fuga a su antojo. Quien pueda, que le siga. Lo hicieron unos cuantos: Alaphilippe, Kwiatkowski, el portugués del Movistar GuerreiroVan Aert ni se inmutó. Él estaba a otra cosa. Supremo. Esperó a que su equipo destrozase la carrera en la parte final del Tourmalet, cuando Kelderman dejó el grupo de favoritos reducido a los que verdaderamente lo son: Vingegaard y Pogacar. Y con ellos Sepp Kuss, el mejor y más simpático gregario que existe.

A un kilómetro del Tourmalet, Vingegaard probó a Pogacar. «En ese momento pensé, ¡uf! Como sea igual que en el Marie Blanque mejor hacer las maletas e irme a casa», confesó Pogacar. Pero no. Pogacar se encontró de nuevo con su mejor versión y amarró la rueda de Vingegaard y Van Aert, estratosférico, que los esperó en el descenso.

Por ahí no quedaba ya nadie más, ni Landa, hundido y con todas sus opciones de podio ya perdidas, ni Pello Bilbao, que lo esperó, ni Jai Hindley, que apenas tuvo tiempo de saborear su liderato. Sobrevivió como pudo Carlos Rodríguez, estupendo con un Ineos volcado y valiente a la caza.

Pero el nivel de Pogacar y Vingegaard es superior. No hay nadie como ellos. Han bastado tan solo seis etapas del Tour, dos de montaña, para que lo demuestren. A tres kilómetros de la meta «vi el momento perfecto y ataqué», narraba Pogacar. Jugada maestra. «No es que fuese una revancha pero necesitaba ganar hoy», confesaba. De Cauterets sale Jonas Vingegaard de amarillo y líder pero con sólo 25 segundos de ventaja sobre el esloveno prometiendo un Tour espectacular. «No sé decir si está mejor que el año pasado o no, pero sí sé que yo estoy donde quiero estar. Esta carrera es muy larga y puede pasar de todo», avisó Vingegaard. «Va a ser una gran batalla hasta París y estoy deseando combatirla», dijo Vingegaard. Hay Tour.