Rafa Nadal jugó con su derecha cruzada ante Maxime Cressy hasta que el revés cortado del estadounidense se quedó en la red. Punto final. Partido acabado (7-6 [8/6] y 6-3). El balear volvía a ganar un torneo, en realidad volvía a jugar, seis meses después. Obviamente en otras circunstancias la conquista del ATP 250 de Melbourne no tendría demasiada importancia (para él). Pan comido para el español, que sólo ha tenido que superar tres partidos, al lituano Berankis (número 104 del mundo), al finlandés Ruusuvuori (95) y a Cressy (112). Una de las rondas, contra el neerlandés Griekspoor (65) no la disputó por lesión de su rival. Son oponentes a los que Rafa normalmente batiría con facilidad, pero es que el zurdo llega de unos meses muy duros. “Tener un trofeo debajo del brazo significa mucho después de haber estado tanto tiempo parado por lesión”, admitió. Es el trofeo 89 que conquista Nadal en su carrera y se acerca ya a los 94 de Ivan Lendl. Por delante sólo le quedarían, algo lejos, Federer (103) y Jimmy Connors (109).

A lo que se refiere el balear es a que en agosto tuvo un susto importante. Jugó las semifinales de Roland Garros en junio, en las que cedió ante Djokovic, se perdió Wimbledon y los Juegos de Tokio para descansar y cuando quiso volver para preparar el US Open, aguantó dos partidos en su regreso. Un dolor en el pie izquierdo le obligó a parar, y era además por su vieja lesión, esa que en 2006 le hizo incluso temer por su carrera cuando no hacía más que empezar, y que obligó a que le hicieran unas plantillas extremas para que pudiera continuar. Y vaya si lo hizo, convirtiéndose en uno de los mejores jugadores de la historia. Tuvo que ser intervenido, se le vio con muletas en septiembre, y empezó a entrenar de nuevo.

Pero las desgracias no acabaron ahí porque primero quería probarse, ante de volver a un torneo oficial, en la exhibición de Abu Dabi a finales de diciembre. Perdió sus dos partidos, contra Murray y Shapovalov, pero eso fue lo de menos. Regresó con coronavirus y tuvo que volver a parar. Pero se recuperó rápido, a tiempo para seguir la preparación que tenía más o menos planeada, con el ATP 250 de Melbourne.

En la final contra Cressy tuvo que hacer frente a la incomodidad de un rival que juega sacando saque-red constantemente. Si hasta ese último partido no llegaron Opelka o Dimitrov fue porque el estadounidense lo impidió. Plantó cara también al actual número seis, le forzó el tie break en el primer set e incluso estuvo con break arriba en el segundo, pero la consistencia del manacorense le terminó derribando.

El escenario del encuentro era la Rod Laver Arena, la pista en la que, desde el 17 de enero, Rafa buscará la conquista del Open de Australia, que sería el vigesimo primer Grand Slam, que le dejaría en cabeza en la pelea que tiene con Djokovic y Nadal. Ahora están empatados a 20.