Tenis

Nadal resuelve una primera ronda de trabajos forzados ante Draper

Se impuso por 7-5, 2-6, 6-4 y 6-1 en tres horas y 42 minutos. En segunda ronda le espera el estadounidense McKenzie McDonald

Nadal celebra uno de los puntos ante Draper
Nadal celebra uno de los puntos ante DraperDIEGO FEDELEAgencia EFE

Una pelea de casi cuatro horas ante Jack Draper para alcanzar la segunda ronda del Open de Australia. Nadal superó un escollo mayúsculo en el amanecer del torneo y lo hizo en cuatro sets (7-5, 2-6, 6-4 y 6-1 en tres horas y 42 minutos) con un despliegue de juego y energía impropio para solventar una primera ronda. Ahora llega el estadounidense McKenzie McDonald, número 65 del mundo con 27 años, un rival no tan exigente como Jack Draper.

“Es la peor primera ronda que me podía tocar”, comentó Rafa después de que el sorteo le emparejara con Draper en el primer capítulo en Melbourne. Y tanto. El británico de 21 años tiene en su palmarés un set ganado a Djokovic en Wimbledon y una lista de víctimas entre las que están Fritz, Schwartzman, Aliassime y Tsitsipas. En la Rod Laver Arena se comprobó que el británico no era la típica raqueta con la que toparse en el comienzo de un Grande. De ahí el modo en que Rafa afrontó el desafío. No pareció que fuera el tercer partido del año y que llevara más de dos semanas sin jugar uno oficial. Los entrenamientos habían sido satisfactorios y su rendimiento durante algunos tramos del partido lo ratificó. Nadal se movió con fluidez, se sintió cómodo desde el fondo de la pista y apenas cometió errores de salida. La derecha corría, el revés funcionaba y el servicio era tan fiable como antes de los problemas abdominales que le martirizaron el año pasado. Draper, agarrado a su saque, resistió hasta el duodécimo juego del primer set. Había salvado una bola de break en el octavo, pero en el segundo empujón del español flaqueó.

El comienzo intachable no tuvo continuidad por culpa del británico. Draper se ajustó la gorra y empezó a soltar palos sin tregua. Logró un break nada más empezar y los golpes de Nadal dejaron de llevar la carga que tenían en la primera hora. Rafa se destempló. Hubo un parón de apenas cinco minutos por amenaza de lluvia y Draper ni se inmutó. Se adelantó 0-4 por su descaro y porque el de Manacor pasó a ser inofensivo. Con el partido empinándose había que comprobar la respuesta del español en las primeras curvas.

La vuelta a empezar tuvo mucho de “venga, vamos a olvidarnos de lo que acaba de pasar y centrémonos como en el primer set”. Con un número de errores no forzados demasiado elevado (27 a estas alturas y acabó con 50), Nadal se alivió en sus dos primeros servicios. Y a Draper el físico le traicionó. Empezó a mirar a su palco y a hacer gestos extraños con la pierna derecha. Con 21 años su currículum de lesiones es amplio y con el partido equilibrado cambió el gesto y dejó de sentirse cómodo. Ligeros estiramientos de la pierna derecha, gestos a su entrenador y Rafa, a lo suyo. Puño cerrado, gritos de “vamos”, miradas de confianza, más metido en la pista y Draper reclamó la presencia del fisio cuando el tercer set ya se le escapaba. Fue suficiente para seguir, pero el británico ya no era el jugador de las dos primeras horas. En cada parón repitió el tratamiento e incluso se extendió a la pierna izquierda. Le llevó a igualar a cuatro, pero dejó de ser regular y Nadal recuperó la fiabilidad para apuntarse el tercer set con un break.

Alcanzadas las tres horas, Draper volvió a la carga. Se apuntó el primer juego del cuarto set con un break después de 17 minutos de maratón. Rafa no aflojó y para evitar que se repitiera la dinámica de la segunda manga se olvidó de inmediato del golpe recibido y enganchó cuatro juegos consecutivos. Al británico se le empezaron a aparecer todos los fantasmas. Después de otro intercambio exigente no fue capaz de ir a por la última bola. La pierna derecha le dijo hasta aquí hemos llegado. Sus saques fueron inofensivos. Los trabajos forzados de Rafa encontraron recompensa después de más de tres horas y media de desgaste.

Bucsa, primera española en segunda ronda

Cristina Bucsa fue la primera raqueta española en alcanzar la segunda ronda al imponerse a la alemana Eva Lys por 2-6, 6-0 y 6-2. Ahora espera la canadiense Bianca Andreescu, campeona del Abierto de Estados Unidos en 2019. Bucsa, que accedió por primera a la segunda ronda de un Grande en la última edición del torneo neoyorkino, no se alteró pese a ceder la primera manga. La española nacida en Moldavia redujo riesgos, bajó el número de errores y su solidez la permitió igualar el partido. Lys solicitó asistencia médica al final del segundo set para solventar unos problemas en su muñeca, pero el partido ya fue en una única dirección, la de la española procedente de la previa.

La conferencia de prensa posterior de la número 100 del mundo con 25 años fue tan emotiva como su victoria. “Me gusta ser libre. No necesito mucha ropa, con siete camisetas y siete pantalones o faldas me sobra. De lo contrario es un gran gasto”, apuntó la cántabra. Bucsa consiguió el billete para la segunda ronda a orillas del Yarra por primera vez en su carrera y admitió su pasión por la lectura, la filosofía, la psicología y la ciencia en general. “Empecé a estudiar Psicología en la Uned, pero lo dejé porque me coincidían los exámenes con los Grand Slam y no me gusta hacer las cosas al 50 por ciento”, agregó.

La jugadora de origen moldavo también aprovechó para desmarcarse del uso de las redes sociales y afirmó que tan sólo utiliza Facebook para poder organizar las sesiones de calentamiento con sus compañeras del circuito. “Estoy centrada en mí, no tengo que enseñar mi vida a otras personas. Mi vida es algo personal”, afirmó antes de desvelar que tan sólo viaja a los torneos con su padre.

Bucsa desveló que ella se compra sus raquetas y que le duran mucho tiempo, porque nunca las lanza al suelo, del mismo modo que el cordaje. “Mi padre es el que se encarga de mis cordajes pero no cambio mucho. No sé qué tensión utilizo”, matizó la primera española en segunda ronda.