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Viaje al pasado de Fede Valverde, "el fichaje"de Zidane: "Chiquito, flaquito, bajo la mama, lloviendo"

Fede Valverde y la taza que le dio a Néstor Gonçalves
Fede Valverde y la taza que le dio a Néstor Gonçalveslarazon

A Fede Valverde, como a todos los niños del mundo que juegan al fútbol lo que le gustaba era marcar goles, pero un día en el Peñarol, donde sus cualidades ya eran un secreto a voces, decidieron retrasarle un poco en el campo, que jugase más atrás y así aprovechar su potencia y su llegada al área. Pero eso, significaba jugar un poco más lejos de la portería. Valverde, siempre respetuoso, siempre aprendiendo, no dijo nada, pero no le gustó. Aunque se le notaba: se le veía en los gestos, en la mirada al suelo, en la cara de pocos amigos. Tenía 14 años, la adolescencia, una edad en la que los niños deciden su futuro sin ser conscientes de hacerlo.

“Te va a ir ofuscado”, le dijo a su madre Nestor Gonçalves, hijo del mítico capitán del Peñarol con el mismo nombre. Y ahí llegó la clave de lo que es ahora Valverde, si es que se puede dar una sola clave en un crecimiento. Pero sí que ahí se ve el comportamiento de Doris, la madre, a la que, con el padre, todo el mundo señala como fundamental para que Fede Valverde sea quien es. “Los papás a veces se ponen en contra del técnico”, dice Néstor desde Uruguay. Creen que la toma con su hijo cuando lo cambia de posición. La madre, que acompañaba a su hijo a los entrenamientos, que como la clase media uruguaya, trabajaba en oficios mal pagados, hizo caso al entrenador. Estaría ofuscado, pero los entrenadores tenían razón. “Había que cambiarle ese sentimiento de frustración por felicidad”, y la madre tenía que ayudar. Lo hizo. Estuvo alineada con los entrenadores y educadores. No siempre pasa, es probable que sea lo que menos suceda. “Algunos padres piensan en el éxito del niño para hacer dinero. Pero cuanto más tarde conozcan los niños sus condiciones y cuanto más disfruten del juego, mejor para ellos. Vamos a no meterles intereses de adulto. Ellos se quieren divertir, lo otro no es ético”, cuenta Néstor.

Luego está el talento. Valverde tenía 9 años cuando Gonçalves, de la cantera del Peñarol, le vio. “Me acuerdo de él, flaquito, chiquito, bajo la mamá, lloviendo, siempre escuchando lo que le decíamos”. Uruguay es el país del fútbol. Néstor calcula que si hay 200.000 niños entre 6 y 13 años, 60.000 de ellos juegan partidos organizados. Por eso Uruguay tiene tantos jugadores talentosos y, por eso, compite casi siempre contra países más grandes.

Y hay ojos entrenados para ver ese talento: “Valverde tenía capacidades que no tienen que ver con la edad. Tenía inteligencia, percibía el juego de un modo que llamaba la atención, sus habilidades técnicas le diferenciaban de los de su edad”, explica Néstor.

Todas las anécdotas de Fede Valverde resaltan su timidez, sus pocas palabras, incluso en el Real Madrid da la impresión de que le ha costado hacerse un sitio, por precavido. “Hay que ver qué entendemos con ese concepto de timidez. La timidez es una característica que no nos permite ir adelante y eso no le ha pasado a Valverde. Él siempre estuvo seguro, tranquilo y humilde; si tenía un perfil bajo fuera del campo, en la cancha se transformaba, se enfadaba si la cosas no salían, siempre quería la pelota, se esforzaba, lideraba. Otros, con un perfil más alto fuera del campo. no son adecuados y se distraen”, sigue Néstor.

Valverde continúa manteniendo contacto con esa generación de futbolistas y también con Néstor, a quien regaló una taza con un mensaje: “Gracias por enseñarme a volar”: “Volar es ir mal alto”, cuenta Néstor. “En esas edades todos los niños son iguales y nosotros sentimos cariño por todos. Nos duele mucho los que se quedan en el camino. El destino puede jugar a favor o no, por eso hay que tomar esas etapas de niños en la cantera como formación, como herramienta para la educación. Así, aunque no lleguen, no lo van a perder nunca: lo que vivieron ya lo ganaron”, explica pedagógicamente.

Valverde lo tuvo claro. Había que aprender, ser humilde y también valiente. “Mi papá” cuenta Néstor, “era capitán del Peñarol cuando gana la segunda final del campeonato del mundo en el Bernabéu y mi padre no quiso ir al Real Madrid. Mi papá falleció antes de ver ahora Fede Valverde en el Real Madrid.Pienso qué le diria mi viejo: “te estás agrandando, yo no quise ir, fui chiquito.