Fútbol

El Villarreal de Marcelino abofetea a Xavi (3-5)

La manita del equipo castellonense en Montjuic descabalga al Barcelona de la lucha por el título

La impotencia de los jugadores del Barça
Lamine Yamal, tras la derrota ante el VillarrealToni AlbirAgencia EFE

Hubo de todo en el Lluis Companys: ocho goles, dos remontadas y su jugada polémica –las ganas que tenía Munuera Montero de ayudar al grande...– en el último minuto, con el partido empatado, que le brindará a Xavi Hernández la excusa suya de cada día. Pero la realidad, más allá del penalti desdicho, es que el Villarreal de Marcelino, más de un mes sin ganar y mirando a la cola con congoja, le metió una manita al Barcelona en su propio campo; con la que lo descarta definitivamente de la persecución de los colíderes. «Aquest any, no».

Un tiro de Joao Félix que envenenó el toque en Comesaña obligó a Jergensen a lucirse nada más empezar, pero esta jugada fue un espejismo en una primera mitad dominada por los amarillos. O, más bien, por la excelente pareja de delanteros que forman Gerard y Sorloth, cuyas lesiones han estropeado la campaña de su equipo, veremos de si de forma irreversible. Al filo del descanso, el noruego recibió de un saque de banda y maniobró para sacar un centro que el catalán embocó primorosamente. Es verdad que Romeu blandeó ante el vikingo y que Christensen dio demasiada distancia al goleador, pero la jugada fue preciosa. Xavi señaló a los dos implicados sacándolos del partido en el descanso, cuando operó un triple cambio.

Uno de los relevistas, Joao Cancelo regaló el 0-2 a Ilias al poco de empezar la segunda mitad y enseguida activó Xavi a Ferrán, su hombre en forma, aunque la mecha de la remontada, tres goles en diez minutos, la encendió Gündogan. El centrocampista alemán marcó el primero con un soberbio toque de zurda, generó la jugada que precedió al empate de Pedri y metió una falta lateral endemoniada en la olla para que Bailly, en propia meta, marcase el 3-2 que el Barcelona no supo conservar.

Parte de la culpa del naufragio final del Barça cabe echársela a la bisoñez de algunos de sus futbolistas: Vitor Roque que estella contra el muñeco la ocasión del 4-2, Pedri que no corta con una falta la contra el empate, tras pérdida de Gündogan, Cubarsí e Iñaki Peña que se lían en el 3-4... todo eso está muy bien pero, ¿por qué desde el banquillo no se detiene el peligroso correcalles de los minutos finales? Con el Barcelona en ventaja, Coquelin, Sorloth y Guedes montaron un contragolpe que culminó un fabuloso tiro cruzado del portugués y a partir de ese momento, se desató la locura.

El Barcelona se lanzó al asalto del área amarilla y, justo cuando se cumplía el minuto 90, Gündogan empalmó contra él codo de Comesaña, que era imposible que lo tuviera más pegado. Munuera Montero señaló penalti a instancia de su linier y no tuvo más remedio que revocarlo tras mirar la jugada en el monitor. Lejos de apelar a la calma, como es su obligación, Xavi espoleó a su desquiciado equipo vociferando como un poseso y el Villarreal aprovechó para llevarse la victoria con dos goles en los dos últimos minutos del descuento: el primero de Sorloth, tras baile de Capoue dentro del área, y el segundo de Morales, con todo el Barcelona lamentando que nadie rematase un centro del Koundé que había recorrido la línea del área pequeña.

Al entrenador del Barcelona lo mantiene en el puesto su condición de leyenda blaugrana y su catalanidad. Si fuese medido con la severidad de cualquiera de sus predecesores, habría sido destituido hace mucho tiempo. Cosas de ser «más que un club».