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España crece menos de lo previsto por el Gobierno y no logra bajar el déficit

El Banco de España cifra el crecimiento en el 2% para este año. Son cuatro décimas menos que en 2018. Reclama estabilidad, políticas de control del déficit y una agenda de reformas estructurales

Fachada Edificio Banco de España
Fachada Edificio Banco de EspañalarazonAlberto R. Roldán

ELa economía española crece, pero cada vez menos y por debajo de las expectativas del Gobierno. El PIB habría subido un 2% en 2019, cuatro décimas menos que el año anterior, según las estimaciones del Banco de España, incluidas en el Informe Trimestral de la Economía Española. El 2% de aumento de PIB es una décima inferior al previsto por el Gobierno y se debe, sobre todo, «al empeoramiento del contexto exterior» y en parte también «a la pérdida de dinamismo de la demanda interna», aunque en el último trimestre del año se habrían recuperado algo tanto las exportaciones como el consumo interno. Gracias a eso, la economía habría crecido un 0,4% entre octubre y diciembre, dos décimas menos que en el mismo periodo del año anterior.

Los expertos del Banco de España constatan que la economía española todavía crece más que las principales del área euro. Sin embargo, prevén que ese diferencial positivo «tienda a reducirse gradualmente», aunque esperan que la llamada «fase expansiva» –crecimiento– se prolongue durante el «próximo trienio». Confían en que se «disipen progresivamente» las incertidumbres que obstaculizan la evolución de la actividad y del comercio mundiales desde hace alrededor de un año y medio. Todo ello debería provocar una recuperación gradual de la demanda externa y un aumento de las exportaciones.

El déficit público volverá a ser el agujero negro de las finanzas públicas españolas. La previsión del Banco de España es que termine 2019 en el 2,5% del PIB, el mismo porcentaje que el año anterior y, en términos absolutos, alrededor de los 30.000 millones de euros, lo que impedirá una reducción mínimamente significativa del ratio del deuda pública, que era del 97,8% del PIB al final del tercer trimestre y que suponía 1,2 billones de euros. El déficit no baja en 2019 por el desfase negativo que se ha producido en las cuentas de las Administraciones Públicas, es decir, Estado y comunidades autónomas. Este empeoramiento se explicaría, sobre todo, por el incremento de gasto derivado de la revalorización de las pensiones y la subida de los salarios de los empleados públicos aprobada a finales de 2018. También habría que incluir el mayor gasto en desempleo por la ampliación del subsidio a los mayores de 52 años.

El Banco de España recuerda que las autoridades europeas avisaron en noviembre al Gobierno español «del riesgo significativo de incumplimiento de los requerimientos de convergencia del equilibrio presupuestario estructural fijados para 2019 y 2010». España, ahora, tiene pendiente el envío a Bruselas de un Plan Presupuestario para el año 2020 que incorpore las medidas necesarias para asegurar el cumplimiento de los objetivos. En concreto, las autoridades europeas recomendaban un ajuste estructural del 0,65% para 2019, que no se habría cumplido y que, por lo tanto, debería sumarse al de 2020.

Los expertos del Banco de España abogan por la constitución de un «Gobierno estable que pusiera en práctica políticas orientadas a retomar la consolidación fiscal». Defienden todo eso es necesario para reducir lo que llaman «la vulnerabilidad de la economía española ante futuras perturbaciones». Significa, en otras palabras, una mayor reducción del déficit y puesta en marcha de una agenda de reformas estructurales. Critican, siempre en el lenguaje técnico –y a veces algo críptico– de los bancos centrales, que la reducción del déficit, en los años de la recuperación económica tras la crisis, en los «efectos favorables del ciclo económico y en la disminución de los gastos por intereses», que ha sido una de las consecuencias de la política del Banco Central Europeo de aplicar tipos de interés negativos. Ha aliviado las finanzas públicas españolas. Sin embargo, España apenas ha avanzado en la corrección de lo que se llama déficit estructural –más gastos que ingresos de forma casi permanente– y eso limita la capacidad de la política fiscal «para afrontar un eventual cambio en el ciclo económico». Más claro, el Banco de España se queja de que los sucesivos Gobierno no han aplicado medidas para reducir los gastos o incrementar los ingresos en un periodo de especial bonanza económica. En definitiva apunta que se ha perdido una oportunidad que puede tardar en volver a presentarse. Además, la institución que Gobierna Pablo Hernández de Cos, muy activa en el análisis y diagnóstico económico independiente, insiste en la necesidad de retomar la agenda, pospuesta en los últimos años, la adopción de las medidas necesarias para aumentar la productividad y la creación de empleo.