Economía
Corea, volcada en forjar un potente entramado de pymes
Su economía se ha ralentizado. Todos sus agentes sociales, con el Gobierno a la cabeza, quieren incentivarla impulsando la creación de medianas empresas globales de fuerte componente tecnológico
Su inverosímil crecimiento económico ocupa ya un lugar destacado en los anales de la historia mundial. Los expertos lo han bautizado como “El Milagro del Río Han”. Esta pequeña nación –cuya superficie es cinco veces menor que la española, aunque con casi cinco millones más de habitantes y, por tanto, una elevada densidad– cuenta con una localización privilegiada que, sin duda, ha contribuido a este espectacular desarrollo. Ocupa menos de la mitad sur de la Península de Corea. Por arriba limita con la República Popular de Corea, la del famoso y estrambótico presidente KingJomg-un; al este con el Mar del Este; al sureste y el sur con el Estrecho de Corea, y al oeste con el Mar Amarillo.
Esa espectacular transformación que ha experimentado se ha producido en muy poco tiempo. Hay que remontarse a 1953 y recordar las circunstancias en que inició esta sonada recuperación para valorarla en todos sus extremos. En julio concluyó la Guerra Civil que la había enfrentado desde junio de tres años antes a su “hermana” Corea del Norte, tras la invasión de su territorio por parte del régimen comunista. Entonces, su estado era catastrófico. Se había convertido tras este encarnizado conflicto –uno de los más sanguinarios de todos los tiempos– en uno de los países más pobres del planeta. Su población quedó fuertemente mermada y su industria completamente destruida. Además, su pobreza natural agravaba más la situación, ya que más del 70% de sus 99.538 Km2 es montañoso y solo el 18% –mayoritariamente ubicado en las costas este y sureste– es cultivable.
La situación hoy en día es otra muy distinta. Su Producto Interior Bruto (PIB), 1,37 billones de euros, le convierte en la úndecima economía del mundo y la cuarta del continente asiático por detrás de China, Japón e India. Su renta per cápita asciende a los 26.570 euros (puesto 32 de un ranking de 196 países). Su tasa de desempleo es del 3,2% (más bajo que el de Estados Unidos). Bajo déficit (2,19% del PIB). Igual que la deuda pública, que no llega al 40%, mientras que la privada sí es muy elevada, pues representa un 245,73% del PIB. Sexto exportador mundial de mercancías y décimo de servicios comerciales, y noveno importador en esos campos. Décimo segundo país más innovador. Quinto país en ofrecer más facilidades para hacer negocios según el ranking Doing Business. Y su índice de fragilidad resulta irrelevante.
Cómo se consiguió dar este salto de gigante. El presidente Park-Chung-hee diseñó durante su mandato, que se inició en 1963, un plan de desarrollo económico de cinco años bajo el lema “Modernización de la patria”. Logró un rápido crecimiento tras desplegar el llamado “Nuevo Movimiento Comunitario” (“Saemul Undong”) enfocado a convertir este país agrícola en otro esencialmente industrial. Puso en marcha diversas políticas orientadas a la exportación. Lógicamente, al principio, esos productos que se vendían más allá de sus fronteras eran muy simples, pero paulatinamente y a un ritmo increíble fueron ganando en valor añadido. El desarrollo de su industria fue vertiginoso. Hoy representa casi un 40% del PIB y emplea a casi una cuarta parte de la población activa. Poco a poco fue ganando peso en electrónica, petroquímica, siderúrgica, energía, construcción, automoción y fabricación de baterías para coches, construcción naval, defensa, agroalimentación y productos de consumo.
La coyuntura generada fue aprovechada para ir conformando “chaebols”, como allí se les llama a los vastos conglomerados empresariales caracterizados por la gran diversificación de su actividad. Los más representativos son Samsung (principalmente industria electrónica, pero también construcción civil y naval, seguros y otros servicios financieros, participación cercana al 20% en la empresa Renault Samsung Motors, clínicas, centros comerciales, hoteles...); SK (telecomunicaciones, semiconductores, energía, química, construcción, servicios...); LG (electrónica, química, telecomunicaciones, servicios...); Lotte (alimentación, distribución –supermercados, franquicias, grandes almacenes, tiendas de conveniencia, franquicias–, hoteles, servicios financieros...); Hyundai (automóviles, material ferroviario, construcción naval, obra civil, centros comerciales...); SPC (alimentación y distribución-franquicias); Hanwha (construcción, servicios financieros, químicos, energía y distribución comercial); Doosan (maquinaria, equipos y vehículos industriales); Hanjin (logística de transportes, aviación)), y KumhoAsiana (aviación, construcción, petroquímica, farmacéutica). Datos como el de que 31 de ellos controlan dos terceras partes de las inversiones y exportaciones, o que las 62 empresas integradas en los 10 principales grupos acaparan el 79% de los beneficios de las cotizadas en la Bolsa surcoreana, lo dicen todo.
Contracorriente
Esta economía tan exitosa ha sido posible gracias a su fuerza exportadora, su capacidad de innovación que, a su vez, es fruto de su decidida apuesta por el I+D+i hasta el punto de que es el segundo país de la OCDE que mayor porcentaje del PIB destina a este capítulo. Junto a estas fortalezas hay que añadir otras como su exigente sistema educativo o la altísima cualificación de su fuerza laboral. Pero no todo ha sido positivo en estos casi 60 años. La crisis cambiaria de 1997 le llevó a pedir un rescate al FMI, pero el enfermo no tardó mucho tiempo en restablecerse. Y 2019 es visto por los analistas como un punto de inflexión ya que el crecimiento final estimado llega a regañadientes al 2%, lo que ha hecho encender las luces de alarma. El propio Gobierno reconoce los riesgos: excesiva dependencia del sector exterior para las industrias punteras; amenaza del proteccionismo; ralentización del mercado chino, y carencia de pequeñas y medianas empresas.
Esa estructura empresarial tan polarizada, en un extremo las grandes corporaciones y en el otro las microempresas con pocos trabajadores, no basta para que el país siga avanzando. Gobierno, “chaebols”, empresarios, consultores, profesores universitarios... coinciden en que Corea del Sur necesita un potente entramado integrado por empresas medianas (plantillas de menos de 250 trabajadores y una facturación de hasta 50 millones de euros) que han de tener su punto de partida en las “start-ups” de amplia base tecnológica. Una consecuencia de esa estrategia es la creación del Ministerio de Pymes y Startups que encabeza Park Yong-sun.
Este ecosistema es todavía pequeño, pero se encuentra en pleno auge, como se puso de manifiesto en la “K-Startup Week 2019 Come Up”, celebrada recientemente en Seúl. “Está prosperando”, afirmó Jung Wook Lim, director ejecutivo de Startup Alliance (organización sin ánimo de lucro que apoya estas iniciativas). Este boom, agregó, “se debe al fuerte apoyo que le presta el Gobierno; el surgimiento de numerosas comunidades de ‘’start-ups’’; gran afluencia de talento emprendedor a este mundo; aumento del número de inversores de capital riesgo, y la pasión de los ‘’millennials’’ surcoreanos por utilizar los servicios de este tipo de empresas”. Un dato relevante es el incremento del volumen de capital riesgo colocado en estos proyectos. Mientras que en 2015 fue de 1.623,9 millones de euros, el año pasado fue de 3.105,5 millones. El número de empresas apoyadas por firmas de “venture capital” fue de 1.399 mientras que cuatro años antes solo sumaban 901. En octubre de 2015 únicamente había 76 financiadas por estos fondos con un millón de dólares o más. Hoy superan las 600 y más de 680 han recibido hasta 10 millones de dólares.
Corea del Sur ya cuenta con 10 unicornios (“start-ups” valoradas en mil millones de dólares) de sectores diversos. “Hay muchas que son candidatas a adquirir pronto esa condición”, explicó JungHee Ryu, miembro del Comité organizador del citado congreso y CEO de Futureplay. Bongiin Kim, CEO de Woowa Brothers, indicó que, si bien todavía son pocos –en todo el mundo existen 400– “este número pone de relieve la competitividad de nuestra red, pero no solo tenemos que pensar en unicornios globales coreanos, sino en unicornios mundiales con capital coreano”. “Nuestra mirada está puesta en 2030″, señaló JungHee Ryu. "Confiamos contar ese año con un ecosistema muy pujante que tenga presencia en todas partes del mundo”.
El apoyo del Gobierno para hacer realidad este sueño es total. Su compromiso no tiene fisuras. Su flamante Ministerio de Pymes y Nuevas Empresas tiene un objetivo bien definido: crear un “mittelstand” (tomando como ejemplo el modelo alemán de pymes industriales). Desde luego, no está escatimando en medios. Ha previsto inyectar 12 billones de wones (12.000 millones de dólares) hasta 2022 y está implicando a los grandes holdings en este objetivo de país. Park-Yong Sun está convencida de que las pymes y las “start-ups” serán “el motor de crecimiento” de Corea del Sur. “Un país sin emprendedores no puede avanzar, y sin grandes emprendedores no puede crear”, sostuvo. “Su potencial –prosiguió– es enorme. Han de tener carácter global y un fortísimo componente tecnológico con el 5G y la inteligencia artificial como principales armas”. El diputado de la oposición Jongkoo Lee mantiene que la economía surcoreana ha puesto muchas esperanzas en estos proyectos.
El CEO de Woowa Brothers, una de las empresas que ha alcanzado esa valoración del billón americano, comentó que “las ‘‘start-ups’’ no son nuevas en este país. Hace tiempo hubo una expansión considerable. Sin embargo, se produjo un frenazo que ahora se ha superado. Están abriendo las puertas del futuro. Los grandes ‘’chaebols’’ han condicionado su desarrollo, pero ahora han cambiado y las están apoyando decididamente. Ellas están contribuyendo con incubadoras y aceleradoras, al tiempo que participando en el capital de algunas”.
En este sentido, Sugyu Choi, viceministro de Pymes y Startups, hizo hincapié en que “este tipo de compañías serán muy protagonistas de la transformación digital, pero eso no supone que funcionen al margen de las grandes, que nos están ayudando mucho”. Pero insistió en que pequeñas, medianas y nuevas “tengan tecnología e innovación propias para que ofrezcan en los mercados un valor añadido”.
Bongiin Kim subraya que “tenemos potencial tecnológico, cultural y financiero para hacer frente a estos ambiciosos retos”. Hay muchas iniciativas que son ejemplo de su I+D+i. Es el caso de Alien Robot Inc, cuyo máximo directivo, Sunwoo Lee, explicó que “estamos desarrollando brazos de robot que realizan el proceso completo de hacer café”. Por su parte, Tak Lo, CEO de Zeroth AI, precisó que en Corea del Sur hay muchas empresas con alta tecnología. “El problema que presentan –agregó– es que hoy por hoy están muy volcadas en el mercado doméstico. Tienen que orientarse más hacia el exterior si no quieren quedarse estancadas en el futuro”.
Hay dinero público para estos proyectos. “Nosotros manejamos un fondo de fondos que no se entrega directamente a las ‘’start-ups’’, sino a través de las sociedades de capital riesgo", indica el viceministro. El número de firmas de este tipo ha aumentado exponencialmente. El Ejecutivo ha desarrollado programas escolares de concienciación y otros de asesoramiento; ha creado “hubs” de "start-ups” y campus para alojarlas como el de Pangyo, al que llaman el “Sillicon Valley coreano”. Shina Chung, CEO y socia de Kakao Ventures, división de Kakao, una firma joven que gana tamaño gracias a su diversificación, explicó que el 80% de las empresas que están financiando tienen menos de tres años. “Tener acceso en estos momentos a este tipo de capital no es difícil”, concluyó.
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