Economía

El paro o la destrucción del Arco Iris

Si se toman las medidas adecuadas, dentro de seis o siete meses se empezará a ver la luz, si no es así puede empezar una depresión de varios años, con cifras por encima incluso de los 6,5 millones de personas.

El COVID-19 destruye 833.979 empleos a cierre de marzo y dispara el paro
Una mujer pasa ante una oficina de empleo este jueves en Madrid. El paro registrado en marzo creció en más de 300.000 personas, hasta los 3,5 millones de personas, en tanto que la Seguridad Social perdió 833.979 afiliados al cierre del mes por el impacto del COVID-19, lo que supone la mayor caída de su historia y deja el número de cotizantes en 18,4 millonesJuanJo MartínAgencia EFE

Sudáfrica, tras el apartheid y la llegada de Nelson Mandela a la presidencia, quiso ser el país del Arco Iris, símbolo de su población multirracial. Casi un cuarto de siglo después, con problemas de estabilidad y corrupción, los sudafricanos más temerosos sobre el futuro decían que “un país tarda una generación en construirse pero muy poco en destruirse”. España había necesitado tres años –desde febrero de 2017- para aumentar la afiliación a la Seguridad Social en más de 800.000 cotizantes. Apenas 15 días de marzo, un suspiro, han bastado para evaporar 834.000 afiliados, un batacazo superior incluso al sufrido tras la caída de Lehman Brothers, en 2008. Entonces, como recordaba ayer el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, pasaron 100 100 días hasta que se destruyeron los empleos esfumados ahora y, lo que es peor, no serán los últimos.

Los paralelismos entre la Gran Recesión, tras el hundimiento de Lehman Brothers, y las consecuencias económicas del Covid-19, son escasas. El desplome del banco americano fue el origen de la mayor crisis económica desde 1929, pero el mundo y la actividad económica, aunque sufrieron, no se detuvieron ni un solo día. Ni en Estados Unidos ni en ninguna otra parte. Esa es la gran y fundamental diferencia. España, como ya le ha dicho algún banquero al presidente del Gobierno, es ahora un país parado, que hay que volver a poner en marcha otra vez, algo que además de un esfuerzo colosal y recursos ingentes, requiere tiempo, mucho tiempo. Los sueños de una recuperación en “V”, es decir, fulgurante, ya están archivados en el desván del olvido.

Los datos de empleo y paro de marzo son los peores de la historia de España desde la Guerra Civil. Sin embargo, todavía serán peores los próximos meses, algo en lo que coinciden todos los expertos, los que se atreven a dar su opinión, como Florentino Felgueroso, José Ignacio García Pérez y Sergi Jiménez, de Fedea, y los que no. Los números que ayer tuvieron que presentar Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, y el titular de Seguridad Social, José Luis Escrivá, serán todavía más catastróficos a finales de abril. Las estimaciones más optimistas calculan que no están incluidos 1,5 millones de trabajadores afectados por los ERTEs, de los que una gran mayoría pueden convertirse en parados efectivos. Los más pesimistas elevan esa cifra a 3 millones. En los peores momentos de la Gran Recesión, el paro llegó a los 6,28 millones de desempleados. Entonces partía de 2,6 millones de parados en 2008, la cifra más baja en años. Ahora, el punto inicial estaba medio millón más arriba. Una extrapolación apuntaría hacia la cifra –inasumible- de 7 millones de desempleados si no se acierta con las políticas, como ya ocurrió en la crisis anterior.

La crisis será larga. En el mejor de los casos, habrá una recesión que durará entre seis y ocho meses. En el peor, puede iniciarse un periodo de depresión, similar al que siguió a 1929, que duraría tres o cuatro años y que sería dramático, con millones de parados estructurales. No depende solo de España, pero España debe hacer sus deberes y es tan importante que se trabaje en proteger a los que están más desamparados como invertir –dinero y esfuerzo- en construir un futuro. Las próximas semanas y meses serán difíciles. El final del “Estado de Alarma” traerá otro aumento espectacular y dramático del paro. Los trabajadores que, en situación ordinaria, hubieran sido despedidos al inicio de la cuarenta, es muy probable que pierdan sus empleos definitivamente. A ellos habrá que añadir, los que causen bajan por efecto del Covid-19. Por otra parte, por muy rápida que fuera la recuperación, no todos los sectores lo harán al mismo ritmo. Los turistas tardarán en volver a España y ahora mismo, el 61,5% de empleo en Baleares y el 55% en Canarias está afectado, ya sea por las primeras medidas de cuarentena o por el permiso obligatorio del 15 dias. En total, y en toda España, según el cálculo hecho por los economistas citados de Fedea, 3,6 millones de personas tuvieron que dejar sus empleos tras el primer decreto del Gobierno. La cifra sube a 9,3 millones tras las “vacaciones retribuidas”, en total, el 46,9% de los ocupados del país. La única duda es cuántos de todos esos se convertirán, de forma dramática, en parados reales. Tienen razón en Sudáfrica, un país –y un Estado del Bienestar como el español- tarda mucho tiempo, generaciones incluso, en construirse, pero puede destruirse en un suspiro, igual que se evapora el arco iris.