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Los Veintisiete no acercan posiciones sobre el Fondo de Reconstrucción

Lagarde avisa a los líderes europeos de que “lo peor está por llegar”. El bloque del Norte se opone a que el grueso del fondo de reconstrucción esté basado en ayudas a fondo perdido

Charles Michel, presidente del Consejo Europeo
Charles Michel, presidente del Consejo EuropeoOlivier HosletAP

Ha sido la crónica de un fracaso anunciado. Quizás ni eso porque nadie esperaba la fumata blanca. Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete han celebrado hoy una cumbre europea con el objetivo de acercar posturas sobre el fondo de Reconstrucción europeo de 750.000 millones de euros, propuesto por el ejecutivo comunitario para hacer frente a los estragos económicos ocasionados por el coronavirus y que tiene como especiales beneficiados a Italia y España.

Aunque antes de comenzar ya había sido definida como una cumbre de transición o de entrenamiento, lo cierto es que se mantienen las grandes diferencias entre Norte y Sur del club comunitario y todo indica que el margen del presidente del Consejo, Charles Michel para contentar a unos y a otros sigue siendo bastante estrecho. Se espera que el político belga presente una iniciativa de compromiso de cara a una nueva cumbre que se celebrará a medidos de julio – todavía sin fecha exacta- y ya de manera presencial, si el coronavirus lo permite. El objetivo es que pueda producirse el acuerdo antes de la pausa veraniega del mes de agosto, ya que cualquier retraso podría dificultar el desembolso de los fondos y agravar la ya severísima recesión. La batalla sólo acaba de empezar.

Como Pepito Grillo del encuentro, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. Según han explicado fuentes diplomáticas, Lagarde ha alertado a los líderes europeos de que la calma en los mercados podría llegar a su fin si no se toman acciones contundentes. A pesar de que la artillería desplegada por la entidad ha conseguido anestesiar las primas de riesgo y hacer olvidar fantasmas pasados como hombres de negro y rescates, Lagarde ha avisado de un desplome inédito del 13% del PIB durante la segunda mitad del año, que podría causar un shock en los mercados.“Lo peor está por llegar”, ha alertado Largarde quien también ha aprovechado la ocasión para pedir que el paquete de recuperación sea “rápido, flexible y estar anclado con firmeza en las reformas económicas”. La presidenta del BCE también ha asegurado que los grandes damnificados serán los jóvenes europeos, debido al incremento de la tasa de desempleo.

Parece que las palabras de Lagarde han surtido relativo efecto. Todos los líderes europeos están a favor de que el acuerdo se produzca lo más rápido posible, pero discrepan en casi todo lo demás. " No es una gran exageración decir que estamos en ante el mayor desafío económico en la historia de la Unión Europea. Eso significa que las medidas que tomemos deben estar en línea con esto”, ha asegurado la canciller alemana Ángela Merkel en vísperas de que su país asuma la presidencia rotatoria de la Unión el próximo 1 de julio y sea la encargada de cerrar este paquete histórico.

Pero pese a las buenas palabras, las capitales se atrincheran en sus posiciones. Norte y Sur están a ambos lados del ring. En el medio, los países del Este temen que la ayuda prestada a Italia y España tras la pandemia erosione su acceso a los fondos europeos o las partidas agrícolas. Este último grupo está abierto a negociar, pero también avisa de que no va a poner las cosas fáciles. Como puente y muñidores de acuerdos entre los bandos, Francia y Alemania. En esta ocasión, están más cerca del Sur que del Norte pero son conscientes de que habrá que hacer ciertas concesiones.

El grupo de los cuatro frugales –Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia– se siguen oponiendo a que el grueso del fondo de reconstrucción (500.000 millones de euros) esté basado en ayudas a fondo perdido y no créditos reembolsables y quiere endurecer las condiciones para acceder a estos fondos. Tampoco están de acuerdo con los criterios utilizados en el reparto del dinero y avisan de que el endeudamiento a través de este fondo debe ser una medida extraordinaria con “un límite temporal claro”. “Es necesario analizar en qué se gasta el dinero, cómo se distribuye y a qué condiciones se debe vincular la ayuda”, ha tuiteado el canciller austriaco Sebastian Kurz tras el encuentro.

Maratón de cumbres

Nadie puede aventurar cuánto durará la próxima cumbre del mes de julio. Si horas o días. Fuentes diplomáticas incluso barajan que sea necesario convocar varios citas al máximo nivel, ya que una sola cumbre puede no ser suficiente para desatascar las negociaciones. A pesar de esto, la posibilidad de un encuentro presencial permite la habitual liturgia europea para muñir acuerdos: reuniones de formato reducido, papeles entre delegaciones, ofertas y contraofertas y mirar a los ojos del contrincante para saber hasta dónde quiere o puede ceder.

El propósito es que el grueso del dinero puede empezar a fluir a partir de 2021 y que el 60% de las ayudas se desembolsen los dos primeros años. Para ello, no puede haber retrasos y esto exige volver en septiembre con los deberes ya hechos. La aprobación del techo de los recurso propios que permita la emisión de deuda europea exige no sólo la aprobación por unanimidad de las capitales europeas sino también la ratificación de los parlamentos nacionales.