Ayudar a las compañías aéreas

La decisión de SEPI de salir al rescate de Air Europa suscita resquemores. La compañía fundada por Hidalgo hace 30 años es nuestra única línea aérea con capital enteramente español, tiene casi 4.000 empleados, una flota de 50 aviones y una presencia notable en España y Latinoamérica. Su no rescate equivaldría a condenarla al cierre y el desempleo para la totalidad de su plantilla.

El mérito de Air Europa está en Pepe Hidalgo, veterano empresario surgido de la nada, que evolucionó desde el taxi a Halcón Viajes y de allí a Globalia, el más notable emporio turístico español en el ámbito del transporte de viajeros.

A Hidalgo y Air Europa les dieron por muertos en numerosas ocasiones, pero siempre supo salir a flote, callar a los agoreros y transformar su aerolínea en un potente referente, competencia no menor de Iberia en vuelos trasatlánticos.

La SEPI y su presidente en funciones, Bartolomé Lara, hacen bien en seguir el ejemplo de Alemania, Francia u Holanda, que están inyectando liquidez en sus compañías aéreas, a las que sin duda hay que auxiliar, pues son, con la hostelería y el comercio, los sectores más afectados por la pandemia.

Iberia y su matriz británica IAG querían Air Europa por mil millones. Esa operación ya parece a todas luces inviable, al menos en sus términos originales. A algunos la compra no les hacía feliz desde el punto de vista de la españolidad. Da la sensación de que Iberia está a veces sujeta a los designios de British por mucho que en IAG mande el reputado Luis Gallego. Hay clientes que no han entendido que para volar desde Madrid a ciertos destinos de América, durante algunos meses de la pandemia, hubiera que pasar por Londres, problema que en verdad ya ha sido solventado.

La operación buena para España sería la fusión de Iberia con Air Europa sin el condicionante inglés. Tendríamos así la primera aerolínea del mercado iberoamericano y una de las más potentes de la UE.