Precios

¿Por qué el kilovatio no baja igual que el megavatio?

El precio de la electricidad ha caído en dos días un 5% en el mercado, pero la que consumimos en hora punta solo un 3% por los costes añadidos

El precio de la luz ha alcanzado máximos a causa de la borrasca Filomena, que causó una gran nevada el pasado fin de semana
El precio de la luz ha alcanzado máximos a causa de la borrasca Filomena, que causó una gran nevada el pasado fin de semanaJesús HellínEuropa Press

El coste de la electricidad sigue haciendo temblar el pulso a la hora de poner el aire acondicionado. Cuando se avecina la primera ola de calor –tranquilos, el fin de semana hay barra libre– el megavatio hora sigue por encima de los 90 euros (93,5 euros de media para hoy con un precio máximo de 107,6 euros MWh a las 9 de la mañana). Sin embargo, ha caído un 5,6% respecto al del pasado miércoles, cuando se alcanzó el segundo precio más alto de julio, 98,72 euros MWh). ¿Cómo se traduce eso en su consumo? Pues al igual que pasa con la caída del precio del petróleo en su traslación a los surtidores de las gasolineras, la rebaja del coste del megavatio hora no se nota tanto como la subida. De hecho, cuando hoy ponga a las 9 de la noche la lavadora solo le costará un 3% menos que a la misma hora del pasado miércoles.

Esto es así, porque cuando se fija el coste de ese kilovatio hora que consumirá hoy a las 9 de la noche no solo se incluye el precio de la energía eléctrica que se ha fijado en la negociación por el operador del mercado, sino otros muchos conceptos. De hecho, de los 25 céntimos por kilovatio hora de consumo a esa hora solo 11 céntimos corresponden al coste de la energía eléctrica mientras que 13 céntimos son para pagar los peajes y cargos. ¿Qué son esos conceptos? Muchos tienen que ver con el necesario pago por el transporte de electricidad y el coste de las redes, pero otros forman parte de la política energética.

¿Recuerdan que el Gobierno está sacando de las pensiones los gastos impropios del sistema de cotizaciones –como las políticas de empleo, por ejemplo– para tratar de sanear las maltrechas arcas de la Seguridad Social? Pues bien, el precio final de la electricidad también tiene costes impropios. ¿Qué ha hecho el Gobierno con la nueva tarifa que entró en vigor en junio? Que sea en el periodo punta, el de mayor consumo de los hogares, en el que el coste de los peajes y los cargos sean más altos.

Los peajes son precios regulados para recuperar los costes de las redes de transporte y distribución y son determinados por la CNMC. Hasta ahí, son costes de suministro. Pero los cargos, determinados por el Ministerio para la Transición Ecológica, son los precios destinados a cubrir el resto de costes regulados, tales como la financiación de las renovables, el sobrecoste de producción de energía en los territorios no peninsulares o el déficit. Gastos de política energética, pero no propios del suministro de electricidad.

Estos costes no solo afectan al bolsillo de los hogares sino también a la industria que más electricidad consumo. La Federación empresarial de la industria química española (Feique) y la Asociación de las empresas productoras de acero (Unesid) alertaron ayer de que los precios «desbocados» afectan a su competitividad y a las inversiones previstas. Estas industrias coinciden en la necesidad de establecer un sistema de fijación de precios más estables, como en Francia, donde el 70% de la demanda de energía de estas empresas tienen tarifa plana de 42 euros el megavatio hora.

La ministra del ramo, Teresa Ribera, afirmó ayer que no piensa tocar el sistema y que con un 100% de renovables, sin combustibles fósiles, se arreglará todo.