Coyuntura

Guerra a la inflación: el BCE decreta la mayor subida de tipos en 22 años

La subida del 0,5% puede tener efectos positivos para frenar el alza de los precios, pero se corre el riesgo de que afecte al crecimiento de la economía europea al encarecer el crédito

El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha hecho historia, al por primera vez en 11 años, elevar los tipos de interés el 0,5%. En realidad es un doble hito ya que hay que remontarse a hace 22 años para una subida de este calibre. Ante el peligro que este encarecimiento del dinero europeo, haga resonar otra vez los tambores de una posible crisis de deuda como la sucedida hace una década, la entidad monetaria aprobó también la puesta en marcha del “Instrumento de Protección de la Transmisión” (TPI por sus siglas en inglés), un mecanismo que busca mantener a raya las primas de riesgo de los países periféricos de la zona de euro, aunque en principio puede utilizarse para auxiliar a cualquier país de la divisa común.

Tras la reunión de este jueves, está claro que la entidad monetaria ha declarado una guerra sin cuartel a la inflación y que esto podría ser tan sólo el principio. Hace semanas el BCE había anticipado una subida tan sólo de veinticinco puntos básicos en su reunión de julio y quizás medio punto en septiembre. Pero los últimos datos de inflación, con la tasa interanual desbocada hasta el 8,6% en la zona euro, ha hecho saltar todas las alarmas en Fráncfort y ha conllevado a que los halcones partidarios de la ortodoxia fiscal se hayan salido con la suya hasta conseguir subida más brusca de lo esperado hasta hace nada. El propósito reside en que la inflación vuelva en el medio plazo a la cifra del 2% que marca el mandato de la entidad.

En cuanto a qué pasará en los meses venideros, nadie parece saberlo. La propia presidenta de la entidad monetaria, Christine Lagarde, ha querido dejar claro que todo dependerá de cómo evolucione la situación y que las decisiones llegarán “reunión a reunión”, “paso a paso”, “mes a mes”. Hay demasiados nubarrones en el horizonte y ya nadie descarta una nueva recesión si Rusia cierra el grifo del gas a los países europeos.

Aunque esta incertidumbre puede hacer presagiar una batalla sin cuartel este halcones y palomas, Lagarde ha querido dejar claro que la decisión de crear esta nuevo instrumento se ha realizado por “unanimidad” en el seno del Consejo de Gobierno.

La reunión de ayer coincidió con la dimisión de Mario Draghi como primer ministro italiano, predecesor de Lagarde como presidente del BCE. Si el italiano se ganó el apodo de Super Mario por su apuesta decidida por salvar el euro, su sucesora se enfrenta a una tarea también titánica. En cuanto al nuevo programa, hay casi más interrogantes que respuestas. Según explicó ayer Lagarde en rueda de prensa, su utilización estará supeditada a “desórdenes en las dinámicas de mercado” que puedan obstaculizar la transmisión de la política monetaria y su aplicación corresponde a la “discrecionalidad” del Consejo de Gobierno del BCE que tampoco quiere atarse de pies y manos ya que ha decidido no fijar ningún límite de compras ex ante.

En cuánto a los criterios para auxiliar a unos países y no a otros, Lagarde ha puntualizado que se evaluará el cumplimiento de las normas fiscales europeas fijadas en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento; la falta de desequilibrios macroeconómicos; las políticas sólidas vinculadas con el despliegue de los fondos europeos post- pandemia y la sostenibilidad de la deuda.

Si en el año 2012, Draghi se limitó a prometer hacer “lo que hiciera falta” para salvar el euro e hizo de la ausencia de concreción su mejor arma, todo indica que Lagarde quiere seguir su ejemplo. Ella misma ha avisó ayer a los periodistas de que los detalles de este programa tan sólo se conocerán cuándo se apliquen y que no depositaran demasiadas esperanzas en la nota de prensa preparara por la institución sobre el nuevo mecanismo. “Si tenemos que utilizarlo, no dudaremos en hacerlo”, ha avisado Lagarde. Hasta entonces habrá que confiar en el BCE.