Opinión
Los dilemas de la inflación
Los desafíos son diferentes según de un lado y otro del Atlántico, incluso entre la Europa del norte o del sur
A falta de conocer los componentes del último dato de inflación, parece que lo que hasta ahora era una inflación de origen exógeno -ruptura de la cadena de suministros, precios internacionales de la energía- causado por elementos extraordinarios -cierre de puertos en China, guerra en Ucrania- se está contagiando a los factores de producción domésticos.
El problema no es solo español, sino europeo e incluso occidental. Sin embargo, los desafíos son diferentes según de un lado y otro del Atlántico: en EE UU, el foco inflacionista está en el mercado laboral, en pleno empleo: la política monetaria y fiscal están alineadas y buscan ralentizar la economía para rebajar la tensión de los salarios y por esa vía reducir la inflación. Por el momento, la recesión técnica no ha solucionado la inflación, todavía por encima del 9%. En Europa, el escenario es diferente: a la inflación por la guerra, la dependencia energética y los problemas de suministro se le ha sumado la inflación por la devaluación del euro, lo que se está trasladando a la producción doméstica.
Dada esta inercia, ¿qué puede hacer Europa para evitar la cronificación de la inflación? En primer lugar, Europa debe resolver la contradicción entre la política monetaria y la fiscal: seguimos estimulando la economía por medio de subvenciones y fondos europeos mientras que el BCE ha iniciado una senda de política monetaria restrictiva. No podemos frenar y acelerar a la vez.
En segundo lugar, Europa debe conseguir bajar el coste energético, en particular las facturas más tangibles por el consumidor: la percepción de inflación es tan o más peligrosa que la inflación en sí: no puede haber sido inocuo que el precio del MWh o del litro de gasolina coparan los titulares día tras días durante meses.
En tercer y último lugar, Europa debe destensar el mercado laboral, y es en este aspecto donde los Gobiernos nacionales tienen la responsabilidad de adaptar su política a su realidad nacional: en los países del norte con tasas de desempleo muy bajas, la tentación será de enfriar la economía en lugar de facilitar la movilidad intra-europea o la inmigración. En los países del sur y en particular en España debemos superar la contradicción de tener una tasa de desempleo del 13% y al mismo tiempo dificultades para encontrar trabajadores en algunos sectores.
Los agentes sociales y el Gobierno deben enfocar sus negociaciones a mejorar la flexibilidad y la formación, de manera a adecuar oferta y demanda de trabajo. Contribuiríamos así a amortiguar la inflación reduciendo el paro en lugar de aceptar que el único freno a la inflación es una recesión.
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