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Ínfulas británicas

“Truss iba de Thatcher como Johnson de Churchill. Unos cracks”

Uno de los problemas del adorable universo político británico es el divismo. Se consideran tan superiores, que es fácil tropezarse con líderes sobrados que toman decisiones a las bravas porque piensan, en su superioridad sin par, que se equivocan menos que el resto de los mortales. De manera que no son infrecuentes personajes como Cameron, Jonhson o Liz Truss, el primero convocando un referéndum suicida, el segundo imponiendo el Brexit a machetazos, y la tercera por entrar en la economía como elefante en farmacia de barrio. Con relación a esto último, no tiene sentido pensar que bajar los impuestos de golpe a todo el mundo reactivaría el país en un momento en que las cuentas del Reino Unido estaban descuadradas, con una deuda atroz y la inflación del 10%. Bajar impuestos está bien, pero antes hay que hacer lo que Montoro: primero reducir el gasto y después incluso ajustar al alza alguna tasa para cuadrar las cuentas. Pura economía doméstica. Solo cuando lo anterior está en marcha se puede disminuir la presión fiscal. Si sigues gastando a lo loco, imprimiendo billetes sin freno, con una inflación y una deuda desbocadas, y además reduces de golpe todos los tributos, lo más normal es que salte por los aires el sistema y tenga que intervenir el Banco de Inglaterra para evitar la quiebra de la libra y del Estado mismo. Truss iba de Thatcher como Johnson de Churchill. Unos cracks. La realidad es que ambos han sido más bien unos insensatos jugando a ser estrellitas, tomando decisiones atropelladas en un país que necesita políticos con sentido común. Y menos ínfulas.