Banco de España
El Banco de España reprocha al Gobierno la inconcreción fiscal, la ausencia de Presupuestos y la falta de control del gasto
El regulador critica la expectativas económicas demasiado optimistas del Gobierno y advierte de que el crecimiento real de los precios de la vivienda "ha excedido al de la renta real media por hogar", impidiendo a los hogares medios el acceso a la compra
El Banco de España vuelve a mostrar sus dudas sobre el cohete económico que anuncia el Gobierno en cifras macroeconómicas cada trimestre, ya que advierte de que sus valoraciones "pueden ser vulnerables a correcciones en la medida en que incorporen expectativas demasiado optimistas de la evolución macroeconómica o de los resultados empresariales". Así, en su informe de otoño de estabilidad financiera, el supervisor señala que la economía española continúa mostrando un crecimiento robusto, superior al de las grandes economías del área del euro, pero ya detecta un evidente "menor dinamismo", pues tanto el consumo público como la demanda externa neta "han mostrado una contribución prácticamente nula", pese a la gran contribución del consumo privado.
Así, el regulador sitúa el ritmo de avance del PIB en el 2,6% en 2025, lo que supondría una evidente desaceleración respecto al 3,5% observado en 2024. La revisión reciente por parte del INE de los datos del PIB de 2024 llevaría a un ajuste al alza de esta previsión para el cierre de 2025, pero ya se anticipa que "esta senda de moderación de la actividad se prolongue, con tasas de crecimiento inferiores al 2%" los próximos años. Según apunta, también impactará negativamente en el crecimiento "una menor confianza empresarial y el endurecimiento de la política fiscal si se deterioran las perspectivas de los agentes sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas".
Asimismo, el supervisor cree que una coyuntura fiscal favorable permitirá "previsiblemente" una nueva reducción del déficit público en 2025, que se situaría cerca del 2,5% del PIB, siete décimas menos que en 2024, pero ya anticipa que en los dos años siguientes la reducción será "menor", del 2,3% del PIB, en línea con la ratio de endeudamiento, que prevé que "se reducirá poco" y solo porcentualmente, manteniéndose en torno al 100% del PIB en 2027.
Por ello, los analistas del regulador avisan de que este nivel de endeudamiento público sigue siendo "superior a la media del área del euro", lo que supone una "vulnerabilidad para la economía española, al limitar la capacidad fiscal para afrontar posibles perturbaciones adversas". Además, estima que "contribuye a una mayor sensibilidad del gasto por interés de la deuda pública a las condiciones de los mercados financieros, "sin perspectivas claras para su contención", como ocurre en otras economías como EE UU o Francia.
En este contexto, el Banco de España advierte de que "un eventual deterioro de la confianza en su política fiscal propiciaría incrementos del coste de financiación
de su deuda pública", lo que repercutiría negativamente y reduciría la disposición general de los mercados financieros globales a asumir riesgo soberano. Esto llevaría a España a que la evolución de su deuda "está sujeta a riesgos al alza vinculados al envejecimiento de la población y las necesidades de gasto para la transformación digital, el cambio climático y la defensa". Así, el regulador reclama "adoptar medidas concretas de control del gasto o un aumento de los ingresos" y una "mayor concreción" en el Plan Fiscal a medio y largo plazo, además de que afea al Gobierno la ausencia de Presupuestos Generales del Estado porque "limita la capacidad gubernamental de adoptar medidas más específicas".
Por ello, el regulador bancario que preside José Luis Escrivá advierte al Ejecutivo de que las vulnerabilidades fiscales identificadas "incrementan el riesgo de que shocks de distinta naturaleza, aunque sean de escala limitada, que pueden actuar como detonantes de un deterioro de la confianza en la sostenibilidad fiscal". Así, señala que "no se han concretado las medidas que permitirían cumplir con el Plan Fiscal y reconducir la senda futura de deuda hacia niveles más sostenibles".
El Banco de España también muestra su preocupación por la situación del mercado inmobiliario y su impacto negativo sobre los hogares, ya que pese a que los precios reales de la vivienda se situaban en junio de este año en niveles del segundo trimestre de 2005, y un 17,5% por debajo de su nivel máximo de 2007, el crecimiento real de los precios de la vivienda "ha excedido al de la renta real media por hogar", por lo que los niveles de precios de la vivienda se sitúan por encima de las estimaciones de sus niveles de largo plazo basadas en la relación histórica entre los precios, la renta de los hogares y los tipos de interés, aunque todavía por debajo del récord de 2008.
Precisamente, la evolución de las rentas de los hogares y de los beneficios de las empresas ha sido "positiva" en el primer semestre del año, aunque el ritmo de avance se ha empezado a moderar, pese a que este crecimiento de las rentas ha contribuido a mantener "las ratios de endeudamiento en niveles históricamente bajos y a reducir las ratios de carga de la deuda", favorecido también por la bajada de los tipos de interés de referencia, "aunque en menor medida que el año pasado", apunta.
En este sentido, la riqueza real de los hogares aumentó un 8,3% en términos interanuales en el segundo trimestre, sin embargo este aumento se vio impulsado casi exclusivamente "por la revalorización de los activos inmobiliarios y, en menor medida, de los activos financieros". Una revalorización que aunque impulsa la riqueza de los hogares propietarios, los analistas bancarios observan que "contribuye al deterioro en el acceso a la vivienda de los potenciales nuevos compradores".
Con todos estos antecedentes, el Banco de España recela de la evolución de la economía española en el medio plazo, al estar caracterizada por un elevado grado de apertura comercial, que podría verse afectada por una desaceleración global "si continúan materializándose riesgos geopolíticos". Pese a la relativa menor exposición directa a EE UU, en comparación con otras economías europeas, "el freno de la actividad reduciría la renta de hogares y empresas, y así su capacidad de pago. Todo ello contribuiría a mayor riesgo de crédito y mayores provisiones por deterioro en los bancos, mermando su rentabilidad", y un retroceso en las previsiones de crecimiento.