Mercados
La crisis geopolítica convierte a los metales preciosos en el valor refugio de los inversores
El oro, la plata, el platino y el paladio han multiplicado su cotización por la fiebre compradora de bancos centrales y gobiernos como el de China
Guerra comercial arancelaria; conflicto en Gaza; invasión de Ucrania; crisis migratoria en Europa; crecimiento en los extremismos políticos... Un caldo de cultivo que apunta a una nueva crisis global y a una situación de vértigo que odian los inversores y que les impulsa a huir hacia valores refugio, poco expuestos a los vaivenes de las bolsas mundiales. La incertidumbre en las previsiones macroeconómicas por la complicada situación geopolítica conduce irremediablemente hacia los metales preciosos: oro, plata, platino o paladio.
Los patrones de los analistas, basados en el índice Cass Freight, indican una contracción económica y una menor actividad empresarial a medio plazo por un crecimiento del PIB más lento y unas condiciones crediticias más estrictas. Las tasas de interés
más bajas, la creciente incertidumbre y el miedo a una desaceleración de la actividad industrial orientan a los inversores a ser cada vez conservadores con su capital. Una situación que respalda el proceso alcista de los metales preciosos de cara al último trimestre del año y siguientes.
En este contexto, el oro vive su mejor momento y su cotización está en máximos históricos, aproximándose por primera vez a la frontera de los 4.000 dólares por onza. En concreto, su precio ha superado la última semana los 3.800 dólares, sobrepasando todos los récords anteriores. Las razones son varias, pero el detonante principal para este despegue ha sido la decisión de la Reserva Federal estadounidense (Fed) de bajar los tipos de interés en un cuarto de punto, la primera bajada desde 2024 tras priorizar en esta decisión el enfriamiento del mercado laboral frente a la inflación, que queda en un segundo plano. Una decisión que anticipa nuevas bajadas en el futuro, ya que los tipos más bajos reducen el coste de oportunidad y mantienen el oro en máximos –hay que recordar que este metal no rinde interés–.
Además, el debilitamiento del dólar y la incertidumbre macroeconómica favorecen un perfecto fertilizante para este despegue, sobre todo por el alza de la demanda oficial de este metal precioso por las compras de bancos centrales, que vuelven a acumular oro como divisa. A ello habría que sumar el debilitamiento del dólar y las tensiones comerciales, que están provocando riesgos geopolíticos y dudas sobre el crecimiento económico, que provocan que los inversores busquen en el oro un refugio inversor.
Con todo ello, en el acumulado del año, el oro se revaloriza más de un 40%, y solo en este mes de septiembre lo hizo más de un 8%. Pero este porcentaje podría crecer exponencialmente en los próximos meses. Según las previsiones de UBS, la onza de oro podría cerrar en el año por encima de la cota de los 3.800 dólares y alcanzar a mediados de 2026 los 3.900 dólares. Más optimista se muestra Deutsche Bank, que estima que los 4.000 dólares estarán ya al alcance a comienzos de 2026.
Los analistas del banco alemán también destacan que la demanda de artículos de lujo tendrá una relación positiva con los precios. Aunque todavía «no se ha observado en el caso de la joyería de oro, cuya demanda ha disminuido a medida que ha aumentado la demanda oficial, creemos que el resurgimiento de la demanda de joyería, que de hecho compite con los gestores de reservas por la onza marginal, podría contribuir a la fortaleza del crecimiento del mercado del oro». No opinan lo mismo sobre la oferta de oro reciclado, que sitúan por debajo del 4% de lo esperado este año. «Esto reduce la restricción estructural al alza del oro», señalan.
En cuanto a la plata, muestra también «un sólido desempeño» de su valor debido al aumento de inventarios del Comex –almacenes autorizados por Commodity Exchange Inc, que permite conocer las reservas físicas disponibles de estos metales– y a la inclusión de la plata en la Lista de Minerales Críticos del Departamento del Interior de EE UU, por lo que este metal presenta menos riesgos para las medidas políticas del mercado estadounidense que el platino o el paladio. Como resultado de ello, la plata se presenta como un valor refugio seguro, con precios al alza «del que no debemos subestimar su influencia».
El gráfico diario de la plata al contado indica que el precio ha alcanzado la zona de 45 dólares. La acción del precio en general sigue siendo alcista, «lo que sugiere un mayor potencial al alza», señala Deutsche Bank. Sin embargo, el ascenso ha empujado a la plata a territorio de sobrecompra. La fortaleza reciente de la plata en el mercado «podría hacer que se ignoren estas condiciones y empuje los precios hacia los 50 dólares. Cualquier retroceso en los precios de la plata probablemente ofrecerá una fuerte oportunidad de compra, siendo superar esa cota el siguiente objetivo».
La entidad bancaria germana estima que la plata se encuentra en su quinto año consecutivo de «déficit físico», lo que lleva a que, al menos, mantenga el ritmo a los precios del oro. Esto concuerda con la observación de que el oro tiende a ser el factor más sólido para impulsar los precios de la plata. Es decir, que «el oro es capaz de explicar el 53% de la variabilidad en el precio de la plata».
En cuanto al platino, aunque su precio fluctuó entre 900 y 1.100 dólares por onza durante años, su precio se ha situado camino de los 1.600 dólares, alcanzando un máximo de 11 años de registros. La realidad es que el incremento de, prácticamente, el 50% del valor en apenas tres meses, ha sido una variación incluso mayor que la del oro. La causa directa tiene que ver con que grandes potencias como China han invertido grandes cantidades en el platino con vistas a la mejora de una industria joyera más accesible y a la industria del automóvil. El 40% del suministro de platino se destina a la automotriz, lo que ha multiplicado la demanda. No en vano, el Consejo Mundial de Inversión en Platino prevé una escasez de un millón de onzas de platino este año. Esto representa entre el 10% y el 12% de la demanda mundial total, generando escasez y elevando el precio. Una situación similar a la del paladio, cuyo precio cerró esta semana por encima de los 1.300 dólares, con un aumento del 35% desde abril.