China

El consumo interno apuntala el crecimiento de China

“La economía nacional mantiene su momento de desarrollo estable y sólido”, apuntó el portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas, Xing Zhihong

Instalaciones del puerto de Tianjin, en China. EFE/ Manuel Bruque
Instalaciones del puerto de Tianjin, en China. EFE/ Manuel Bruquelarazon

La economía de China parece abonada a la estabilidad. Después de un 2017 en el que su producto interior bruto (PIB) se expandió un 6,9% y revertía la tendencia de crecimiento a la baja que se había instalado siete años antes, el primer trimestre de este año volvió a repetir estos buenos resultados y creció un 6,8% interanual, tres décimas más de lo esperado por el Gobierno.

Como motores de ese crecimiento destacan la recuperación de la inversión privada, el buen hacer del comercio exterior y, sobre todo, el robusto gasto de los consumidores, cuyos índices de confianza rozan cifras récord y que representó casi el 80% del crecimiento entre enero y marzo. “El consumo es realmente fuerte, hay un notable crecimiento salarial en las áreas urbanas”, aseguró Iris Pnag, economista de ING, a Reuters. “Subestimamos el poder del consumo en China”, añadió.

Los datos presentados ayer pintan un cuadro de solidez económica en un momento en el que el país está tratando de poner remedio a algunos de sus grandes males, como la existencia de una ingente montaña de deuda corporativa -que se ha convertido en el principal riesgo financiero para la economía del país- o la lucha por reducir la contaminación, que ha llevado al cierre o recorte en la producción de acerías, fábricas y fundiciones claves para la economía de algunas provincias.

“La economía nacional mantiene su momento de desarrollo estable y sólido”, apuntó el portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas, Xing Zhihong. “La actuación de la economía continúa mejorando y ha registrado un buen comienzo de año”, añadió al presentar los datos.

Sin embargo, sobre el futuro de esta economía se ciernen los negros nubarrones que podrían llegar de la mano de una posible guerra comercial con Estados Unidos. En las últimas semanas, ambos países han intercambiado amenazas de imposición de aranceles sobre una porción significativa de su comercio bilateral, algo que, de materializarse, podría tener consecuencias impredecibles para las dos mayores economías del mundo. “Las incertidumbres aumentan en el entorno internacional. No obstante, las fricciones con EEUU no afectarán a China ni cambiarán el buen momento de nuestra economía. Sabremos adaptarnos a las circunstancias”, apuntón Xing.

Precisamente, este martes Pekín pareció tender una rama de olivo a Washington al anunciar que permitirá este año a las empresas de automóviles eléctricos establecerse en China sin necesidad de contar con un socio local, y que establecerá un calendario para que el resto de la industria automotriz pueda construir y gestionar sus propias fábricas chinas en los próximos años.