Energías renovables

El hidrógeno verde y el biometano, aliados contra el carbón

Los gases renovables cobran protagonismo ante la necesidad

de descarbonizar el sector energético

Biometano Repsol
Plantas de biometano DreamstimeDreamstime.com

La descarbonización del planeta es uno de los objetivos que se han marcado más de 70 países de cara a 2050 para frenar el cambio climático. Por otro lado, la actual situación geopolítica ha puesto de relieve la gran dependencia que sufre Europa del gas natural de terceros países. Por ello, descarbonizar el sector energético es fundamental para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero y para conseguir la independencia energética europea.

En este panorama, las energías renovables, principalmente el hidrógeno verde y el biometano, han aumentado su protagonismo. «Las soluciones asociadas a los gases renovables serán competitivas en todos los segmentos de consumo a partir de 2030, consolidándose como la opción de referencia para usos térmicos a partir de 2040», declara a LA RAZÓN Joan Batalla, presidente de Sedigas. El directivo asegura que «primero llegará el biometano, por ser una tecnología madura y competitiva; después, el hidrógeno verde».

Hidrógeno verde, ejemplo de economía circular

El hidrógeno es el responsable de más del 2% de las emisiones totales de CO2 en el mundo. María Retuerto, científica titular del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC, explica que «el hidrógeno no se encuentra libre en la naturaleza, pero se puede producir a partir de otras moléculas. Actualmente, se obtiene principalmente del metano (o gas natural), carbono o petróleo, por lo que, además de producir hidrógeno, se emite dióxido de carbono. Además, la energía necesaria para esta reacción no es de origen renovable, por lo que se generan aún más emisiones de CO2».

Por el contrario, el hidrógeno verde se obtiene por electrólisis a partir de fuentes renovables, descomponiendo las moléculas de agua en oxígeno e hidrógeno. Retuerto señala que «la energía necesaria para la producción de hidrógeno a partir de agua se obtiene con energía renovable (solar, eólica…), por lo que no hay emisiones de CO2 en ninguna etapa del proceso». La científica concluye que «usamos agua y electricidad renovable para producir hidrógeno verde que, cuando lo utilizamos, produce agua y electricidad, siendo un ejemplo perfecto de la economía circular».

Otras ventajas del hidrógeno verde son su facilidad de producción, su versatilidad –ya que puede ser empleado en sectores tan diversos como el transporte, la producción de electricidad o la elaboración de productos químicos (amoníaco, metanol, metanol sintético, entre otros)–, y la independencia energética frente a terceros países.

Por ello, Mercedes Ballesteros, directora de Energía del CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas), apunta que «España puede ser un gran productor de hidrógeno renovable no solamente para consumo interno, sino también para la exportación, porque tenemos un gran potencial de energías renovables. Nuestra situación geográfica hace que seamos ricos en recursos como el sol y el viento, y tenemos una red de infraestructura de gas natural potente, tanto en gasoductos como en instalaciones de gas natural licuado, además de las capacidades industriales para poder ser un actor importante en este área».

Entre los puntos débiles del hidrogeno verde se encuentra su mayor coste económico y que es extremadamente inflamable, por lo que sus requisitos de seguridad son elevados.

Biometano y desarrollo rural

El biogás por su parte tiene su origen en la digestión anaeróbica de material orgánico (desechos ganaderos, agrícolas, industriales, residuos urbanos o procedentes de aguas residuales). Con el biogás obtenido se puede llevar a cabo un proceso de purificación posterior, denominado upgrading en el sector. Así, se elimina el CO2 remanente para producir biometano. De características análogas al gas natural fósil, el biometano tiene entre otras ventajas la de que puede inyectarse en la red de transporte y distribución de gas natural, para uso doméstico, industrial o vehicular. Puede, además, producir electricidad.

Su sostenibilidad y su compatibilidad con la tecnología de gas natural existente son sus principales ventajas. Pero el biometano también favorece la transición energética y contribuye al desarrollo de la economía circular al aprovechar multitud de residuos.

Sergio Rojas, profesor de Investigación del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC, asegura que «en los últimos años se ha producido un crecimiento desorbitado de la ganadería intensiva, que podría ser un foco importante de biometano. La Estrategia Española de Economía Circular, España Circular 2030, marca como objetivo la reducción de un 15% de generación de residuos con respecto a la generación del año 2010. Si esta consideración se extrapola al crecimiento de un 30% más de cabezas de ganado desde 2010, está claro que los objetivos de reducción de residuos y de su tratamiento deben ir acompañados de una estrategia muy clara y avanzada de producción de biometano a partir de la ganadería».

Por ello, el biometano es un aliado perfecto para la recuperación económica y la lucha contra el reto demográfico y la despoblación de las zonas rurales. Ballesteros señala que la producción de biometano está «muy ligada al territorio porque normalmente es en las zonas rurales donde se generan los residuos ganaderos o los de la industria agroalimentaria». Y añade que «puede tener un componente medioambiental muy interesante porque, aparte de producir gas renovable, está eliminando un residuo, y como subproducto se produce también una fracción que puede utilizarse como biofertilizante líquido o sólido. Puede ser un motor de desarrollo económico y creación de empleo en el mundo rural».