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Julen Bollain, economista, habla sobre la inmigración: “Han sustituído a los jóvenes como compradores de vivienda”
El acceso a la vivienda se ha vuelto una misión imposible para los jóvenes españoles, desplazados por la especulación y un comprador extranjero con un poder adquisitivo que dispara los precios ante la alarmante escasez de oferta

El rostro de quien compra una vivienda en España ya no es el de antes. Los jóvenes españoles se han evaporado del mercado inmobiliario, relegados a un segundo plano por un nuevo perfil de comprador. Si en 2007 un 22,5% de los menores de 30 años lograba adquirir una propiedad, esa cifra se ha desplomado hasta un exiguo 9,5% en 2025. Es un cambio de paradigma inmobiliario que se explica, en gran medida, por el auge del capital foráneo: los compradores extranjeros han pasado de representar un modesto 7% del total a superar el 20% de todas las operaciones.
De hecho, este fenómeno ha llevado a expertos como Julen Bollain a una conclusión tajante: "Han sustituído a los jóvenes como compradores de vivienda". No se trata solo de particulares con un alto poder adquisitivo, sino también de grandes fondos de inversión que ven en el ladrillo español un activo con el que especular, no un hogar. Son los nuevos protagonistas del mercado actual, y su capacidad económica infla los precios y reduce aún más la oferta disponible para el ciudadano medio.
Por otro lado, este relevo generacional y de nacionalidad no es más que el síntoma de una crisis mucho más profunda que atenaza al país. El Banco de España ya ha puesto cifras al problema, estimando que existe un déficit de 700.000 viviendas para satisfacer la demanda real. Este enorme desajuste ha disparado los precios hasta niveles asfixiantes, encareciendo el coste de la vivienda de segunda mano un 17% y el de los alquileres un 10,9% solo en el último trimestre, lo que complica enormemente el acceso a la vivienda.
Las raíces de una tormenta perfecta
En este sentido, la producción de obra nueva es a todas luces insuficiente para aliviar la presión. El sector de la construcción se encuentra atrapado en un cuello de botella provocado por una tormenta perfecta de factores: el elevado coste de los materiales, la creciente escasez de suelo urbanizable y unas trabas burocráticas que ralentizan cualquier proyecto hasta la extenuación. La maquinaria, simplemente, es incapaz de seguir el ritmo que impone la necesidad social.
Asimismo, las consecuencias para la juventud española son demoledoras. Expulsados del mercado de compra, se ven abocados a un mercado del alquiler cada vez más precario y voraz, donde muchos destinan más del 40% de su sueldo solo para pagar la renta. Esta sangría económica anula casi por completo su capacidad de ahorro, convirtiendo la idea de reunir el dinero necesario para la entrada de una hipoteca en una auténtica quimera.
En definitiva, la tensión se palpa con especial crudeza en las grandes capitales del país. En ciudades como Madrid o Barcelona, la situación ha llegado a tal extremo que más del 30% de los pisos que salen al mercado encuentran inquilino en horas, un reflejo claro de la desesperación que afrontan miles de personas en la búsqueda diaria de un lugar donde vivir.
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