
Espacial 50 años de Democracia
El legado económico de Don Juan Carlos
El Rey fue nuestro mejor embajador para la expansión de España y de sus empresas. La economía creció se consolidó como la cuarta economía de la zona euro, el incremento del PIB fue de más del 100% y el PIB per cápita, en términos constantes, se dobló, y se abrió el camino hacia un nuevo desarrollo económico

Hoy se cumplen cincuenta años de la proclamación de Don Juan Carlos como Rey, que abría una de las etapas de mayor prosperidad -por no decir la que más- de España. Su Majestad don Juan Carlos I reinó en España entre el 22 de noviembre de 1975 y el 19 de junio de 2014, un período de casi cuarenta años a lo largo del cual España se transformó de manera completa, aprovechando el impulso económico sembrado durante los años sesenta, con la industrialización y la creación de una hasta entonces inexistente extensa clase media, base de nuestra prosperidad, incorporando, a ese auge económico iniciado anteriormente, la libertad y la concordia entre todos los españoles.
“El Rey quiere serlo de todos a un tiempo”, dijo Don Juan Carlos en su primer mensaje a las Cortes del veintidós de noviembre de 1975, y ese propósito, que de haber sido pronunciado por algún político puede que se hubiese quedado en un mero eslogan electoral, se cumplió de manera completa, pues Don Juan Carlos trajo la democracia, haciéndolo, además, respetando la legislación entonces vigente (el famoso “ de la ley a la ley” de Torcuato Fernández-Miranda) y con el acuerdo mayoritario de quienes ostentaban entonces la representación política heredada del franquismo, los procuradores en Cortes, que votaron mayoritariamente a favor de la octava ley fundamental, conocida como “Ley para la Reforma Política”, que derogaba las anteriores y propiciaba, tras ser refrendada por el pueblo español en referéndum, la convocatoria a cortes constituyentes.
Fue, por tanto, un rey que recibió un poder ilimitado de manos de Franco y que lo cedió por completo para hacer posible la llegada de la democracia a España, desde el impulso a una reconciliación nacional que hizo posible que se sentasen las bases sobre las que impulsar nuestro desarrollo definitivo, la homologación con el resto de democracias occidentales y posibilitar la recuperación de un papel con cierta relevancia en el contexto internacional. Don Juan Carlos dio así continuidad a los principios defendidos por su padre, Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona, que desde el exilio, la mayor parte del mismo en Estoril, defendió la “Monarquía de todos”, en feliz término de Luis María Anson, recibiendo, así, una vez convocadas las elecciones a Cortes constituyentes de junio de 1977, la legitimidad dinástica, al renunciar Don Juan a sus derechos, anteponiendo los intereses de España y de la Monarquía a los suyos propios.
Bajo el reinado de Don Juan Carlos, se pasó de un régimen autoritario -aunque suavizado en sus últimos años, pero autoritario en todo caso- a un régimen democrático de libertad; se legalizó al PCE sobre la base de la aceptación de éstos de la bandera nacional de todos los españoles, de la legalidad, de la reconciliación y de la Monarquía; se convocaron elecciones libres para cortes constituyentes, como he dicho; se aprobó y refrendó por los españoles la Constitución vigente, que ahora quieren derribar algunos; del mismo modo, Don Juan Carlos abortó el intento de golpe de Estado del veintitrés de febrero de 1981; y bajo su reinado, España ingresó en la OTAN, con lo que ello implicaba, no sólo desde el punto de vista de la defensa, sino en la derivada que la tecnología militar siempre tiene hacia el campo civil, procurando también, así, ganancias de eficiencia y prosperidad a la economía.
Los Pactos de La Moncloa consiguieron embridar la inflación, que había pasado de dos dígitos y amenazaba con llegar, si nada se hacía, a un proceso hiperinflacionista. Estos pactos consiguieron moderar los precios, al tiempo que introdujeron eficiencia en diversos sectores, con una flexibilización del mercado de trabajo y la necesaria contención salarial, que contribuía, todo ello, a disminuir costes y a suavizar los precios.
Todo ello, abrió el camino hacia un nuevo desarrollo económico, con la incorporación de España al Mercado Común, que impulsaría de manera clara a la economía española. Asimismo, se acometió la necesaria reindustrialización y se mejoró el sector servicios.
España consolidó su atractivo turístico y cultural cuando fue escaparate en el mundo al cumplirse el quinto centenario de la mayor hazaña de la humanidad, el descubrimiento del Nuevo Mundo, por mucho que ahora unos fanáticos lo critiquen: así, con toda su importancia también en la parte económica, en 1992 se celebraron los Juegos Olímpicos en Barcelona, la Exposición Universal en Sevilla, y la capitalidad cultural en Madrid, un escaparate para España, que contribuyó a mejorar todavía más su desarrollado y eficiente sector turístico, que tanta importancia tiene en la actividad económica y el empleo en España.
Del mismo modo, España fue socio fundador del euro, cumpliendo con buena nota los exigentes criterios de convergencia económica, conocidos como “criterios de Maastricht”: en su reinado, España consiguió llegar a primeros de mayo de 1998, cuando se decidía qué países formarían la moneda única, con un déficit público inferior al 3% del PIB; una deuda pública descendiendo firmemente hacia el 60% del PIB; una estabilidad cambiaria; y una inflación y tipos de interés en el entorno de la media de los países con más bajos registros de ambas variables.
En todo ese tiempo, la economía creció y pasó, en términos corrientes, de 36.290,3 millones de euros en 1975 a 1,032 billones de euros en 2014, consolidándose como cuarta economía de la zona euro. Eso impulsó enormemente el PIB per cápita nacional, que partió de 2.840,57 euros de 1975 y que llegó a 22.218 euros de 2014, mejorando la riqueza de los españoles y acrecentando, especialmente hasta 2007, la riqueza a través de la propiedad inmobiliaria, auténtico ahorro de los españoles.
En el mercado laboral, se pasó de poco más de doce millones de ocupados al terminar 1975 a más de diecisiete millones de personas trabajando, fruto de una flexibilización del mismo que imprimió dinamismo al empleo, tras varias reformas laborales que disminuyeron trabas y costes.
En términos reales, el incremento del PIB fue de más del 100% y el PIB per cápita, en esos términos constantes, se dobló, que refleja esa mejora comparable en riqueza, al ser valores comparables una vez que se han traducido a dichos términos constantes.
Bajo su reinado, España desarrolló una fabulosa red de infraestructuras: no hay más que ver las autopistas y autovías existentes: se pasó de 800 Kms de autopistas en 1975 a 15.048 Kms de vías de gran capacidad (autopistas más autovías), hasta completar un total de 668.000 Kms de vías de todas las categorías. En cuanto a la red ferroviaria, se mejoraron las líneas convencionales y llegó a España la alta velocidad, que permite articular muy eficientemente un país de las características geográficas y logísticas como las de España, con la construcción de diversas líneas y 2.265 Kms de vías ferroviarias de alta velocidad. Por su parte, el refuerzo de la red aeroportuaria, con la vanguardista T4 de Barajas como símbolo de la modernización de dichas infraestructuras, permitió que se pasase de un tráfico de viajeros aeroportuarios de alrededor de 35 millones en 1975 a 195,9 millones de pasajeros en 2014, con un incremento de 160 millones.
Asimismo, múltiples empresas españolas se fortalecieron en el mercado interior para, después, poder crecer internacionalmente y expandirse, como Telefónica, Iberia, Ferrovial, ACS, Banco de Santander o BBVA, entre otras muchas, que cuentan, a su vez, con grandísimos profesionales formados cuidadosamente a lo largo de todos esos años. En muchos casos, se desarrollaron gracias a la eficiencia lograda una vez que las que eran públicas fueron privatizadas, ganando en eficiencia y convirtiéndose en líderes mundiales en su sector. Ellas impulsaron, además, el I+D+i, que supuso pasar de un 0,35% del PIB en 1975 al 1,24% en 2014, multiplicando casi por cuatro la cifra de partida. Por otra parte, el sector bancario se saneó en varias fases, siendo las más importantes la de principios de los años ochenta y la del período entre 2009 y 2013, que permitió crear grandes entidades a nivel europeo y mejorar la solvencia y solidez del sector.
Don Juan Carlos fue nuestro mejor embajador para la expansión de España y de sus empresas, gracias a su prestigio, su trabajo y su vocación de servicio a los españoles, que demostró durante todas las décadas de su reinado, bajo el cual España se transformó económicamente, como he dicho, se modernizó y recuperó todas las libertades, que algunos, ahora, añoran con mutilarlas para devolvernos a los oscuros tiempos de la II República.
Por eso, desde la extrema izquierda atacan a Don Juan Carlos de esta manera, desde el odio. Ni siquiera le concedieron la presunción de inocencia a la que toda persona tiene derecho, sino lo condenaron anticipadamente, y ahora que todo ha concluido sin causas pendientes para don Juan Carlos, siguen maltratándolo públicamente.
Y ese daño se quiere extender a don Felipe, magnífico Rey, y a toda la Monarquía. El ataque a Don Juan Carlos tiene un objetivo que va más allá de su persona. Lo atacan por dos motivos: el primero de ellos, su obsesión en eliminar la Monarquía por el hecho de que la restauración se produjese al recibir el poder del régimen anterior, aunque Don Juan Carlos logró transformarlo y hacer de ello un marco de convivencia, que permitió, además, continuar con la legitimidad dinástica. Por eso, ponen en cuestión todos los títulos concedidos entre 1939 y 1978, porque quieren llegar a anular el principal de ellos, la designación de don Juan Carlos como sucesor a título de Rey. El segundo, porque quieren que ello afecte a don Felipe, que abdique e imponer así una república.
Si hoy pueden criticar a Don Juan Carlos, es porque Don Juan Carlos nos trajo la libertad. Eso debería recordarlo toda la sociedad española: si hemos podido gozar de la prosperidad que tenemos es gracias a que una persona, Don Juan Carlos -con sus aciertos y sus errores-, junto con un reducido grupo de colaboradores, decidió transformar a España en una nación libre, de concordia y reconciliación, y de prosperidad, como los datos económicos demuestran.
Ojalá que la Monarquía sobreviva y Don Felipe pueda seguir siendo así el gran Rey que es, como lo será en su día, sin duda, Doña Leonor como Reina. Si eso sucede -esperemos que sí- habremos salvado la Monarquía parlamentaria y constitucional, que el tiempo ha demostrado que es el mejor régimen para España y que ha impulsado la prosperidad de manera clara, como demuestran los datos económicos del reinado de Don Juan Carlos expuestos en este artículo, reinado del que conmemoramos hoy el cincuenta aniversario de su inicio, con toda la gratitud hacia Don Juan Carlos, a quien tanto debemos todos los españoles, entre ello, la libertad, la reconciliación y la prosperidad. El impulso económico que se ha producido bajo la Monarquía es importantísimo, gracias, entre otras cosas, a la estabilidad de la que ha dotado a la sociedad y economía españolas, con un desarrollo económico estructural sólido. Por eso, es importantísimo preservar la Monarquía, porque en ello nos va en juego no sólo nuestra libertad y convivencia, sino también nuestra prosperidad.
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