Economistas

Leticia Poole, economista, tajante en materia de empleo: “En España sobran universitarios”

El mercado laboral español desmonta un mito: sobran universitarios y faltan técnicos. Un desajuste que ha provocado que el sueldo de un fontanero pueda superar ya al de un ingeniero

La tasa de paro juvenil sigue siendo un lastre en Andalucía
La tasa de paro juvenil sigue siendo un lastrelarazon

Resulta que en España un fontanero, un electricista o un técnico especializado puede llegar a tener un sueldo superior al de un arquitecto o un ingeniero recién titulado. Lo que hace una década sonaría a chiste es hoy una realidad palpable, el síntoma más evidente de una profunda distorsión en nuestro mercado de trabajo que ha puesto patas arriba las expectativas de toda una generación. Esta inversión de roles salariales no es una anécdota, sino la consecuencia directa de una economía sedienta de oficios técnicos.

De hecho, la brecha entre la formación que se imparte y los perfiles que demandan las empresas es cada vez más ancha. El dato es demoledor: siete de cada diez ofertas de empleo publicadas en la actualidad no buscan un graduado universitario, sino un profesional con un título de formación profesional. Este desajuste del mercado laboral explica por qué miles de jóvenes con carreras tradicionalmente prestigiosas se encuentran con serias dificultades para encontrar un puesto a la altura de su preparación.

En este contexto, la afirmación de Leticia Poole en el podcast TruthTime Unlimited, resuena con una fuerza particular: "En España sobran universitarios". Y las cifras parecen darle la razón. Nuestro país presenta un 36% de titulados superiores que trabajan en puestos para los que están sobrecualificados, lo que supone la tasa más elevada de la UE, un dudoso honor que compartimos con Grecia. Una paradoja si se tiene en cuenta que el 41,1% de la población activa española cuenta con estudios superiores, por encima de la media comunitaria.

El espejismo del título universitario

Asimismo, esta desconexión entre la oferta y la demanda hunde sus raíces en un problema cultural largamente asentado en la sociedad española. Durante décadas se ha promovido la idea de que la universidad era el único camino hacia el éxito, relegando los ciclos formativos a una categoría inferior. El resultado es un excedente de licenciados en áreas como las humanidades o el derecho que el tejido productivo es incapaz de absorber.

En definitiva, la solución a esta encrucijada no pasa por reducir el número de universitarios, sino por un reajuste de la oferta educativa que responda a las necesidades reales de la economía. Pero, sobre todo, exige un profundo cambio de mentalidad colectivo que devuelva el prestigio a la formación profesional, no como una alternativa de segunda, sino como lo que es hoy en día: una de las principales llaves de acceso a un empleo estable y de calidad.