Análisis

Núñez Feijóo desata el efecto mariposa en el Banco de España

La elección de Alberto Nadal como jefe económico del PP genera desconcierto interno y provoca un conflicto de intereses con Escrivá

El gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, durante una intervención en el Palacio de la Magdalena, a 3 de julio de 2025, en Santander, Cantabria (España). Escrivá ha participado en el curso '2025 Banco de España-CEMFI-UIMP Conference on the Spanish Economy Immigration and Industrial Policy: Challenges and Opportunities for Spain'. 03 JULIO 2025 Juanma Serrano / Europa Press 03/07/2025
José Luis EscriváJuanma SerranoEuropa Press

Alberto Núñez Feijóo, sin duda, nunca pensó en ello, pero desató el llamado efecto mariposa en el Banco de España el día que, en el último Congreso –extraordinario para más señas– del PP, designó a Alberto Nadal como responsable de los asuntos económicos del PP. Edward Lorenz (1917-2008), meteorólogo y matemático estadounidense, alumbró –quizá por casualidad– la teoría de que «el aleteo de las alas de una mariposa en Brasil se puede sentir al otro lado del mundo y desencadenar un tornado». En términos más técnicos, significa que «en un sistema no determinista, pequeños cambios pueden conducir a consecuencias muy divergentes». El líder del PP, sobre todo gallego, decidió que Alberto Nadal volviera a ser la cara visible de los temas económicos de su partido. «No lo sabemos y no lo sabremos nunca», escribía otro gallego ilustre, Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) al principio de su «Saga/Fuga de JB», casi coetánea y que no tiene nada que envidiar en realismo mágico con los mismos «Cien años de soledad» de García Márquez (1927-2014). Realismo mágico –a veces el más real– es que el líder del PP nomine, al menos de momento, a Alberto Nadal y que, unos dias/semanas –la intrahistoria queda para los iniciados muy cafeteros que la entenderán– su mujer, Eva Valle, a la sazón directora general de Relaciones Institucionales del Banco de España anuncie su dimisión por «razones personales sobrevenidas e ineludibles».

Eso sí, cosas de la vida, todo con efectos de octubre. Todo en medio del enredo en el que el mismo Banco de España, que ahora gobierna el inclasificable José Luis Escrivá, haya elegido, tras un proceso más que oscuro a pesar de su supuesta transparencia, anunciara la elección de David López-Salido como nuevo director general de la dirección de Economía –el antiguo Servicio de Estudios– de la institución. Su hasta ahora responsable, Ángel Gavilán, dimitió hace unas semanas, después del que el gobernador le obligara a rehacer algunos de los textos y, sobre todo, a eliminar las valoraciones sobre el futuro de las pensiones. La versión definitiva, según todas las fuentes, fue redactada –edulcorada– justo por Eva Valle, aupada por Escrivá, también de forma sorprendente, a una dirección general de la histórica entidad con sede al lado de la Cibeles madrileña.

Feijóo, es muy probable, habrá oído hablar del efecto mariposa, aunque jamás habría sospechado el alcance de una decisión suya en un tema que él no domina. Todo se entremezcla con el no menos confuso proceso de selección del sustituto de Ángel Gavilán, decidido por un comité integrado por los expertos Andrew Haldane y Alejandro Werner, que fueron subordinados de Escrivá en el pasado en organismos internacionales y del catalán Andreu Mas-Colell, el padre intelectual de los economistas «indepes» y que un día lejano incluso sonó, en el imaginario catalán, como aspirante al premio Nobel de Economía. Fue consejero de la Generalitat en tiempos de Artur Mas y pudo seguir pero, hábil, se apartó del centro del barullo cuando oteó que todo aquello podía tener repercusiones penales y responsabilidades personales en el terreno personal. «La pela es la pela» y un economista catalán, perfeccionado en Estados Unidos, lo tiene muy claro.

Dicen los «muy cafeteros» del Banco de España, disciplina tan esotérica como apasionante, que Mas Colell influirá para que alguien de su cuerda, como es Javier Pérez, un joven –en los parámetros de los bancos centrales– sea nombrado director general adjunto del departamento de Economía que dirigirá López-Salido, que llega desde la Reserva Federal (FED) estadounidense, que es todo un plus, pero que también ignora las estructuras actuales y el funcionamiento interno del Banco de España. En todo el enredo, a Galo Ñuño le han dado el premio de que suceda a Eva Valle al frente de la dirección general de Relaciones Institucionales. Era el segundo de Ángel Gavilán, pero ahora se ve apartado de unos asuntos que Escrivá quiere que no sean polémicas. La historia y la tradición, en toda le época democrática, reza que el Banco de España ha emitido informes independientes que, con frecuencia, han sacado los colores a los gobiernos de turno, ya fueran del PSOE o del PP, salvo la excepción –y en ese caso incluso muy parcial– de la época de Miguel Ángel Fernández Ordóñez como gobernador que, por otra parte, no quiso enterarse de la crisis de las antiguas cajas que ahorros, que devino en el rescate al sistema financiero español.

El efecto mariposa que desató Feijóo en el Banco de España al elegir –él sabrá las razones– a Nadal como cara visible económica del PP tiene un alcance todavía mayor y que se evidenciará en el futuro. En el seno del propio PP ha generado desconcierto en el mejor de los casos. Nadie olvida que Álvaro Nadal, hermano gemelo de Alberto, fue el principal valedor para que José Luis Escrivá fuera nombrado en su día por Cristóbal Montoro, cuando era ministro de Hacienda de Rajoy, como presidente de la Airef (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal), creada como exigencia de la Unión Europea para facilitar el rescate del sistema financiero. Escrivá, y eso duele mucho en el PP, casi desde el primer momento, entre otras cosas por asuntos administrativos –exigía más recursos y funcionarios–, arremetió contra el Gobierno del PP, con pocas contemplaciones. No obstante, los hermanos Nadal siempre lo defendieron y han mantenido, hasta ahora, unas relaciones excelentes.

El ahora gobernador del Banco de España, por su parte, eligió a Eva Valle, técnico comercial del Estado y en su día de la oficina económica de la presidencia del Gobierno con Rajoy, para una dirección general en el Banco de España hace unos meses. Extraño, pero al fin y al cabo, concernido al circuito de los más entendidos en el asunto y muy alejado del impacto popular. Los «bancoespañólogos», que los hay –el que sea una disciplina abstrusa y muy minoritaria es secundario– aseguran que Eva Valle, desde hace semanas, mantenía diferencias notables con Escrivá y que la aceptación de su dimisión ha sido fría, sin declaraciones de agradecimiento, como reza la liturgia de los bancos centrales.

Era, en cualquier caso, muy complicado que Alberto Nadal esté al frente de los asuntos económicos del PP y Eva Valle como, en la práctica, segunda de Escrivá. Sin embargo, el efecto mariposa desencadenado por Feijóo llega mucho más allá. Alberto Nadal quiere ser ministro en un futuro Gobierno de Feijóo. Lo fue su hermano Álvaro con Rajoy y él esperaba serlo pero no lo logró y es su frustración y su asignatura pendiente. Puede serlo, pero es poco probable que sea la máxima figura económica en ese teórico gobierno. Feijóo necesitará a alguien con audiencia internacional y solo tiene dos opciones, digan lo que digan, Luis de Guindos, que acaba el año que viene su mandato de vicepresidente del BCE, y Pablo Vázquez, al frente de la fundación que pastorea el PP. Alberto Nadal, no obstante, puede ser ministro y Escrivá piensa que su relación con los hermanos, ejercido el control de daños con el sacrificio de Eva Valle, puede servirle. Es, de rebote, claro, el efecto mariposa que desató, quizá sin ser muy consciente, Núñez Feijóo.